Rebeca Ramón-Pardo y Margot Alvarado:«No llega con que te guste un chico. Te tiene que gustar cómo te trata»

Loreto Silvoso
loreto silvoso A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

EDUARDO PEREZ

«Twerking» es un corto escrito, dirigido y producido por mujeres en A Coruña

20 nov 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Si hay algún pedagogo en la sala, preste atención, por favor. Rebeca Ramón-Pardo y Margot Alvarado acaban de crear una ficción de catorce minutos que puede ser muy útil para orientar a los adolescentes en su despertar sexual. Se llama Twerking y es su primer cortometraje.

Pregunta. ¿Cómo se gestó la idea?

Rebeca Ramón-Pardo. Debatiendo un día con dos amigos, me argumentaban que «hay niñas de 13 años que son muy provocativas». Decidí plasmar las trabas que se encuentra por el camino el despertar sexual femenino.

P. ¿Se refiere a cuando te conviertes en una mujer objeto sin darte cuenta?

R. R-P. Son edades en las que hay una exploración de la sensualidad, pero esta no tiene ningún objetivo. Ellas no están buscando nada, es que ni siquiera saben lo que están haciendo.

P. En este caso la protagonista se pone a perrear (acepción local del twerking, baile con movimientos muy marcados de glúteos) y de ahí el título del corto.

R. R-P. Sí, ella hace cosas que socialmente están aceptadas. Hacer twerking mola, pero eso que mola, a la vez, también te pone en peligro.

Margot Alvarado. Tengo una hija adolescente y todo lo que cuenta Rebeca es lo que yo vivo. Son esos momentos cuando empiezan a despertar la sensualidad, y les dices que no lleven la ropa tan corta o que no se maquillen.

P. Pero no envían señales a nadie.

R. R-P. A veces pedimos a las chicas jóvenes que tengan una responsabilidad abrumadora sobre algo de lo que no son conscientes.

P. ¿Erran tanto los que las ven como un objeto como los que intentan protegerlas?

M. A. Como madre, esto me cuesta un mundo entero. Ver a mi hija en esa posición me resulta difícil. Me encantaría que ella fuera libre, pero mi manera de protegerla es limitándola. Hay veces en las que le tengo que decir: «No vayas a ese sitio, no lleves esa ropa, sé discreta...». Quiero que sea libre pero que no se le juzgue y eso no existe.

P. Hay una frase muy dura sobre eso en el arranque del corto.

R. R-P. Uno de los chicos dice «Aprovéchate de ella porque ya le han salido las tetas». Recogí la frase porque me la contó un amigo. Nos hemos olvidado, pero todos vivimos eso. Lo que ocurre es que cuando nos convertimos en adultos y somos los protectores lo que hacemos es cohibir a las niñas muchísimo. Ellas están haciendo algo que es totalmente natural, pero nosotros estamos preocupados porque no vivan algo que les resulte incómodo.

P. Esa incomodidad llega cuando la protagonista se va con los chicos al piso de uno. Recuerda a lo ocurrido con la Manada.

R. R-P. En Twerking no pasa nada que llegue a poder ser denunciable pero, sin embargo, te puedes llegar a sentir muy incómoda. Una cosa es leer la noticia de la Manada y otra verlo desde el punto de vista de una persona sufriente y sintiente. Quería meterlo en el plano emocional.

P. ¿Hay respuesta para los interrogantes que plantea su corto?

R. R-P. Sí, lo que termina diciendo la madre de la protagonista: «Cuando te gusta un chico, no llega con que te guste. Te tiene que gustar cómo te trata. Ese es el secreto». Y además eso sirve para cualquier edad.

P. Si estás en una situación confusa, ¿qué tienes que hacer?

R. R-P. Irte con tu gente de confianza. Lo que viene a decir mi corto es que tienes que ayudarles a tener criterio, sabiendo que alguna vez se van a equivocar, pero que sepan seguir realmente su deseo y no el de complacer a los demás.

Rebeca Ramón-Pardo: Su mayor pasión es actuar pero es guionista. Quería poner en valor el orgullo de barrio y de clase, por eso rodó su corto, en el que se habla koruño, en el Agra do Orzán. 

Margot Alvarado: Actriz y productora dominicana, pero gallega de adopción desde hace más de treinta años.

«Algunas madres ven necesario moverlo por los institutos»

Rebeca Ramón-Pardo y Margot Alvarado se conocieron en un curso de guion de Ozo Perozo.

P. ¿Cómo fue el estreno?

M. A. Las primeras personas que lo han visto se sienten identificadas con lo que contamos.

R. R-P. Ya durante el proceso de elaboración del corto, muchos nos decían que habían vivido una situación así. No tan extrema como la de Elsa, pero sí la incomodidad de no saber qué pasa.

P. ¿Son los micromachismos que están en la parte invisible del iceberg de la violencia de género?

R. R-P. Sí, pero es abrumador la cantidad de chicas, y también de chicos, que han estado en situaciones con las que no estaban de acuerdo o en las que estaban incómodas con otros chicos.

M. A. De hecho, en el estreno algunas madres nos plantearon la necesidad de moverlo por los institutos, que es uno de nuestros objetivos.

R. R-P. En realidad, desde la concepción del corto tuvimos esa idea. Más que ir por los colegios, creo que es importante ponerlo a disposición de los pedagogos. Es decir, de profesionales que quieran hablar de este tema e ilustrarlo con esto. Nosotras no somos expertas en formación, pero Twerking es útil para abrir interrogantes con los que luego orientar a jóvenes y adolescentes.

P. Aparte de actriz, guionista y productora, ambas trabajan como teleoperadoras en su día a día. ¿Un corto se hace por amor al arte o por qué se hace?

M. A. Un corto se hace para arrancar y ver el funcionamiento interno del sector audiovisual.

R. R-P. Un corto se hace para aprender. La única forma de adquirir experiencia es hacer y crear tus propias historias. Puedes ir a todos los cursos de guion o de interpretación del mundo, pero esta profesión es un trabajo artesano que hay que aprender.