La larga noche del primer gran apagón de A Coruña

Fernando Molezún A CORUÑA

A CORUÑA CIUDAD

Kopa

El mástil de un velero que entró por la ría de Betanzos tocó en el Pedrido en uno de los cables que conducía la energía eléctrica y dejó a la ciudad totalmente a oscuras

23 sep 2020 . Actualizado a las 13:56 h.

El 23 de septiembre de 1914 A Coruña vivió su noche más oscura desde que se instaló el alumbrado eléctrico en la ciudad. Desde el atardecer a la madrugada del día siguiente la ciudad vivió su primer gran apagón y, «como no hay instalado ningún alumbrado supletorio para casos de avería e interrupción de la corriente» -según rezaban las crónicas del día siguiente- hubo que esperar a que se localizase la avería y se reparase para poder volver a encender la luz.

El origen del apagón estaba en la llegada de un velero con dos altos mástiles que entró por la ría de Betanzos y que, a la altura del Pedrido, tocó con uno de sus palos uno de los cables que desde la fábrica de A Capela conducían la energía eléctrica hasta la ciudad, Pontedeume, Sada o Betanzos, localidades afectadas todas por el corte de suministro. La avería afectó también a la comunicación telefónica, ya que «el cable, con su soporte, cayó, arrastrando consigo el hilo y los postes telefónicos», según contaba La Voz de Galicia al día siguiente.

Hasta las once de la noche, según relata esta crónica, «todavía fue dable discurrir por las calles céntricas, merced al alumbrado eléctrico o de gas que a una parte del comercio suministra la otra fábrica; pero después de esa hora la oscuridad fue total y terrorífica». Por eso desde el Ayuntamiento se pusieron en contacto con la empresa de los tranvías eléctricos «que conservaban corriente a merced de acumuladores», para que los coches iluminados interrumpiesen su servicio y se situasen a lo largo de la línea para dar luz en las zonas de mayor penumbra.

En esa noche oscura se aumentó la vigilancia pública, y solo se registraron incidentes que este diario calificó como «cómicos», con improvisadas procesiones con velas «entre cánticos y humorísticas letanías» protagonizadas por los jóvenes, que tomaron el apagón como excusa para montar una fiesta, ya que la luz no volvió «hasta que la ciudad ya dormía».