Mata a su compañero de piso en Labañou, en A Coruña, tras discutir por un vídeo de contenido sexual

Emiliano Mouzo A CORUÑA

A CORUÑA CIUDAD

El supuesto asesino, un joven de 28 años, estranguló a la víctima, de 46, con las manos y con el cinturón del propio fallecido

12 abr 2019 . Actualizado a las 20:07 h.

Un hombre, Alejandro Vilorio, de 46 años y de nacionalidad dominicana, fue presuntamente asesinado en la madrugada del jueves al viernes por Ramón Darío Rodríguez Franco, de 28, natural de Uruguay. El trágico suceso ocurrió minutos después de la medianoche en el 4º piso del número 7 de la calle Honduras, en el barrio de Labañou.

Fue el agresor el que alertó a la Policía Nacional llamando a la central policial. Les dijo que «había cometido un crimen, que había matado a su compañero de piso con un cinturón», contaron fuentes próximas a la investigación.

Los responsables del 091 enviaron a la zona varias patrullas, incluidos miembros de la Policía Científica y Judicial. Los agentes encontraron a un hombre en el portal del edificio. A su lado tenía dos maletas. Les relató que había discutido fuertemente con Alejandro y que le había asfixiado con las manos y con el cinturón, «y que creía que estaba muerto». También les informó a los policías que podían subir al piso porque lo había dejado abierto.

El presunto asesino manifestó a los agentes que era amigo de la víctima desde hacía varios años. En su declaración les contó que ambos se dedicaban a la prostitución, subrayaron las mismas fuentes.

También les contó que últimamente tenían varias disputas, «sobre todo porque uno de los dos había colgado en las redes un vídeo en el que uno de ellos aparecía manteniendo relaciones sexuales y consumiendo estupefacientes». Les manifestó que esto le había parecido muy mal. Además, tenían problemas de dinero por impago del alquiler de la habitación.

Estos desencuentros terminaron con una disputa muy subida de tono en la madrugada del jueves al viernes. Ambos se amenazaron de muerte, pero el supuesto criminal  le dijo que no le podía hacer nada, y que si lo intentaba llamaría a la policía. Además nada podía ocurrirle «porque estaba protegido espiritualmente». Aun así se retaron a pelearse con cuchillos.

En un momento de la discusión, Ramón Darío se dirigió hacia su compañero, le puso un pie entre las piernas, lo trastabilló y lo giró. «En ese momento lo agarró por el cuello y se lo apretó  fuertemente y notó un chasquido en la garganta del agredido». Al mismo tiempo le sacó con una mano el cinturón que no llevaba abrochado. Se lo puso en el cuello y se lo apretó con todas sus fuerzas: «Vio a su amigo con la lengua fuera pero aún se movía, pero minutos después ya se quedó quieto y lo dejó caer en el piso de la habitación», contaron las mismas fuentes.

Los agentes encontraron a la víctima tendida en el suelo. Le practicaron las técnicas de reanimación cardiopulmonar, pero sin ningún éxito. El hombre estaba muerto, y así lo certificó después el forense. El juez de guardia ordenó el levantamiento del cadáver alrededor de las tres de la madrugada. El cuerpo fue trasladado al Complejo Hospitalario A Coruña en donde se le practicó la autopsia.

Llamada a una amiga

Tras asfixiar a Alejandro, Ramón Darío llamó a una amiga: «Le dijo que había ocurrido lo peor, que había matado a Ramón, que no sabía por qué lo había hecho», contó una de las amigas de ambos que reside en A Coruña. También le rogó «que fuese hasta la casa, pero al ver que tardaba mucho, fue cuando llamó a la policía», contó esta mujer.

Cuando llegaron los  primeros agentes al lugar del suceso, el presunto asesino les dijo que en el edificio vivían otros dos hombres. Mientras uno de los policías se quedó con él en el portal, otros compañeros subieron a la vivienda. No vieron nada en la entrada ni en el salón. Pero al abrir la puerta de una de las habitaciones encontraron un hombre, Juan  Carlos CH. G., de 51 años y natural de Jaca (Huesca). «Yo estaba acostado viendo el ordenador y con los cascos puestos. Cogí mucho miedo cuando entraron los policías, pensé que venían a por mi, pero yo nunca le hice daño a nadie».

Los agentes le  preguntaron sí estaba en la casa el otro inquilino: «Oriol es de Venezuela, pero estaba trabajando», le explicó Juan Carlos. También les dijo que él había llegado a la vivienda sobre las ocho de la tarde y estaba Ramón Darío «sentado en el sofá del salón», indicó. También les contó que el fallecido me alquiló la habitación «el pasado día 1».

Declaró, además, que «nunca había visto discutir a Alejandro y a Ramón «y esta madrugada [refiriéndose al momento del asesinato], yo no vi ni escuché nada, ni nada tengo que ver con esta muerte», subrayó.

Los vecinos del inmueble también manifestaron que no habían escuchado nada parecido «a una discusión», que sí, que sobre la una y media vieron que había movimiento por las escaleras «y a policías».  

El presunto asesino fue trasladado a las dependencias policiales de Lonzas, donde se encuentra en los calabozos hasta que en las próximas horas pase a disposición judicial.