Roque Devesa: «Me operaron más de diez veces antes de los 16 años»

Pablo Portabales
Pablo Portabales A CORUÑA

A CORUÑA CIUDAD

ANGEL MANSO

El ginecólogo tiene 55 años, dos hijos de 17 y 16, y dice que le da un subidón cuando comunica un test positivo de embarazo

19 nov 2019 . Actualizado a las 10:17 h.

Es un enamorado de su especialidad: «es la única que tratas dos personas a la vez (madre y feto). La parte humana es brutal. La paciente te transmite positivismo. Pero hacer diagnóstico prenatal y ver una anomalía es lo peor que hay. Es devastador», analiza. Habla mucho de su vida y de su trabajo. De vez en cuando pide que lo que me cuenta sea «off the record». En varias ocasiones incide en la importancia de los equipos. «No podría trabajar solo. En el hospital Quirónsalud somos ahora 22 personas. Hay mucha gente joven, unas biólogas espectaculares… Hemos hecho un equipo muy bueno con la doctora Fernanda López Roibal y Ángel Durán, que somos los que dirigimos Ron y Asociados. Mantuvimos el nombre cuando nos vinimos hace once años del Belén», destaca Roque Devesa Hermida. «Ahora hay más, pero durante muchos años no conocí a ningún Roque, excepto a los de mi familia. Mi bisabuelo, mi abuelo, mi padre y mi hijo de 17 años compartimos nombre», apunta. También tiene una hija de 16. «Son buena gente, pero adolescentes», precisa. Su mujer es profesora de instituto, da clases de dibujo. «Es una de las mejores personas que he conocido y tiene una sensibilidad especial», asegura este ginecólogo que vino al mundo en Ferrol y, al poco de nacer, fue operado por primera vez. 

Espina bífida

«Nací con espina bífida. Fui de médico en médico, de operación en operación. Mis padres lucharon muchísimo. La gente que me atendió y el trato que tuvieron con nosotros me gustó, creo que por eso me hice médico», relata. Se pone a echar cuentas utilizando los dedos. «Me operaron más de diez veces antes de los 16 años», asegura. Charlamos en el piso de arriba del Café de Macondo. A pesar de la cojera en su pierna izquierda, sube con facilidad. «Tuve mucha suerte. Me hubiese gustado ser tenista, pero… -comenta sonriente-. Eso sí, médico y con una minusvalía». «Me llamaron House un montón de veces y nunca me pareció mal. Es una ficción, que por cierto vi entera», comenta mientras acaricia su bastón. Estudió la carrera en Santiago, continuó su formación práctica en Laredo y en el Valdecilla de Santander. Fue jefe de servicio de Ginecología en el hospital Povisa de Vigo hasta que se vino para A Coruña. «Antes llevaba anotados los partos y hasta el nombre de los recién nacidos, pero al llegar a mil los dejé. Ahora hago más ecografías, diagnósticos prenatales y reproducción. En este campo las tasas de éxito aquí son muy buenas. Ningún gallego tendría que irse fuera para someterse a un tratamiento. No son baratos, pero hay mucho esfuerzo, mucha tecnología detrás. Creo que no se llegará al tratamiento del embrión. Es un salto cualitativo ético que no estamos dispuestos a dar», comenta el doctor Devesa, que forma parte del comité de ética y deontología del Colegio Médico

Leonard Cohen

Lo dice de manera contundente: «soy cabezota. No acepto que no se me argumente». Tiene claro que «el médico se tiene que adaptar a los pacientes. Si doy un positivo de embarazo me da un subidón», reconoce. Da un consejo a las mujeres que quieran ser madres: «el doctor Google está bien para informarse, pero hay que huir de los blogs de reproducción».

Le gusta la música y le apasiona viajar. «Organizar el viaje, hacerlo, traer de regreso una pieza de arte, un recuerdo... Lo de menos es el destino», comenta. «Soy muy comedor. Me gustan los menús degustación y los del día. Hacer una escapada para ir a un restaurante es una maravilla», afirma antes de contarme su experiencia durante el último viaje. Antes de irse, me entrega la bolsa que lleva todo el rato encima de la mesa. Abro el regalo. Es un libro sobre Leonard Cohen. «Es un hombre que tenía momentos muy bajos y otros muy altos, muy creativos». Gracias por el detalle, doctor Devesa.