Iván Méndez: «El público busca cada vez más el turismo de festival y enfoca sus vacaciones alrededor de uno»

Javier Becerra
javier becerra REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

Iván Méndez
Iván Méndez

Impulsor del Resurrection Fest y codirector de O Son do Camiño, gestiona también el Caudal Fest de Lugo que se celebra esta semana

16 sep 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Pretenden que sea el último gran festival del verano en España y ya ha vendido el 90% de sus tiques. Se trata del Caudal Fest, que tendrá lugar en Lugo el 20 y 21 de septiembre con artistas como Marea, Izal, La Pegatina, Beret o Xoel López. «Contamos con un aforo de 17.000. Es ya el tercer festival de Galicia en cuanto a asistentes», señala Iván Méndez, veterano promotor que también está detrás de aventuras de referencia como Resurrection Fest, O Son do Camiño (aquí junto a Esmerarte) y Tsunami Xixón.

-Dos ediciones del Caudal Fest y éxito desde el primer momento. ¿Lo veían tan claro en el 2018?

-Bueno, Lugo estaba fuera del circuito de festivales y esta apuesta también era arriesgada. Pronto nos dimos cuenta de que había una demanda en la ciudad que no estaba atendida y que la gente la buscaba. Ahora aspiramos a un crecimiento orgánico.

-Tuvieron críticas el año pasado al chocar con el Festiblas, un evento musical de largo recorrido.

-Sinceramente, nos enterábamos por la prensa. No teníamos consciencia de que estábamos provocando ese problema. Nosotros esto lo planteamos como algo que suma a la oferta de Lugo, como un complemento, no como un sustituto. Cuando nos dimos cuenta de lo que chocábamos, nos pusimos en contacto con el otro evento. Este año ya nos coordinamos para no coincidir y obligar al público a escoger.

-Lo que no queda duda del riesgo es el que supuso emprender el Resurrection Fest. Su hermano David decía en La Voz recientemente que fue un milagro. ¿Cómo lo ve usted?

-La verdad es que sí, que entonces fue una apuesta arriesgada, por no decir arriesgadísima. Es un festival de música que no es nada mainstream, sino metal, hardcore y hard-rock, que es algo muy específico. Hacer algo así en una localidad como Viveiro, que está alejada de los grandes núcleos de población y de las grandes infraestructuras de comunicación del país, sí que era algo como mínimo sorprendente. En el 2006 se dio el contexto adecuado. Se daba la circunstancia de que no había ningún festival en España que abordarse estos estilos de música. El Resurrection apareció como una propuesta diferente a todo lo que había. La gente, cuando vino a Viveiro, descubrió el pueblo y vio el encanto que tenía. Eso fue el empuje que contribuyó al éxito que tiene hoy en día. 

 -Visto en perspectiva tiene todo sentido, pero verlo en el 2006 seguro que era más complicado.

-No, claro. Ahora lo ves y es todo fácil. Cuando empezamos nadie se imaginaba que el Resurrection iba a ser el festival que es hoy, que iba a tener los grandes nombres que tiene, ni nada por el estilo. Nosotros hicimos el festival de la música que nos gustaba y no había pretensiones de que el festival fuese a más, ni que creciese. Fue la respuesta del público la que nos llevó a crecer año a año.

-¿Qué piensa de las repeticiones de los mismos grupos en diferentes festivales? Es una de las quejas habituales.

-En España cada vez hay más eventos y a los programadores se les hace más dificil sorprender. Cuando un artista nacional se plantea hacer una gira con 20 o 30 fechas es muy dificil que solo toquen en un festival y no lo hagan en otro que esté, por ejemplo, a 300 kilómetros de distancia. Cada vez se nos hace más complicado. Se hacen muchos festivales y el público ya vio todo tipo de carteles. Personalmente, no veo mal que se repitan ciertos artistas entre festivales, si es lo que el público pide. Lo que no tiene sentido es repetir el cartel, año tras año, en el mismo festival. Se puede puede abrir a otros estilo o meter una pincelada ajena. Como programadores ese es uno de nuestros retos.

