Leonardo Tomé, presidente de los placeros de Elviña: «Dentro de poco cumplo 64 años y llevo cotizados casi 50»

A CORUÑA CIUDAD

Leonardo Tomé, presidente de los placeros de Elviña.
Leonardo Tomé, presidente de los placeros de Elviña. CESAR QUIAN

Asegura que «hay demasiados mercados» en A Coruña

04 dic 2022 . Actualizado a las 13:00 h.

Es un frutero que habla claro. «Ser placero es algo más que un dependiente», afirma el presidente desde hace 18 años de la asociación que agrupa a los profesionales del mercado de Elviña. «Solo hay dos puestos cerrados. Es de los mejores de Galicia en cuanto a porcentaje de ocupación. Hace poco llegamos a los 10.000 pedidos por Kibus e hicimos un sorteo entre los clientes. Vamos bien, pero en A Coruña hay demasiados mercados. Hay que plantearlo en serio con el Ayuntamiento. Con cuatro o cinco sería suficientes», reflexiona Leonardo Jesús Tomé Rodríguez, copropietario de la frutería Dori Rocha, el puesto más grande del mercado que preside. «Estar al lado de un Gadis es una oportunidad. Cerca de un rico el pobre coge alguna migaja, si lo tienes enfrente no», sentencia. Lleva toda la vida trabajando, pero hasta que conoció a su mujer no sabía nada de manzanas y de coliflores. «Estudié en el colegio Miramar de los Castros y en el Masculino, pero lo dejé. Empecé a trabajar en 1973 en la churrería La Popular que estaba en la calle de la Franja. Después en la juguetería Sarape de la calle Real y, los fines de semana, ejercía de camarero en los salones Pastoriza. Dentro de poco cumplo 64 años y llevo casi 50 cotizados», destaca.

El contacto con la fruta

A Dori, su mujer, la conoció precisamente en Pastoriza. «Vino a una boda y me atreví a pedirle una cita», recuerda. Ella es de la familia de los Rocha, que siempre fueron fruteros. El padre de Leo trabajó en la fábrica de armas y más adelante lo cambió por el muelle. Por las noches con el pescado y de día pintor de brocha gorda para sacar adelanta a cinco hijos. Leo tiene dos, Sergio, de 35, que es el actual speaker del Deportivo, y Patricia, de 30. Su familia política decidió montar un negocio en lo que entonces era un barrio nuevo, que estaba naciendo, la segunda fase de Elviña. «Sabía que esto nos iba a dar para vivir. Empecé con ella en 1981 en el mercado antiguo. Es cierto que de fruta no tenía ni idea, pero sabía vender. Creo que sé estar con el público. Durante 12 años, por las tardes, trabajé en el Gadis del Orzán. Mis hijos protestaban porque apenas estaba con ellos», relata. Charlamos en la cafetería Habaziro de Matogrande, entre su casa y el mercado que tanto quiere. «Soy un apasionado de mi plaza», dice.

La soledad del autónomo

En casa del herrero... «Solo tomo naranjas y piña. Y de verduras brécol, grelos... Y poca coliflor... Pero pruebo lo que compramos. Por ejemplo, llegaron cerezas de Chile y creo que es importante saber cómo saben para recomendarlas a los clientes. Me levanto temprano y a las seis de la mañana ya estoy por el Mercado de Frutas. Lo que da valor al negocio es que el que compra lo vende. Y, además, el trato personal», analiza. Entre unas cosas y otras no tiene mucho tiempo libre ni oportunidad de cultivar aficiones. «Leo libros de historia de España, que es algo que me gusta. Hasta me matriculé en la UNED, pero lo dejé. Salvo dar un paseo con mi mujer no tengo aficiones. Un autónomo es una persona más solitaria, por ejemplo, que el trabajador de una empresa. En nuestro caso es más complicado quedar con alguien», afirma mientras da un sorbo al café. No pide ningún dulce, y eso que reconoce que lo suyo con el azúcar es una pasión. «Soy devorador de buenos dulces. Y los mantecados o turrones de Navidad me gustan muchísimo. Más que los productos salados. Me vuelven loco las confiterías», confiesa. Leo es un hombre optimista, de los que siempre ve la botella medio llena y las frutas en su punto. «En nuestro mercado trabajamos 62 personas y hay muchos placeros que tienen empleados. Hay una gran visión empresarial, más que en otras plazas», asegura este hombre que no soporta a la gente miserable. «Me refiero a los chorones, a los que protestan por todo y no están contentos con nada», sentencia.