«El crimen es una excusa para contar mi barrio, un mundo que ya no existe»

Héctor J. Porto REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

Jaime Abascal

Un trágico caso de acoso escolar mueve «Tigres de cristal» entre 1978 y el 2015

20 jun 2018 . Actualizado a las 07:13 h.

Toni Hill (Barcelona, 1966) viene a Galicia con su nueva novela bajo el brazo. O más bien regresa. Porque parte de ella la escribió durante un retiro estival en Vilarrodís (Arteixo), adonde llegó huyendo del bochorno barcelonés. «Encierro de trabajo por la mañana y descanso en esas playas maravillosas por la tarde, fue el plan perfecto». En Tigres de cristal (Grijalbo) ha dado un salto sin red desde su zona de confort (ahora se llama así) de la novela negra, la que le ha granjeado un éxito de crítica y ventas de ámbito internacional. Aparca a su inspector Héctor Salgado -ya lo había hecho en Los ángeles de hielo- y se sumerge en una novela de largo aliento, una narración psicosocial que combina costumbrismo, retrato de época, suspense e inspiración autobiográfica. «No abandono la tensión propia del género policial, pero aquí no importa quién hizo qué. Lo sabes ya en las primeras páginas. Lo que importa son las consecuencias de lo hecho aquel 15 de diciembre de 1978, y cómo lo hicieron, cómo ocurrió. Ahí es dónde el relato dosifica el suspense», subraya el autor.

Pero no es el tempo narrativo la única clave. Tampoco el suceso. «El crimen es una excusa para contar mi barrio en los años 70 del siglo XX, un mundo que ya no existe, y ver el contraste con la vida actual», explica Hill, que advierte que tuvo que realizar un notable ejercicio de nostalgia y memoria, y que debió contener esa fuerza para que no lo invadiera todo porque en la construcción de la novela experimentó «momentos emocionales de mucha intensidad». Aunque la mayor parte de la trama se desarrolla en los años 2015 y 2016, admite que llama menos la atención al lector que los pasajes del pasado, en los que los que tienen una cierta edad se reconocen. E insiste en que «no buscaba hacer un Cuéntame, quería hablar del espíritu de una época, no tanto de la vajilla Duralex o el vaso de Nocilla, y ponerlo a la luz de lo que sucede ahora».

Cornellà y los emigrantes

Hill nació y se crio en Cornellà, en el después llamado cinturón rojo barcelonés, y allí vuelve, a la ciudad, al barrio de San Ildefonso que levantaron los emigrantes andaluces, extremeños y gallegos más allá de las vías del tren. La novela es un homenaje a estas generaciones, personas llegadas del campo que, sin formación, desarraigadas, se involucran en la lucha vecinal y obrera para construir una vida mejor. «Tenemos que contar esos años, ese tiempo, porque la gente se va muriendo, y muy pronto nadie podrá contarlo bien». Y es que nadie se ha parado mucho en novelar un universo fundamental en la historia de Cataluña, el de los charnegos, pero que carece del glamur que requiere el relato político hoy más en boga, el soberanista. En aquella época, anota Hill, había una línea de autobús para que las mujeres pudieran ir a limpiar las casas de la zona alta de Barcelona.

La acción se sitúa poco después de que se votase la Constitución, cuando el pueblo aprendía lo que era ser demócrata. «Hicimos lo que pudimos entonces, la gente no deja la dictadura atrás en dos días, no se cambia tan rápidamente. Este aspecto resulta decisivo en el manto de silencio con que las cuatro familias afectadas y el barrio cubren los hechos y en cómo, tomando partido, reparten responsabilidades y culpas». Las consecuencias de este cierre en falso (un símbolo de la transición) aflorarán casi cuarenta años después cuando los dos protagonistas -los dos acosados ya no son unos chavales- se reencuentran. No es una escena plácida, hay mucho cariño no olvidado, pero también desconfianza, matiza Hill. Aquel pacto tácito debe replantearse en sus términos, de algún modo. Los ecos de las deudas y el perdón persisten, ambos han de pasar por un ajuste de cuentas con el pasado para poder aprender cómo seguir adelante.

El acosador entonces -Joaquín, que acaba muerto- tampoco se veía entonces como ahora, que la acosada es Alena. La vida no era justa, lo aprendías enseguida, dice Hill, que cree que el niño hoy, entre sobreprotegido y consentido, crece inerme.

Acompañado por su amiga la novelista Nieves Abarca, el escritor mantendrá un encuentro con los lectores en A Coruña -mañana en la librería Berbiriana y el viernes la Fnac; a las 19 horas.