Y la gaviota se comió el cruasán

Sandra Faginas Souto
Sandra Faginas CRÓNICAS CORUÑESAS

A CORUÑA CIUDAD

MARCOS MÍGUEZ

En Coruña ahora las gaviotas entran hasta la cocina, en un «Masterchef» que las hace saborear suculentos platos en tu casa

15 abr 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Esta imagen no es extraña para un coruñés, pero sí para alguien de fuera que se instala por primera vez en la ciudad. Sucedió así. El turista bajó de la habitación del hotel y se sentó en la terraza a desayunar, pidió un cruasán y un café para disfrutar de las vistas y del sol de la mañana de A Coruña. De repente echó en falta el periódico, así que el hombre se levantó a buscarlo dentro, a la barra de la cafetería. Al salir, sonreía tan pancho en ese amanecer idílico, pero cuando se acercó a su mesa dispuesto a disfrutar de su primer almuerzo, solo tenía el café, su cruasán ya no estaba allí. Giró la cabeza buscando al ladrón de cruasanes, echó un vistazo hacia el local por si él mismo podría haberse despistado en el vaivén, pero no, ni rastro del cruasán. A su lado, un hombre que se sintió acusado por la mirada del turista se defendió con una frase que, con la entonación coruñesa, hasta podría sonar a pitorreo: «Se lo comió la gaviota». Con el dedo mirando al cielo, el coruñés hizo que el turista levantase el vuelo de sus ojos incrédulo, pero la gaviota ya gozaba de su desayuno como la mejor de las turistas en una plácida mañana.

En Coruña ahora las gaviotas entran hasta la cocina, en un Masterchef que las hace saborear suculentos platos en tu casa, cuando no se meriendan el bocadillo de los niños en un despiste en el parque o en la playa. Son odiosas y se han hecho con la ciudad en un terror tan fílmico que no es la primera vez que una se tapa las orejas a lo Tippi Hedren si tiene que pasar por una acera en la que ellas sobrevuelan a sus anchas. Ese ruido, que es un griterío que da pánico, nos acompaña como una banda sonora que a los que son de fuera les puede parecer que ilustra una imagen de postal. Pero para nada. Las gaviotas son nuestras ladronas de cruasanes y, pronto, ya lo verán, se beberán nuestro café.