 -Ahora en los festivales le gente demanda cámpings de lujo (glampings), aparece gusto por lo gastronómico y quieren experiencias más allá de la música. ¿Se ha vuelvo todo un poco «pijo»?

-La industria ha cambiado desde que los artistas solo generan dinero con los directos. Eso lo cambió todo. Ahora el público busca cada vez más el turismo de festival y enfoca sus vacaciones alrededor de uno de ellos. Eso conlleva que busque todas las comodidades posibles y repercute en el evento. Nuestra misión es conseguir que el público tenga una experiencia general lo más satisfactoria posible y que se queden con ganas de repetirla el próximo año. Eso afecta a todos los sentidos. Desde que no haya colas a que su estancia sea agradable.

-También han irrumpido los niños. En el Resurrection Fest incluso llegan a sitios a los que no pueden acceder los adultos. ¿Por qué tomaron ese camino?

-Fuimos uno de los pioneros, en incluir una ludoteca. Es muy importante. Los niños son el futuro. En el Resu Kids les hacemos todo tipo de actividades. Desde talleres para tocar instrumentos a excursiones por todo el recinto. Los subimos al escenario cuando están tocando algunos grupos principales. De hecho, muchos de los padres pagarían por poder vivir ellos esa experiencia. Lo hemos probado en el Resu y nos salió muy bien. Nos impresionó la respuesta y el impacto que tuvo a nivel mediático. Lo vamos a ir introduciendo en otros festivales. 

 -¿Les reprochan los veteranos que el Resu haya perdido su esencia inicial?

-La esencia está ahí y es la misma. Se trata de un festival que sigue en la misma ubicación. Si no se celebrase en Viveiro no sería lo mismo. La gente cuando va al Resurrection quiere encontrarse como su ciudad de vacaciones dentro del metal, el hardcore y el rock. Y es lo que hay: un pueblo volcado en el festival y donde todo gira alrededor de la música. Lo único que ha cambiado es que la experiencia es más grande. Antes había un escenario, ahora hay cuatro. Antes había una zona de acampada, ahora hay cuatro. Ofrecemos más posibilidades. El público tiene que tomar elecciones, pero como concepto de festival está más vivo que nunca y más completo que nunca. 

-Habrá quien diga que ese planteamiento no es nada punk.

-No está reñido en absoluto que el festival sea cómodo para los asistentes con que tenga esencia. Son cosas complementarias. Perderíamos la esencia si diéramos un giro musical o nos fuéramos a otro recinto, que no tiene nada que ver. 

-¿Llega el fin del «indie» como género estrella de los festivales?

-En los últimos diez años ha sido el gran protagonista, pero el público cada vez demanda cosas diferentes y escucha más estilos. Pienso que en los próximos años la tendencia va a cambiar y el indie va a tener que convivir con otras cosas, porque el público las exige y los programadores tenemos que atender esas necesidades.

-¿Se está pasado de los festivales específicos a los eclécticos?

-Sí, el futuro de muchos festivales va a pasar por carteles eclécticos que combinen variedad de estilos y públicos. En cualquier caso, hay festivales que no. Nosotros con el Resurrection eso no lo vamos a hacer. Estamos muy especializados en la música que hacemos y siempre vamos a ser el festival de esos sonidos.

-Es decir, no habrá «trap» en el Resurrection.

-No, no [risas].

-¿Se está haciendo un «ensayo-error» general con el «trap»?

-Se está mirando cómo responde el público. A unos les está saliendo bien y a otros no tanto. Cuando arriesgas es lo que tiene.

«En Galicia aún hay sitio para más eventos musicales»

Este año Galicia ha registrado el mejor año festivalero de su historia, con cifras de récord y al menos siete eventos que tuvieron que colgar el «no hay billetes».

