Aquí vengo a por el postre

Noelia Silvosa, Tania Taboada, Cándida Andaluz, Begoña R. Sotelino

CULLEREDO

ANGEL MANSO

A NADIE LE AMARGA UN DULCE, Y por eso hay locales que se esmeran en dejarnos un buen sabor de boca. ¿Tarta, pastel o helado? Tú eliges en este recorrido en el que nos vamos directamente a las últimas líneas de la carta. Marchando una ración de azúcar.

22 may 2017 . Actualizado a las 16:00 h.

En estos locales lo mejor está siempre por venir. Auténticos especialistas en dejarnos un buen sabor de boca, nos vamos por algunos de esos sitios en los que merece la pena hacer un hueco y reservarnos para las últimas líneas de la carta. Esta ruta es para larpeiros, así que empecemos por el postre. Seguro que después de verlos te animas a probar más de uno.

LA CASA DE LAS TARTAS

Si toca hablar de tartas hay que hacerlo desde A Casa do Cura, en Culleredo. Por algo tienen más variedad que en algunas dulcerías. Las responsables son Yoly y Sheila, sus reposteras, que crean entre doce y quince tartas diferentes cada día. «Dende que comezamos a nosa andadura, hai aproximadamente cinco anos, sempre tratamos dun xeito especial o noso apartado dedicado ao postre, que nós bautizamos como Larpeiradas da Monxa», señala Rubén Naveira, el dueño del restaurante, que añade: «Todos os postres que poden degustar no noso local son elaborados dun xeito artesanal». Tanta tarta da para mucho, así que los sabores a probar son todos los que uno se pueda imaginar. «Son ben diferentes, así que o cliente pode comer tarta de queixo e mazá, queixo e Nutella, queixo e froitos vermellos, mascarpone, framboesa e limón, chocolate e laranxa, nata e fresas, Kinder Bueno, Ferrero, mármore de chocolate e vainilla, choco belga, queixo e froita da paixón, e un longo etcétera», detalla Naveira. Aquí tienen muy claro cuál es el truco de tanta delicia. «O truco real é que as nosas compañeiras se dedican a isto por amor á repostería, unha repostería que defende na medida de todas as nosas posibilidades o produto galego... aínda que agora está moi de moda chamarlle a isto repostería americana... ¡pero quen no comeu dende pequeno nas nosas festas populares unha tarta feita de biscoito e a súa crema correspondente!», reivindica el propietario, que destaca el mimo de las autoras de los postres, muy meticulosas con las presentaciones. Tanto triunfan sus creaciones que, aunque en un primer momento la intención era solamente venderlas como postre en el local, las repetidas peticiones de los clientes hicieron que decidiesen, además, hacerlas bajo encargo para recoger allí. Si queremos algo más digestivo, A Casa do Cura también oferta helados artesanos de Bico de Xeado para celíacos. Así, ¿quién no va con la idea de darlo todo en el postre? Ya habrá tiempo para quemar calorías pero, de momento, seguimos la ruta del azúcar por Lugo.

ALBERTO LÓPEZ

LA PALLOZA, EN LUGO

Las que estén con la operación bikini no lo pasarán bien. Verlos y no probarlos será decisión complicada. Solo podrán resistirse aquellos que estén dotados de una fuerte personalidad y, aun así, probablemente acaben con el mítico dicho: «Un día es un día. Hoy hago una excepción». Nos referimos a todos aquellos comensales que acudan al restaurante La Palloza para disfrutar de una comida o cena. A la hora del postre, la situación será complicada. Y es que este emblemático establecimiento, ubicado a cuatro kilómetros de la capital lucense, dispone de una gran variedad de postres; cada cual con su mejor sabor. Aquí la pinta no engaña. Entre las opciones a elegir se encuentran las cañas rellenas de crema pastelera y un toque de canela, brownie de chocolate, tarta de queso con fresa o helados artesanales... platos dulces muy sencillos, pero preparados con un total esmero para que además de resultar atractivos a la vista, dejen un sabor de boca excepcional. «Es el cierre y la coronación de toda comida. Es por ello que tiene que ser perfecto hasta dentro de su sencillez», opina Ramiro López, propietario del establecimiento.

El objetivo del dueño de La Palloza es que los comensales disfruten y abandonen el restaurante satisfechos. Y para que se levanten de la mesa y se despidan del local con un mayor sabor de boca les ofrece como broche final esta amplia variedad de postres. «Tratamos de terminar en equilibrio y en perfecta combinación con los platos que componen la comida o la cena», manifestó Ramiro López.

