Cannes premia a Antonio Banderas como mejor actor por «Dolor y Gloria» y Almodóvar se queda sin palma de Oro

José Luis Losa CANNES / E. LA VOZ

CULTURA

Antonio Banderas, en el momento de recibir su premio
Antonio Banderas, en el momento de recibir su premio STEPHANE MAHE | Reuters

El intérprete triunfa con su papel en la película del director manchego, y la película coreana «Parasite» se lleva el premio grande

26 may 2019 . Actualizado a las 10:53 h.

Parasite, del coreano Bong Joon-Ho se acaba de alzar con una inatacable Palma de Oro. Desde que su película se proyectó, ya en la segunda parte del festival, figuraba entre las tres grandes favoritas al premio grande, junto a Almodóvar y Quentin Tarantino.

Parasite es una obra que se erige en parábola de la rebelión de los desheredados, en esa Corea del Sur de la opulencia económica de unos cuantos pero donde tantos otros habitan en los subsuelos. De esos sótanos emerge la familia que -en un guión brillantísimo henchido de humor negro y aún negrísimo- se hace con de modo artero, en un plan de tramposos de solera, con los cuatro puestos de la servidumbre de la casa de un arquitecto adinerado. Parasite, en ese sentido, parece tener incrustada una vertiente del cine de la picaresca española, desde Rafael Azcona al Buñuel de Viridiana, cuya secuencia de los mendigos cenando en el espacio de los señores aparece homenajeada por Bong Joon-Ho. El cineasta coreano, cuya carrera arrancó y obtuvo su primer reconocimiento en el Festival de San Sebastián, donde su filme Memories of Murder ganó la Concha de Plata en el 2003. Es el segundo año consecutivo en el cual la Palma de Oro viaja a Asia, tras el triunfo del japonés Kore-Eda en el 2018 con Un asunto de familia.

Este palmarés que otorgó el jurado presidido por el mexicano González Iñárritu sorprendió al otorgar su medalla de plata, el Gran Pemio del Jurado, a Atlantique, la muy interesante pero no del todo convincente película de la directora Mati Diop, en la cual los emigrantes senegaleses ahogados en su viaje hacia la soñada Europa vuelven reencarnados como zombis en los cuerpos de los que se quedaron.

Dos grandes clásicos de Cannes, los hermanos Dardenne, poseedores de dos Palmas de Oro, se vieron reconocidos con la mejor dirección por Le Jeune Ahmed, que aborda la violencia integrista islamista y que está muy lejos de los mejores tiempos de los eminentes cineastas belgas. Para la francesa Céline Sciamma, que debutaba en la sección oficial con Retrato de una joven mujer en fuego parece poco el premio a su guion.

Y resulta desazonador ver cómo las dos obras maestras de Quentin Tarantino, Érase una vez en Hollywood, y de Marco Bellocchio -a este le persigue y ensancha con este ostracismo para Il Traditore la maldición de no haber obtenido un premio en un gran festival en sus 60 años de carrera- se queden huérfanas del reconocimiento de esta 72.ª edición de Cannes, la mejor de la última década.

Prodigiosa encarnación de Banderas

Finalmente, esta justísima Palma de Oro para Bong Joon-Ho viene a suponer que Cannes le dice no por sexta vez a Pedro Almodóvar, cuyo Dolor y gloria estuvo en todo momento encabezando las previsiones y los paneles de la crítica hasta el punto de que -sobre todo en la primera semana del festival- casi se hablaba de un triunfo anticipado o súbito del cineasta español, que habría ganado sin bajarse de la limusina.

El jurado presidido por el mexicano Alejandro González Iñárritu ha optado por reconocer en un palmarés al otro gran contrafuerte de Dolor y gloria, además de su director. Entusiasma el premio como mejor actor Antonio Banderas, en su exquisita reelaboración de Almodóvar en la pantalla logra de una de esas creaciones de secreta alquimia y de valor imposible de evaluar, ya que se mete ya no en la piel o en la gestualidad de la figura real -tarea más superficial-, sino en su misma alma. Con toda la relevancia que Banderas posee en el panorama internacional, toda su carrera está desnuda de reconocimientos de relieve. Y el único Goya que posee es de carácter honorario. Por ello, asiste a este premio en Cannes un doble impulso de justicia poética.