Crímenes con ataúdes blancos

Alberto Mahía A CORUÑA / LA VOZ

PADERNE

c. quian

Cuatro niños murieron a manos de sus padres o padrastros en los últimos 7 años

22 may 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

José Luis Deus asesinó a su único hijo de apenas 14 meses prendiéndole fuego a su coche con el pequeño dentro. Javier Estrada mató a golpes a los mellizos de 10 años que tenía su pareja. Marcos Miras acabó con la vida de su crío de 11 años el Día de la Madre, hace hoy dos semanas. A excepción del segundo, eran sangre de su sangre y, pese a eso y a la espera de lo que digan de Mirás los forenses psiquiátricos, los otros eran completamente conscientes de la salvajada que estaban cometiendo.

Tal vez haya quién se pregunte cómo es posible que haya hombres que puedan llegar a matar a su propio hijo o a un niño sin estar locos. Incomprensiblemente y aunque parezca mentira, los hay.

José Luis Deus mató a su único vástago porque matar a su exmujer sería librarla del dolor de perder a un hijo. Y él lo que quería era eso, que tuviera el peor de los sufrimientos. Recién separado de una esposa que huía de los malos tratos, el 2 de octubre del 2010 le tocaba estar con el pequeño de 14 meses. Pasaron el día juntos y por la noche, después de telefonear a su exmujer para decirle que no iba a volver a ver a su hijo, se internó con el coche en un monte de Paderne. Aparcó, abrió una bombona de cámping gas y encendió un mechero. Cuando sintió en su piel el calor de las llamas, el parricida salió del vehículo y dejó a su hijo dentro. Quemándose. Al llegar al lugar la Guardia Civil, le rogó a un agente que le pegara un tiro, que le había dado muerte a su hijo. El caso quedó cerrado. Las excusas del asesino en el juicio, de que quería suicidarse y en el último momento intentó salvar a su hijo de las llamas sin conseguirlo, y que además padecía un trastorno mental, no se las creyó nadie y fue condenado a 23 años de prisión. El 4 de octubre, cumplirá 7 años de estancia en la cárcel de Teixeiro. En el mismo módulo que Alfonso Basterra. Comportándose muy bien y trabajando, lo que le ayudará a empezar a disfrutar de pequeños permisos de fin de semana en cuestión de cinco o seis años, según fuentes judiciales.

Muy cerca de su celda se encuentra la de Javier Estrada, que tendrá que esperar algunos años más para salir de su encierro. Fue condenado a 35 años. Mató a dos niños de 10 años de manera salvaje el 21 de agosto del 2011 y días después lo contó como si nada, sentado frente a las partes con los pies encima del estrado. En una actitud chulesca que solo se le arrugó cuando la jueza lo puso en su sitio, Javier Estrada relató lo sucedido en el tercero del número 13 de la calle de Andrés Antelo. Sin necesidad de tirarle de la lengua, el autor confeso del doble crimen relató que no tenía un buen día. Cuando les explicaba a los pequeños el funcionamiento de un reloj de aguja, uno de ellos lo tiró al suelo y él comenzó a golpes con ellos hasta matarlos. Con un madero y el sillín de una bicicleta. Llamó al 092 y dijo que había asesinado a dos niños. Su madre, María del Mar Longueira, pese a que a esa hora estaba trabajando, fue condenada a 12 años porque no hizo nada por evitar la muerte de sus pequeños. Muy pronto obtendrá permisos penitenciarios.

Javier Mirás podría ser el primero en cumplir prisión permanente revisable

De ser condenado, el hombre que el pasado día 7 mató a su hijo en un sendero de Oza-Cesuras podría ser el primer coruñés al que aplican la pena de prisión permanente revisable. Así que podría pasar la vida entera en una celda; si bien pasado un período de 25 a 35 años se evaluará si su pronóstico de reinserción es favorable y podría quedar en libertad. Esta pena solo se impone en casos excepcionales como terrorismo, asesinatos en serie, de menores de 16 años o cometidos por grupos organizados.

Marcos Javier Mirás, mientras, continúa en su celda de la enfermería de la cárcel de Teixeiro. Aislado y protegido del resto de reclusos, que desde que llegó no han parado de gritarle y amenazarlo con la peor de las muertes.

Defensa incierta

Todavía está pendiente de saber qué abogado lo defenderá después de que la letrada del turno de oficio intenta rechazar su defensa. Esta semana fue explorado por los servicios médicos de la prisión. Desde que entró, toma pastillas para el alcoholismo, para dormir y algún antidepresivo.

Su celda es la número 15 y solo la ocupa él. En la 16, separada por un grueso cristal, se encuentra la del preso de confianza, que vigila que no se autolesione.

En cuanto a la investigación policial, llevada de la mano del juez de Violencia contra la Mujer de A Coruña, los policías tratan de averiguar si usó la pala que había cerca del cuerpo para golpear a su hijo o no. De lo que sí están seguros es de que su primera intención era la de enterrarlo, pero que al final, porque la situación lo superó o por miedo a ser visto, lo dejó a la vista de cualquiera que pasara por ese camino forestal. Lo que no se sabe - Mirás se negó a declarar- es lo que pretendía luego refugiándose en un hostal cerca de su casa.