Al papá de la cazadora roja lo está desplumando un rapaz de 9 años. ¡Siete cromos normales por uno Premium! Varane Ídolo. ¡Uff! Es mucho. Intenta ayudar a su hijo con la colección de fútbol... Más le valía dejarle cambiar a él. Se está metiendo en un charco...
Mercado de valores El Baúl de Fer, en Riego de Agua. Dentro negocian cuarenta coleccionistas entusiastas. Al bróker de 9 años no le cabe en el bolsillo el taco que le acaba de soplar al papá novato, el de rojo, con la cara del color de la cazadora cuando regresa su hijo. «¿Qué has hecho? ¡Ya lo teníamos!». Hoy los cromos se llaman cartas y tienen valores numéricos para enfrentar unas con otras. Y no es lo mismo Borges o Mosquera que Messi Balón de Oro. Y menos este año, con el Dépor hecho unos zorros. Con la carta de Messi arrasas, pero ya el señor Panini se encarga de que no haya muchas dentro de los sobres. Si quieres conseguirla, a soltar un lote de postalillas. Bueno, ayuda mucho incluir chicles en la transacción.
Cuando éramos críos nos fundíamos la paga en El Arca de Noé. Entonces todos los cromos valían igual. Sin cifras. Lo único importante era que tocasen nuevos..., o que saliese otra vez García Soriano, del Betis, que era el tío más feo de la colección y hacía gracia. Dicen los chavales que el relevo lo ha tomado con éxito un tal Heiko Westermann, también del Betis hasta que en el 2016 se fue al Ajax. Las cosas de los niños.
El Baúl de Fer es singular comercio de segunda mano y mercado persa cada domingo. La batalla del sipi-nopi, desde el mediodía hasta las dos de la tarde, se dirime entre un arsenal de libros, cómics y objetos usados. Buen sitio para echar la mañana, aunque al propietario no le perdono que retirase de la puerta la figura gigante de Marilyn para poner la de Frankenstein. La bestia por la bella. ¡A quién se le ocurre! DiMaggio y Miller se revuelven en la tumba.
En cuanto a los cromos, escasean por la tienda ídolos y balones de oro, cartas Premium de alta cotización. Álvaro, de 11 años, consigue la de Messi. Por Keylor Navas Edición Limitada y una postalilla normal. «¡Supernegocio!». El altillo de El Baúl es un nido de profesionales: mamás con listados numéricos, colegiales con tacos de cien cartas... Y de algún que otro novato: el de la cazadora roja, a lo suyo. Sufriendo. Batman lo observa con severidad desde una maravillosa portada envejecida que comparte estante con La isla del tesoro. John Silver, el Largo, también lo vigila. Y su propio hijo, temeroso por las transacciones de papá sin sospechar que en unas décadas, con Ronaldo y Messi difuminados en la nebulosa del fútbol, será él el novato sonrojado delatado sin compasión por el paso del tiempo.