¿Se ha instalado la cultura de la prisa en la hostelería de A Coruña?: «No me voy a tomar un Prozac para que tú comas más rápido»
VIVIR A CORUÑA
En 55 Pasos reivindican un servicio de tres horas en el que el disfrute de la experiencia gana al postureo. El debate está en la mesa: ¿Cuánto tiempo es razonable esperar para comer en un restaurante?
03 oct 2025 . Actualizado a las 14:06 h.Cuando en el 2004 el historiador canadiense Carl Honoré propuso dejarse llevar por la filosofía de la calma y la contemplación, la tiranía de la hiperproductividad aún estaba en pañales. Acababa de publicar el Elogio de la lentitud y aunque la cultura de la prisa empezaba a hacerse fuerte, quedaban lustros para que estallase el bum gastronómico y para que las redes sociales se convirtiesen en una extensión de la realidad. Hoy, en plena era del Fomo y con casi más restaurantes que habitantes, en A Coruña un local toma el testigo de este modus vivendi y reivindica el disfrute en la mesa por encima del postureo y las stories de Instagram. En 55 Pasos van de cara y avisan a los clientes de que cada servicio puede alcanzar las tres horas de duración, y no tienen previsto cambiar la dinámica. La pregunta es obligada: ¿cuánto tiempo es razonable esperar para comer en un restaurante?
Un sondeo entre hosteleros de la ciudad evidencia que en este tema no hay consenso alguno. Mientras Nataly Rodríguez, dueña junto a Balázs Menyhard de este reconocido establecimiento, cree que los clientes que entiendan la filosofía de su local van a disfrutar como en pocos sitios aun a pesar del tiempo que pasarán en su local de la Ciudad Vieja, otros consideran que hay que saber contentar al cliente con calidad pero también con rapidez y eficacia.
En Eclectic, local fetiche para los amantes de la alta cocina en esta ciudad, consideran importante «minimizar las esperas al extremo proporcionando servicios fluidos y ágiles». Explican que en los restaurantes «suele haber un cuello de botella porque todo el mundo quiere comer a la misma hora y el mismo día, pero como muchos clientes no respetan los horarios, se demoran las comandas». Con todo, en este local de San Andrés piensan que aunque ellos no tardan más de cinco minutos desde que se sirven al menos las bebidas, en esta urbe «hay ofertas de todo tipo» para adaptarse a las necesidades de cada comensal.
Como en 55 Pasos son conscientes de que su sistema no es para todos, siempre avisan a los clientes que cruzan la puerta del local o que llaman para hacer una reserva. Pero hace un tiempo fueron un paso más allá colgando un post en sus redes sociales advirtiendo de cómo trabajan en este restaurante. «Hacemos las cosas con cariño, no nos gustan los atajos, cada cosa lleva su tiempo. Respetamos nuestra salud mental. También respetamos la tuya». Con varias frases explicaron lo que Nataly Rodríguez sintetiza en una frase al conversar con La Voz: «No me voy a tomar un Prozac para que tú comas más rápido». Sin pelos en la lengua, como acostumbra, esta cocinera defiende el eslogan de «Somos lentos» para evitar posibles malentendidos.
«Somos solo dos y no paramos en ningún momento, pero hay gente que no lo entiende. Preferimos hacer las cosas bien que con prisas. Hacemos recomendaciones personalizadas del vino, porque somos unos fanáticos, y nos gusta hacer cualquier cambio del menú para que se adecúe a los gustos del cliente. A veces vamos a sitios, incluso estrellas Michelin, donde casi te echan pese a que tú vas ahí para estar tranquilo disfrutando de una conversación y de la gastronomía. Pero parece que eso ahora es lo menos importante». Se refiere Nataly a que el mero goce de la experiencia culinaria se está perdiendo en favor de «conocer un sitio del que te han hablado, hacer check y poder decir que has estado ahí».
¿Han perdido clientes en 55 Pasos por ser fieles a esta filosofía? «Más bien los hemos fidelizado», responde Nataly. Se refiere a que desde que abrieron el restaurante, hace seis años, se han ganado a unos comensales que saben perfectamente a dónde van y por qué. Y esto es el resultado del éxito que han acabado cosechando. «Pase lo que pase vamos a mantener la calidad de nuestros platos y lo que presentamos».
Según indica Ana Elorza, del mexicano Nana Pancha, «el tipo de cocina influye a la hora de hacer comparaciones». «55 Pasos tiene una cocina muy especial y es lógico que se tomen el tiempo que consideren necesario; de hecho, a mí me encanta ese restaurante». Sin embargo, cree que en su local no se pueden permitir ciertas licencias. «Aquí la gente viene a pasárselo bien, a tomarse unos margaritas y no a estar pendientes de la comida. Aquí servimos muy rápido, también, porque como nuestras elaboraciones tienen que quedar la mayoría adelantadas, podemos permitírnoslo». Ana, que calcula que en Nana Pancha como mucho se tarda 10 minutos en servir la comida, sí piensa que «hemos perdido un poco la paciencia», cuenta en referencia a lo que llama el «efecto Amazon».
En el pequeñísimo Golosía, ubicado en el Orzán, explican que en su local no hacen turnos y, como mucho, los platos se pueden demorar, a lo sumo, «unos 20 o 25 minutos, aunque por lo general menos». Aunque piensan que la gente suele ser educada, recuerdan que prácticamente la única vez que se retrasaron con una comanda, y ocurrió porque se les había estropeado la freidora de aire, la mujer les dejó una mala reseña en una plataforma.