Vecinos de Perillo, ante las obras de las pasarelas de la N-VI: «Esto lleva abandonado dos meses»

María M. Guntín, C. A. OLEIROS / LA VOZ

OLEIROS

ANGEL MANSO

Tres meses después del incio de los trabajos, que tienen un plazo de ejecución de ocho, la obra presenta un aspecto parado

12 feb 2019 . Actualizado a las 13:05 h.

Las obras para instalar dos pasarelas sobre la AC-12, en la antigua N-VI a su paso por Perillo, están «en pausa» según explican los vecinos y comerciantes de la zona. Tres meses después del inicio de los trabajos, que tienen un plazo de ejecución de ocho, la obra presenta un aspecto parado. La primera de las pasarelas estará situada a la altura del concesionario Volvo y lo único que hay en el lugar son algunas vallas que marcan la zona de trabajo. En la segunda, frente al supermercado Mercadona, solo hay unas estructuras metálicas ya oxidadas que marcan lo que serán los pies de los pasos elevados. 

Los afectados

«Como ves, son las cinco de la tarde y nadie está trabajando en las pasarelas», cuenta una de las vecinas de la zona, que pasa habitualmente por la AC-12 para ir al trabajo. «Esto es algo que hace falta porque estamos cruzando por el medio de la carretera», explica Suellen Medeiros mientras señala a un grupo de personas que atraviesan la calzada por una zona no habilitada. «Si quieres hacerlo bien, son 30 minutos más andando», añade la mujer, que también cuenta la necesidad de que haya más rotondas que regulen el tráfico, «muy saturado a estas horas».

«Es muy necesario que construyan las plataformas y que en dos meses hayan hecho esto es una tomadura de pelo porque quieres cruzar al otro lado y no puedes», comenta Carmen, otra vecina de Perillo que explica la necesidad de que existan más pasos elevados a lo largo de la N-VI. «Lo peor es para los coches porque dar la vuelta es un rodeo enorme y siempre hay mucho tráfico», cuenta Luis Carrera, que cree que los problemas de la vía son mayores para los conductores que para los peatones. 

Convivencia de usuarios

Los ciclistas son otros de los usuarios habituales en la AC-12. Algunos circulan por el arcén y, otros, por la calzada. «Lo nuestro es algo sin solución, vemos cómo los coches pasan a escasos centímetros de nosotros sin inmutarse y, si vamos por la acera nos llaman la atención», cuenta Antón, que pasa a diario con su bicicleta por la vía. Para él, las pasarelas «resultarían inútiles» a no ser que hagan un ascensor, «algo que parece poco probable, pero habrá que esperar», explica.

Los comerciantes también se ven afectados por el retraso en las obras. «Esto lleva abandonado dos meses y estos días no hay nadie», cuenta Jesús Fernández, que trabaja en el concesionario de Volvo frente al que se situará la pasarela. «Esto es industrial y a la hora de hacer obras tenían que haber pensado que la mayor parte de la gente viene en coche y que si quieren dar la vuelta tienen que conducir dos kilómetros», explica el hombre, que también se verá afectado por la obra ya que le expropiarán una parte de su terreno. Mientras, las vallas que señalan el recinto en el que se hará el paso elevado provocan la inutilización de algunas plazas de aparcamiento. «Este es otro de los problemas gordos, que no haya donde dejar el coche», añade. 

Ascensores

Las obras empezaron de manera oficial el 12 de noviembre, después de que el Ministerio de Fomento adjudicase la ejecución del proyecto por casi un millón de euros. Está previsto que las pasarelas cuenten con ascensores y escaleras. Asimismo, el Concello será el encargado de hacerse cargo del mantenimiento de los dos pasos elevados, con la condición de que cumplan los requisitos acordados que incluyen la presencia de elevadores en las dos pasarelas, según dijo en su momento el alcalde de Oleiros, Ángel García Seoane.

Otro de los problemas de la zona es la poca distancia que separa el arcén por el que transitan los peatones de la calzada, que tiene una intensidad de tráfico diaria de más de 60.000 vehículos.

Con estas pasarelas serán cinco los pasos elevados entre el puente de A Pasaxe y el límite con Cambre. Las obras se adjudicaron a la UTE formada por las empresas Emesa y Francisco Gómez y Cía, que fueron seleccionadas entre un total de 15 ofertas por un importe de 922.068 euros.