Diez años del proyecto del Orzán: ¿Qué queda de aquel Soho coruñés?

Mila Méndez Otero
m. m. otero A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

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MARCOS MÍGUEZ

Una peatonalización a medias, pintadas, edificios ruinosos y alquileres disparados frenaron el despegue del rincón bohemio

30 ene 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Hace diez años en el Orzán hubo un pequeño bum. Una eclosión de aperturas a la que dio alas la semipeatonalización de la calle. Hoy, el nombre del colectivo que reúne a los comerciantes es lo más palpable que queda de aquel proyecto: el Soho, como el de Londres, pero en A Coruña. «La asociación está algo parada», admite Amilcar Busto. Ya no se celebran los mercadillos los fines de semana ni las sesiones con artesanos de antes. Su negocio, Chueco, una tienda de cueros, es previo a aquel estallido que siempre se quedó a medias. Empezó hace unos veinte años. Justo la mitad es el tiempo que lleva Patricia Rico atendiendo detrás del mostrador. «Arela es la única tienda de las que abrió en el 2010 que continúa», avanza.

Su taller de bicis, Infinite Project, cumple cinco años. Abrió en medio de una cascada de cierres en el Orzán, «porque veía proyección en esta zona». Hoy, no piensa en marcharse. «Habría que peatonalizar y dar más servicios para que vengan por aquí andando», defiende Gabriel Gundín
Su taller de bicis, Infinite Project, cumple cinco años. Abrió en medio de una cascada de cierres en el Orzán, «porque veía proyección en esta zona». Hoy, no piensa en marcharse. «Habría que peatonalizar y dar más servicios para que vengan por aquí andando», defiende Gabriel Gundín MARCOS MÍGUEZ

Cumplido el primer decenio de aquel intento, hacen balance. A pesar de la peatonalización de este extremo de la calle, el más próximo a la plaza de Pontevedra, los coches siguen pasando, las rehabilitaciones avanzan a un ritmo lento y la limpieza es mejorable. El Orzán sigue siendo epicentro del ocio nocturno. «Alguien del Ayuntamiento debería pasear por aquí un viernes o un sábado por la mañana», desliza Patricia.

Aunque empezó como mayorista especializada en la importación de muebles chinos, la crisis obligó a diversificar. «Es una tienda alternativa, como las que abrían aquí», destaca. «Sobrevivimos porque somos mayoristas», añade la dueña de Arela.

Patricia abrió Arela, un bazar referente en la venta de productos exclusivos asiáticos como fulares de bambú, muebles antiguos, bolsos o pinturas, hace diez años
Patricia abrió Arela, un bazar referente en la venta de productos exclusivos asiáticos como fulares de bambú, muebles antiguos, bolsos o pinturas, hace diez años MARCOS MÍGUEZ

Los alquileres

Los efectos de la crisis, que coincidieron con la reurbanización del Orzán, la falta de un mayor compromiso municipal por recuperar el espacio, y, sobre todo, los alquileres, taponaron el despegue. «Tan pronto empezaron a reformar, los dueños de los bajos dispararon los precios», dice Patricia. «Prostitución sigue habiendo, pero se ha desplazado a otro punto y no influye. Antes, esto era el Bronx. Lo peor son las mensualidades. Piden de 400 a 700 euros por local. Son precios muy caros para el tipo de tiendas que hay aquí», destaca Amilcar.

Un veterano. Amilcar Busto forma parte de la Asociación Galega de Artesáns. Regenta una tienda especializada en cuero que es, probablemente, la más veterana de este extremo de la extensa calle Orzán, el que conduce al Eusebio da Guarda o Hacienda
Un veterano. Amilcar Busto forma parte de la Asociación Galega de Artesáns. Regenta una tienda especializada en cuero que es, probablemente, la más veterana de este extremo de la extensa calle Orzán, el que conduce al Eusebio da Guarda o Hacienda MARCOS MÍGUEZ

Gabriel Gundín, uno de los últimos en incorporarse al vecindario, sube la cantidad. «Hay alquileres de 1.200 euros, han subido muchísimo», destaca. Abrió su tienda y taller de bicis, Infinite Project, hace cinco años.

Una barbería, un centro de tatuajes o dos peluquerías son sus establecimientos vecinos. «Locales con personalidad, no son franquicias, sino pequeños negocios de gente joven con ideas frescas, como hay en otras ciudades de Europa», describe Gabriel. «En breve va a abrir una inmobiliaria y el bajo de al lado se está reformando», avanza Patricia, que cree en las posibilidades de la calle bohemia. «Ahora los alquileres bajaron, pero siguen caros», añade la comerciante.

«Abro de lunes a viernes, la movida es por la noche, no es lo que más afecta. Lo que más afea la zona son los edificios sin rehabilitar, y que no sea totalmente peatonal. Se supone que a partir de las 11.00 horas no pueden pasar coches, pero pasan, y algunos muy rápido», comenta Gabriel.

«No consiguió convertirse en un lugar de paso. Mucha gente, sobre todo mayor, aún esquiva el Orzán para ir de San Andrés a Riazor. Esto es lo que hay que cambiar», concluye Patricia. Y, para eso, son necesarios negocios. La cara más acogedora de cualquier vecindario.