Del paso de cebra al altar, 24 años después

maruja campoviejo A CORUÑA

A CORUÑA CIUDAD

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19 ago 2018 . Actualizado a las 16:44 h.

La historia de Pedro Pantín Blanco y Lucía Mahía Pérez es de película, de esas en que al final se dice «y vivieron felices y comieron perdices». Eso sí, no sin antes haber sorteado mil obstáculos. Se conocieron cuando iban al instituto, allá por 1994. «Entre apunte y apunte cambiamos de curso y ellos cambiaron la amistad por el amor», relata Paula Candal, amiga íntima de la novia. Les iba muy bien juntos, hasta que por culpa de los trabajos de ambos, se tuvieron que separar y decidieron romper su relación en el 2001. Ambos tomaron caminos diferentes. Hasta que en octubre del 2012, el destino los unió de nuevo. Ocurrió en un paso de cebra y ambos supieron que no bastaba con saludarse, sino que decidieron tomar un café y de ahí... se volvieron a juntar. Solo que esta vez lo mantuvieron oculto. «Parecían dos adolescentes escondiéndose de todos», añade Paula. Ese mismo verano Pedro se tuvo que ir a Singapur por motivos de trabajo y Lucía, que todavía no había confesado que estaban juntos, decidió visitarlo con el pretexto de unas vacaciones. Pero a la vuelta de Pedro a Galicia, este da la gran noticia. «Ambas familias se alegraron mucho porque ‘más vale malo conocido que bueno por conocer’», relata la amiga de la novia. Al año siguiente, la empresa vuelve a mandar a Pedro a Singapur, pero no quiere irse sin Lucía, por lo que deciden casarse por lo civil en Porriño para poder legalizar su situación y marcharse al extranjero. Pero eso fue solo una firma en un papel, y no les bastaba para honrar su atípica historia de amor. Pedro esperó al momento exacto: el cumpleaños de Lucía. Así, el 15 de agosto del año pasado, él se arrodilló para pedirle matrimonio en la cervecería Estrella Galicia de A Coruña. Rodeada de todos los clientes y amigos que se encontraban en ese momento, Lucía no pudo más que decir sí al amor de su vida. Por fin, 24 años después de conocerse, esta pareja se casó ayer por todo lo alto en el Pazo de Santa Cruz de Mondoi.