Lana y Celia visitan a la tatarabuela

A CORUÑA CIUDAD

JACOBO AMENEIRO

17 sep 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

María García Cubeiro, que el mes que viene cumple 92 años, tiene dos tataranietas. Y pudo convertirse en tatarabuela mucho antes si sus bisnietas no hubiesen esperado a cumplir los 30 para tener descendencia. Pucha, como la conocen todos en Carnoedo, trabajó en el pescado en Sada, de mariscadora, lechera, o de ganadera. Se casó con un marinero de Fontán (Periquillo) cuando tenía 17 años. Nueve meses después vino al mundo el primer hijo de la pareja (tuvieron dos). «Cuando mi padre tuvo que ir a la mili yo ya era una mocita», recuerda Josefa, la hija. Cuando aún no había cumplido los 19, Josefa hizo abuela a María. «Tiña 38 anos», recuerda la matriarca en su casa de Carnoedo. Edison, el nieto, se casó a los 17 años y al poco tiempo vino al mundo Ruth. Josefa se convirtió en abuela con 40 años y María en bisabuela antes de cumplir los 60. Si Ruth o su hermana Riánsares hubiesen dado continuidad a la precocidad familiar a la hora de estrenarse como madres hubiesen reventado el libro Guinness . «Ya, pero ahora las cosas son distintas. Estamos en otros tiempos», apunta la bisnieta de María y madre de Lana, de 2 años. Su hermana también tiene una hija, Celia, de un añito. Hay bastante gente que no llegó a conocer a sus abuelos, muchos que nunca pudieron abrazar a sus bisabuelos, y casi nadie tuvo la oportunidad que la vida le brinda a Lana y Celia, estar en brazos de su tatarabuela. El viernes fueron a visitarla y fuimos testigos de esta preciosa y casi irrepetible historia de cinco generaciones.