El efecto mariposa de Alfonso Molina

Alfonso Andrade Lago
Alfonso Andrade CRÓNICAS CORUÑESAS

OLEIROS

24 jun 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Así como el batir de las alas de una mariposa puede provocar un huracán en otra parte del mundo, el roce del alerón de un turismo en el desvío hacia Pocomaco puede causar un cataclismo en la rotonda del Che. Alcance en Alfonso Molina significa atasco en O Seixal o en el centro de Santa Cruz, y esto lo saben muy bien los residentes en Oleiros, que sufren pesadillas cada mañana cuando tienen que coger el coche para llevar a los niños al colegio o, simplemente, para ir a trabajar.

El efecto mariposa de Alfonso Molina alimenta la teoría del caos, en la que una pequeña perturbación tiene una consecuencia considerablemente grande en un tiempo mínimo. Caos es, para muchos conductores desesperados, sinónimo de Lavedra, puente de A Pasaxe o cruce del Sol y Mar, como caos es también el entresijo de trampas y el laberinto de trámites que urden las Administraciones para perpetuar ese enredo a su antojo, generalmente por intereses políticos.

Solo desde este prisma pueden interpretarse los devaneos del Ayuntamiento con Alfonso Molina, donde cualquier argumento (pasos de anfibios, puentes-albergue…) es válido para retorcer y demorar un proyecto de ampliación imprescindible que ya podría estar en marcha a estas alturas. Y solo desde este prisma se entiende la tomadura de pelo del Ministerio de Fomento con el cruce del Sol y Mar, donde ahora pretende dejar sin ejecutar la partida de 2,2 millones de euros aprobada en los presupuestos de este año para empezar a soterrar el tráfico y aliviar los atascos en esta intersección de Perillo.

Hace cuarenta años, Fomento puso en este cruce un semáforo que habría que proponer para el récord Guinness de las averías y que tiene un pulsador para peatones que ya no funciona. Poco más. Hoy, 90.000 vehículos diarios siembran el desorden en la intersección mientras el atronador sonido de los tráileres constituye el hilo musical de las viviendas más próximas. «A partir de las cinco de la mañana, los camiones ya no nos dejan dormir», explicaba el miércoles Loli Barge, una vecina, a la periodista Elena Silveira.

Será por casualidad, o quizá porque es época de lepidópteros, no sé, pero lo cierto es que estos días aletean cientos de mariposas en las márgenes de la avenida de Alfonso Molina y el entorno del puente de A Pasaxe, mientras Loli Barge, Rosa María Sánchez, Maruja Fernández y otros muchos vecinos de Perillo revolotean como pueden entre el caos de polución y ruido del cruce del Sol y Mar, a la espera de que los astros de la política -es decir, las elecciones- se alineen adecuadamente para aportar un poco de orden -es decir, presupuesto- a los anárquicos accesos a nuestra ciudad.