-¿Se ha tocado techo o aún pueden crearse más?

-Galicia es una comunidad cada vez más turística, perfecta para los festivales. Los que hay conviven perfectamente y creo que aún hay sitio para más eventos musicales. Eso sí, solo perdurarán los que ofrezcan algo diferente, una buena experiencia y un cartel competitivo. Aquí hay algunos de los recintos más bonitos de España y el clima acompaña mejor que en el Mediterráneo, donde las temperaturas a veces son muy altas.

-Cuando apareció O Son do Camiño se generó una gran polémica por las ayudas que recibía. También se temía que su competencia y hiciera daño a los otros festivales. ¿Cómo ve todo eso ahora?

-O Son do Camiño es la gran antesala al Xacobeo 2021. Es un proyecto que se configuró para cubrir una demanda que no estaba atendida por ningún otro festival de Galicia. Antes de él no había un festival que atrajese a los grandes nombres internacionales que atrae O Son do Camiño. Por eso creo que en ningún momento chocó con ninguno de los festivales que hay en Galicia porque ofrece un cartel muy diferenciado. Después de dos años y mirando ya a la tercera edición, vemos que este verano todos los festivales gallegos convivieron e hicieron mejores números que nunca. Eso es la prueba de que todos tienen su espacio. O Son do Camiño es una iniciativa público-privada que tiene un retorno de muchos millones. Además, ayuda a que un público más joven pueda conocer lo que es el Camino de Santiago y el Año Santo. Es un evento que sitúa a Galicia en un mayor nivel internacional. Las ayudas públicas están totalmente justificadas con el retorno económico que genera.

-¿Ese retorno está cuantificado?

-El retorno de la segunda edición se está acabando de elaborar ahora, pero es de más de 20 millones de euros. La aportación pública fue de 2,5 millones, IVA incluido. Y el retorno va a ser casi diez veces superior. Creemos que justifica con creces la inversión. O Son do Camiño es un festival que, igual que el Resurrection, coloca a Galicia como uno de los principales puntos de la industria musical española y europea. Eso ayuda a que nuestra comunidad se convierte en un punto de turismo musical.

 -¿El impulso de O Son do Camiño desde la Xunta fue más turístico o cultural?

-Creo que ambas cosas. A nivel turístico, en cuanto se anuncian las fechas del festival la ocupación hotelera en Santiago y toda la comarca se pone al 100%. A nivel cultural, es una apuesta muy ecléctica que aúna a artistas consagrados como Iggy Pop con artistas para público más joven, como pudo ser Martin Garrix. Una propuesta así no existía en Galicia y ahora O Son do Camiño es el gran abanderado de evento musical para las grandes masas. Este festival mira de tú a tú a los grandes festivales de otras comunidades. 

-En la presentación de la primera edición el conselleiro de Cultura dijo que era una experiencia que iba a crecer año a año, hasta convertirse en el 2021 en el gran festival de «indie-rock» de España. ¿Esto va a ir in crescendo?

 -[Risas] Trabajamos para que cada edición supere a la anterior. En el 2019 superamos en sistencia a la del 2018. Esperamos que la del 2020 sea aún más grande.

-¿Pasará con O Son do Camiño lo de todos los Xacobeos? Grandes eventos que, pasado el Año Santo, desaparecen.

-Nuestra idea es que sea un festival que dure más allá del Año Xacobeo y que tenga un recorrido largo para seguir consolidándose. Para nosotros no tendría sentido estar haciendo un festival durante cuatro o cinco años y después dejarlo. Y creo que para el Xacobeo tampoco tendría sentido que, después del 2012, llegase una sequía. Eso para la industria cultural gallega no sería lo más adecuado.  

-¿Y el Caudal Fest?

-Lo mismo. Esta es una propuesta que nace desde el gobierno local de Lugo con la idea de que sea el festival de referencia de la ciudad y de los principales del norte de España. El objetivo es perdurar.