El golpe de Estado de Pavía

Xosé Alfeirán A CORUÑA

A CORUÑA CIUDAD

En enero de 1874, más allá de las protestas formales, apenas hubo incidencias en A Coruña

07 ene 2019 . Actualizado a las 08:57 h.

No, no entró a caballo en el Congreso. No, no acabó con la Primera República. Sí puso fin al régimen parlamentario y a la república federal. A las diez de la mañana del sábado 3 de enero de 1874 se recibió en A Coruña un telegrama urgentísimo dirigido a los jefes militares y civiles. Enviado por el general Pavía, capitán general de Castilla la Nueva (incluía Madrid), terminaba diciendo: «En nombre, pues, de la salvación del ejército, de la libertad y de la patria, he ocupado el Congreso, convocando a los representantes de todos los partidos, exceptuando los cantonales y los carlistas, para que formen un gobierno nacional que salve tan caro objeto». A las tres y cuarto de la tarde Francisco Javier San Martín y Rioboó, capitán general interino de Galicia, le respondió: «Conservaré el orden a todo trance». Por sucesivos telegramas se supo que Madrid estaba tranquilo, que la Bolsa subía y que se había formado un nuevo gobierno en el que el Presidente del poder ejecutivo de la República era el general Serrano.

La prensa del 4 reveló los detalles. Tras tres meses de suspensión, las Cortes Constituyentes de la Primera República reanudaron sus sesiones la tarde del 2 de enero. La situación era muy compleja. El gobierno de Castelar se enfrentaba con la guerra de Cuba, la guerra civil carlista, la rebelión cantonalista y la forma de Estado y de sociedad que se quería para España. En esa sesión maratoniana e intermitente, Castelar fue reprobado, dimitió, negociaron las diferentes fracciones republicanas y se empezó a votar la candidatura del federal Eduardo Palanca. En medio de la votación, hacia las siete de la mañana del 3, Pavía, con sus fuerzas delante de las Cortes, mandó recado de que se desalojase el local y después envió una fuerza de guardias civiles y cazadores. Tras unos tiros al techo en la galería inmediata al salón de sesiones del Congreso, a las siete y media quedó disuelta la Asamblea republicana. 

Intento de fuga en la cárcel

En A Coruña estos sucesos se vivieron con expectación. El día 4, tanto el Gobierno Civil, encabezado de forma interina por Antonio Prieto Puga, como el Ayuntamiento, presidido por el alcalde Luis Tettamancy, reprobaron lo acontecido y hacían un llamamiento al orden y energía de los ciudadanos para contener la dictadura. La intranquilidad aumentó e incluso circuló la noticia de que la milicia de los Voluntarios de la República había sido convocada con armas para las doce de la noche. A esa hora, acuarteladas y avisadas las tropas, el capitán general de Galicia declaró el estado de guerra. Después destituyó al gobernador civil y nombró uno nuevo, al liberal Constantino Vázquez Rojo. A las dos de la madrugada del día 5 un piquete de carabineros ocupó el Gobierno Civil y otro de guardias civiles la Oficina de Telégrafos. El 6 el nuevo gobernador nombró un nuevo Ayuntamiento formado por diversas personalidades y se desarmó pacíficamente a los milicianos republicanos.

No hubo incidentes, sólo que los presos de la cárcel del Parrote, aprovechando las circunstancias, intentaron infructuosamente fugarse.