¡Estos chicos de hoy cómo se desfasan!

Javier Becerra
Javier Becerra CRÓNICAS CORUÑESAS

A CORUÑA CIUDAD

MARCOS MÍGUEZ

22 feb 2019 . Actualizado a las 18:26 h.

Andan los chavales muy desfasados en A Coruña. No como antes, que eran trabajadores, no se drogaban y mostraban una educación exquisita. Desde la posición del puretilla, al que la memoria selectiva le ha ido idealizando el pasado, las cosas se ven así. Pero a poco que se eche una mirada real, se verá que lejos de dibujar un drama social, se está cayendo en una tendencia que empezó con Sócrates y parece que no terminará jamás.

Invito a los que tienen más de 40 años a recordar. Actualmente, hay una pelea en la que intervienen diez chavales y es portada de La Voz, las familias se cruzan denuncias y hasta el alcalde tiene que pronunciarse. Hace años no eran noticia. Estaban normalizadas. Eran el pan nuestro de cada día. A la salida de las discotecas, por ejemplo, podías ver escenas dantescas. Candados de las motos como arma a las puertas de Pachá. Palos multitudinarios de veinte contra uno frente a la fachada de Baroke. Un tipo con una navaja mariposa en las escaleras de Pirámide frenando una paliza. Y un larguísimo etcétera.

¿Y qué me dicen de lo de ir tajado como un piojo en el coche? Salir por ahí de copas con él resultaba habitual. Una en A Coruña, otra en Santa Cristina, otra en Sada y otra en Betanzos. La vida en la cuerda floja cada fin de semana. Lo mismo con las motos. Porque los vehículos no eran impedimento para tomar toda clase de brebajes: palangana, agua de Valencia, calimocho, jarra melada o leche de pantera. ¿La diferencia? En lugar del frío de Méndez Núñez, se hacía a cubierto en garitos de la calle Compostela o la Ciudad Vieja.

Llegamos a las drogas (ilegales), esas con las que supuestamente los chicos de ahora desmadran tanto. ¡Nada que ver con una ciudad donde la heroína se despachaba y consumía por todas partes! ¡Ni punto de comparación con aquella urbe de los ochenta y primeros noventa con toxicómanos dando el palo por todas partes para poderse pagar el vicio! Cabe señalar también el desembarco de las drogas sintéticas. Quien tenga un poco de memoria recordará la llegada del bakalao, su ritmo machacón y su redoble de éxtasis hasta el amanecer, el atardecer o la noche siguiente.

No podemos cerrar este capítulo sin denunciar el machismo creciente, viniendo de un páramo de igualdad como aquel. Desde modelos feministas en casa generalizados a compañeras de clase que podían ejercer su sexualidad sin miedo a etiquetas, pasando por hermanas mayores que accedían a los trabajos sin ningún tipo de acoso. Según a quien escuches hablar, parece que todo se torció hace unos años con esa juventud desfasada que escucha reguetón, hace botellón y asola las calles de la ciudad. No como cuando nosotros éramos jóvenes. Tan buenos. Tan sanos. Tan educados. Tan... desmemoriados.