La policía estrecha el cerco sobre el hombre de las coliflores de colores

Eduardo Eiroa Millares
E. Eiroa A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

MARCOS MÍGUEZ

Quien arrojó restos de alimentos exóticos, frutas y verduras en un descampado volvió a hacerlo tras su limpieza

18 ene 2020 . Actualizado a las 23:14 h.

El extraño caso de las coliflores de colores parece más cerca de su esclarecimiento. Alguien arrojó tres ejemplares de esas verduras, cada una en color -naranja, verde y morado- en un descampado entre el materno y la ría. Más allá de lo exótico de la variedad cromática, con las crucíferas aparecieron también restos de gran tamaño de huesos, carne y pescado bastante menos edificantes.

El extraño vertido apareció el miércoles, delatado por la presencia de gaviotas que no salían del círculo creado por los detritus en el medio del descampado. Con la ría por un lado y el hospital infantil por otro, el vertedero movilizó a la Policía Local y a los servicios de limpieza.

Los despojos fueron retirados de la finca, pero al día siguiente el autor de la ensalada de restos volvió a dejar su firma: el solar amaneció de nuevo con restos que, a su vez, fueron retirados de nuevo mientras la policía buscaba pistas para dar con el autor de tan poco higiénica costumbre. Pistas, dicen, ya tienen.

Por la forma en la que estaban repartidos los alimentos se llegó a pensar si se trataría de algún ritual. También por la variedad de cosas que allí aparecían. Parece que no, y que el responsable de deshacerse de tales elementos puede ser algún hostelero.

Ayer por la mañana el solar junto al que aparcan muchos pacientes que acuden al Hospital Teresa Herrera volvió a aparecer salpicado de carnes, verduras y restos de pescado en mal estado.

Curiosamente, las tres coliflores de colores ya no estaban, pero en su lugar yacían otras tantas, esta vez con las tonalidades tradicionales. Nunca se pensó que esa verdura -que realmente es una inflorescencia y cuyo cultivo se introdujo en España en el siglo XVIII- tendría tanto protagonismo.

Una vez más no estaban solas, y con algún pescado y huesos varios de animales, compartían espacio con otras frutas y hortalizas en distinto grado de descomposición. Si el miércoles había piñas y naranjas, ayer entre en el vertedero ilegal se podía ver algún coco.

Más allá de lo insólito de la variedad y la coloración vegetal, el autor del vertido se expone a una sanción de «varios miles de euros», según el Ayuntamiento, que lo busca para denunciarlo por un delito contra el medio ambiente.

Hace años que el consistorio se puso firme para acabar en el municipio con los vertederos ilegales. Si actualmente aparece alguno es una excepción. No solo las multas sirvieron para acabar con esas malas prácticas, sino también la mejora del servicio de recogida de basuras. Quien tiene enseres de los que deshacerse llama al 010 y quien tiene un local de hostelerías dispone de contenedores apropiados para sus residuos. De ahí que sea difícil de entender que alguien lleve hasta la ría sus coliflores.