En este restaurante lucense consideran a los postres una parte fundamental de la carta. Por eso, todos son de elaboración casera y siempre intentan tener una perfecta armonía de sabores para, a su vez, sorprender a los paladares de los comensales. Un ejemplo de que acabar con un buen postre es tan importante como la comida.

MIGUEL VILLAR

O COUTO, EN OURENSE

En la ultima década han aparecido en la ciudad de As Burgas un buen número de establecimientos que ofrecen dulces a precios populares, por ponerle un nombre, y otros especializados en algún tipo de pastel en concreto. Pero siguen resistiendo aquellos en los que los ourensanos se sienten como en casa. Uno de estos lugares es la pastelería O Couto. Con tres confiterías en la ciudad, solo una de ellas, la de la calle Santo Domingo, ofrece la posibilidad de degustar pastelería casera, mientras te tomas un café, un chocolate o un refresco. Eso es lo de menos en O Couto. Es de esos lugares en los que existen los clientes de toda la vida, aquellos que se levantan diez minutos antes, para ocupar ese espacio de tiempo antes de trabajar en departir sobre las noticias del día mientras degustan bollería recién hecha. En O Couto ofrecen todo tipo de pasteles tradicionales. Desde bollería, como palmeras a cruasanes para disfrutar de un desayuno completo, hasta las tartas de fresa, almendras, chocolate o frutas variadas para aquellos que necesitan un tentempié a media mañana o ya por la tarde; además de pastas, bombones o bandejas de pequeñas delicatesen de dulces variados para llevar a casa. Un gran mostrador de cristal da la oportunidad al cliente de poder ver las creaciones culinarias que parten de sus hornos. «Son caseros», destacan las empleadas del establecimiento. A primera hora de la mañana los clientes prefieren la barra de la confitería para tomar algo «rapidito», pero según va avanzando la jornada las mesas empiezan a llenarse. La confitería O Couto nació en 1930. La elaboración de pastelería artesanal, bombonería de fabricación propia o los regalos con paquetería artística son algunos de los servicios que ofrecen a toda la provincia. Ha evolucionado con el tiempo. Con la entrada del milenio y de las nuevas generaciones, el negocio se diversificó. Una parte de la familia se quedó con la confitería y otra se dedicó a las comidas. Además de los dos establecimientos que siguen llevando el nombre del barrio ourensano, la empresa ha abierto un nuevo local, Dulce Vendetta, en A Ponte.

Oscar Vazquez

CHICOTE, EN VIGO

No hay vigués amigo de la comida italiana con toque argentino que no conozca el Chicote. Fue de los primeros. En sus mejores años llegaron a tener tres locales. Hoy son dos y siguen siendo infalibles en el cénit de las comidas. Sus postres han marcado a una generación que aún puede disfrutar de ellos en los dos establecimientos, el de siempre en la calle Simón Bolívar y otro en García Barbón, con una de las mejores terrazas de la ciudad. Pablo Martínez es el encargado de este último. Su padre, Belarmino, ya jubilado, puso en marcha junto a Isaac Mosquera los restaurantes que ahora suenan a chef de la tele, con el sello simple y efectivo de la gastronomía alpina fundida con el dulzor rioplatense. A los clientes de Chicote se les van los ojos detrás de las tartas que exhiben en la vitrina bajo la barra. Es de esos sitios donde pides menos para llegar hasta ese momento con hueco en el estómago para disfrutarlas. Hay unas cuantas donde elegir, pero la Mar del Plata es el buque insignia, una bomba de dulce de leche, chocolate y nata que explota en la boca con obscenidad, aunque Pablo asegura que el chocolate está allí puesto para restarle potencia a esa experiencia que haría morir en la gloria a un diabético. La tarta que creó Mosquera, aún al pie del cañón en Simón Bolívar, es tan especial que, como corrobora Pablo, «hay clientes que vienen solo por ella». Pero hay más. Por ejemplo, la balcarce (con nata, almendras, trozos de chocolate, merengue y relleno de dulce de leche. O la de la casa (nata, flan, dulce de leche y yema tostada) o la Chicote (nata al café, fresas, dulce de leche y merengue en bizcocho cubierto de chocolate). ¿Alguien dijo dulce de leche?