«El alcoholismo es una enfermedad muy democrática»

R. DOMÍNGUEZ A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

MARCOS MÍGUEZ

El Grupo 24 horas de Alcohólicos Anónimos celebrará el próximo sábado 13 años de actividad en la ciudad

14 sep 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

José Ramón F. F. (A Coruña, 1975) prefiere no dar sus apellidos. Por algo es el portavoz del Grupo 24 horas de Alcohólicos Anónimos de A Coruña. El sábado, a las 19.00 horas en el centro cívico de Os Mallos, se celebrará una junta abierta para conmemorar que llevan 13 años prestando apoyo.

-Esa es su misión, ¿no?

-Las 24 horas del día y los 365 días del año. Siempre hay alguien, sea la hora que sea, para atender a quien lo necesite en el 981 134 791 o en nuestro local de la calle Gil Vicente. Somos una asociación sin ánimo de lucro, nos financiamos con nuestras aportaciones, y prestamos ayuda a toda persona que tenga problemas con el alcohol. El único requisito es el deseo de dejar de beber, no pedimos ni DNI, ni nada de nada.

-¿Y cómo lo hacen?

-Nuestra terapia es de enfermo a enfermo. No hay medicación, no hay médicos. Lo hacemos hablando y compartiendo nuestra experiencia. Hablamos de cómo eran las borracheras, pero de verdad, no de «qué bien me lo pasé», sino de la realidad: de los sentimientos de culpa por gastarte todo el dinero, de las broncas en casa, los líos en el trabajo...

-¿Tienen mucha demanda?

-Llegan bastantes, no todos los días, pero llegan. Aunque no todos se quedan. El 10 % de la población, según la OMS, es enferma alcohólica. Pocos piden ayuda. El que llega es que necesita dejarlo, pero esto no es para el que lo necesita, es para el que, realmente, quiere dejarlo.

-¿Cómo son sus usuarios?

-Hay de todo. No todo es gente que vive en la calle. Tenemos ingenieros, médicos, abogados y también personas que vienen del albergue. El alcoholismo es una enfermedad muy democrática, no importa ni el sexo, ni la raza, ni la posición social. Yo, por ejemplo, vivo en la plaza de Vigo y llegué como los que llegan del albergue. Lo había perdido todo.

-¿Se puede salir sin ayuda especializada?

-Nosotros no estamos en contra de nada, no nos metemos. Cada uno busca su fórmula. Yo estuve en un psiquiátrico, con medicación, con profesionales... A mí, a nosotros, nos funciona este sistema de compartir nuestras experiencias, nuestra vida.

-¿Cuánto tiempo se necesita?

-No ponemos topes. Lo que necesite cada persona. Esta es una enfermedad de por vida. Tenemos personas que han estado cinco años, se fueron, recayeron... La mente trabaja de una forma especial y a veces piensas que ya puedes, que por una copa no pasa nada... Yo, en mi caso, no puedo tocar el alcohol porque si empiezo, ya no puedo parar.

-¿Cree que la adicción al alcohol está aumentando?

-Creo que siempre ha estado y está ahí. Siempre va a haber dos en la pandilla de amigos que son los que se emborrachan siempre y acaban siendo alcohólicos.

-¿Prohibiría el botellón?

-El botellón existió siempre, aunque ahora está como está. Yo a los 17 estaba con las litronas en el parque. Acabé mal, pero mis amigos no. No soy partidario de la prohibición, porque entonces tendrías que prohibir también la venta de alcohol en los bares. El alcohol está ahí, para quien sepa beber. Otra cosa son los desmadres que se forman con el botellón, que a fin de cuentas no es más que una forma más económica de beber.

-¿Su dependencia empezó así?

-Yo empecé a beber con 13 años, primero en el parque y después empecé a trabajar muy joven, a los 14, en hostelería, donde el alcohol estaba muy a mano. Ganaba dinero, manejaba más de lo normal para un chaval de esa edad y lo gastaba todo en salir, con la pandilla.

-¿Cuándo tocó fondo?

-A los 35. Lo había perdido todo, trabajo, familia... Solo me quedaba un techo bajo el que dormir. Pasé por un coma, por la uci, por una pancreatitis aguda, estuve hospitalizado y al salir volví a beber. No fui consciente hasta que mi mujer no pudo más y se fue de casa, me dejó, se llevó a mi hija porque era insoportable vivir conmigo. El dueño del bar de abajo de mi casa buscó en el periódico el teléfono de Alcohólicos Anónimos y llamé. Llegué un viernes a las siete y media de la tarde y a partir de ahí, se acabó. Hasta hoy. Llevo siete años sin beber y hoy tengo una vida normal.

-Y ahora es portavoz del grupo.

-Solo estoy devolviendo parte de lo que me dieron a mí. Voy todos los días, y lo hago por necesidad.