Plaza Vista, nuevo refugio para el botellón y urinario de la ciudad

Emiliano Mouzo A CORUÑA

A CORUÑA CIUDAD

E. Mouzo

Los vecinos dicen que algunas madrugadas del fin de semana se concentran «más de 400 jóvenes para beber y hacer ruido»

05 mar 2019 . Actualizado a las 08:41 h.

La plaza Vista, de apenas 50 metros cuadrados de superficie, se encuentra un tanto oculta pero en pleno centro de la ciudad. Limita al oeste con la calle San Andrés y al este con Cordelería. En sus proximidades también están el paseo marítimo y la calle Orzán, el edificio de Hacienda y el ambulatorio de San José.

Dicen sus pocos vecinos que la plazuela está encuadrada dentro del Plan Especial de Protección y Reforma Interior (Pepri). De hecho, los residentes tuvieron que hacer recientemente «un desembolso de 6.000 euros cada uno» para adaptar sus viviendas al proyecto, aseguraron. Sin embargo, claman por la situación que vive la plaza.

Afirman que tan escaso y protegido espacio «se convirtió en un anexo al botellón de los jardines de Méndez Núñez». Manifiestan que durante las madrugadas de los fines de semana «es imposible conciliar el sueño. Una enorme cantidad de jóvenes llegan sobre las doce y media de la noche y no terminan la fiesta, si se le puede llamar así, hasta casi entrada la mañana».

Un vecino se dispuso una jornada con semejante afluencia de público a realizar triangulaciones, similares a las que hace la policía cuando hay manifestaciones para conocer el número de participantes, «y contabilicé hasta 400 personas, entre la plaza y parte de la calle Vista», dijo.

Manifestó que no se trata de jóvenes indigentes o de escasos recursos económicos: «Son muchachos de posibles. Aquí se toman bebidas prémium, de las más caras, y visten con grandes marcas».

Agresión a un residente

Este vecino habla con conocimiento de causa, ya que no hace muchos días, sobre la una de la madrugada, «fui zarandeado y agredido verbalmente por tres jóvenes. Si no llega a acudir otro grupo, que separó a los violentos, me pegan y bien, y todo porque les recriminé que estuviesen orinando en mi portal. Eran chicos bien», subraya.

Las quejas de los vecinos no solamente se producen por las aglomeraciones en tan reducido espacio, «porque un día va a haber una desgracia»; por los ruidos, «hasta traen altavoces inalámbricos para reproducir música a toda potencia»; por convertirse en un vertedero de residuos, sino también porque el área en la que viven se convirtió «en el urinario de la ciudad, da lo mismo a la hora que llegues a casa, aquí hace pis cualquiera, y otras cosas más graves, porque hasta hemos visto escenas subidas de tono».

Protestan, además, por las casas en ruinas que rodean sus viviendas. Estos problemas fueron puestos en conocimiento del Ayuntamiento, «pero no nos hacen ni caso». La Voz también intentó recabar información municipal sobre este problema, pero sin éxito.