Réquiem por el helado de fresa de La Italiana

Alfonso Andrade Lago
Alfonso Andrade CRÓNICAS CORUÑESAS

A CORUÑA CIUDAD

Foto de archivo, durante los momentos de bonanza de La Italiana
Foto de archivo, durante los momentos de bonanza de La Italiana Oscar Vazquez

El cierre del negocio de la Marina, fundado en 1950, deja a los coruñeses sin un producto artesano de gran calidad

22 feb 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

No sé si los que sufrimos en su día la funesta pérdida del helado de mantecado de La Ibense, a cuya privación siguió una merma previsible en la calidad de mantecados, vainillas y similares, estamos preparados para recibir este nuevo y doloroso impacto del cierre de La Italiana y, en consecuencia, de la desaparición de sus helados de fresa y yogur con fresas. Porque hay muchos helados de fresa... Y después está el artesano de La Italiana, que es (era) insuperable.

Supongo que cada heladería tiene sus especialidades, más allá de que cada cliente imponga sus gustos, solo faltaría. En el caso de La Italiana, el consenso entre mis conocidos eleva por encima de la nota media (bastante alta) el chocolate, el pistacho, la vainilla, el mango... Y por supuesto, la fresa y el yogur con fresas.

Salvo reaparición sorprendente, el adiós parece irreversible, y la verdad es que la simple tarea de ponerme a buscar un sabor ya no igual sino parecido me produce una inmensa pereza porque temo que va a ser una labor de mucho tiempo y tal vez estéril, como sucedió con el célebre mantecado del Cantón Pequeño y la quimera de encontrar un sucedáneo.

No era aquella la única especialidad de La Ibense, que desde mi punto de vista era la gran heladería de la ciudad y puede que de Galicia. Casi nadie tenía en aquel momento en carta la leche merengada, que era otra referencia. Como los clásicos: chocolate, fresa, limón y avellana, este último también magistral.

La avellana, en cambio, creo que no estaba entre los sabores más logrados de La Italiana. O tal vez lo estuvo en algún momento y su ocaso fue paralelo al declive del negocio. Porque, no nos engañemos, la caída se veía venir. El pasado verano desaparecieron un montón de sabores de la magna oferta del establecimiento. Por no hablar del horario de apertura, que menguó hacia la noche, de manera que los que salían un poco tarde de tomar los calamares en la Estrella se encontraban la puerta cerrada y tenían que buscar otra alternativa. Síntomas poco halagüeños para este negocio originario de Langaro pero con ADN coruñés desde 1950, que jamás había tenido tanta competencia como ahora, con una decena de heladerías tentando paseantes entre San Nicolas y Puerta Real.

Contaba en La Voz de Galicia Giovanni de Cesero, fundador de La Italiana, la labor pedagógica que tuvo que hacer al principio con sus helados, pues había gente que compraba un cucurucho para llevarle a su hijo «sin saber que el producto se derretía». Ya entonces armaba él un recetario de sabores que sería la base de sus mejores creaciones, como el helado de fresa o el de yogur con fresas, difíciles de superar.