Lluís Pasqual: «Mi padre, que era panadero, me inculcó el valor del esfuerzo»

Isabel Urrutia MADRID / COLPISA

CULTURA

Lluís Pasqual (Reus, 1951) asegura que aunque la jubilación no está entre sus proyectos tampoco tiene intención de morir en el escenario.
Lluís Pasqual (Reus, 1951) asegura que aunque la jubilación no está entre sus proyectos tampoco tiene intención de morir en el escenario. Luis Millán | Efe

El director de escena recibió este jueves el premio Corral de Comedias, que concede el Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro

30 jun 2022 . Actualizado a las 21:27 h.

Hijo de catalán y andaluza, en su casa se discutía todos los días la calidad de la tercera hornada del pan. ¿Ha quedado o no mejor que la segunda? ¿Qué hay que hacer para mejorar? Su padre tenía un obrador y era un perfeccionista. «Más allá de lo que te enseñen en la escuela, yo tengo claro que lo fundamental se aprende en el seno de la familia. A mí me inculcaron el valor del esfuerzo y el tesón. Siempre puedes aprender algo. Vivir es avanzar», enfatiza el director de escena Lluís Pasqual (Reus, 1951), que este jueves recogió el premio Corral de Comedias que concede el Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro y que sirve de pistoletazo de salida del reputado certamen consagrado al Siglo de Oro.

Eso sí, en el caso de Pasqual lo que se premia no es su aportación al teatro clásico español, sino «su papel como transformador de los lenguajes escénicos y por el puente que ha constituido entre la tradición cultural, el patrimonio y la mirada contemporánea y vanguardista», en palabras de Ignacio García, director del festival.

Palabras muy solemnes que hacen suspirar al destinatario de los elogios. Pasqual hace tiempo que no se deja dorar la píldora. Lleva más de medio siglo volcado en los escenarios y parece que le da cierto reparo que premien su trayectoria, como si ya se hubiera jubilado. Agradece los honores pero no vive de las rentas.

«Sigo trabajando, con muchas ilusiones y planes. Da vértigo mirar hacia atrás, pero yo pienso en el presente y el futuro». Entre otras cosas, tiene confirmados tres proyectos muy ambiciosos, dos óperas y una obra de teatro. No puede dar más detalles pero el tono de su voz denota entusiasmo.

Atrás quedan las amarguras y contratiempos que le llevaron a dejar la dirección del Teatre Lliure en el 2018 tras la acusación de malos tratos de la actriz Andrea Ros, sufridos presuntamente durante un ensayo. La campaña orquestada en las redes sociales pidiendo su cabeza adquirió dimensiones de tsunami, pese al respaldo de más de 300 colegas, entre los que se contaban Núria Espert (que había estado precisamente en el ensayo polémico), Juan Echanove, Carmen Machi y Antonio Banderas. La controversia le dio quebraderos de cabeza y más le habría tocado padecer de no ser homosexual, porque en su momento TV3 llegó a equipararlo con Harvey Weinstein. A estas alturas nada de aquello le quita el sueño: «No tengo tiempo para ser rencoroso», aduce.

No le obsesiona pensar que le habría ido mejor de haberse quedado en Francia o Italia, donde fue director del Teatro del Odeón de París y responsable artístico de la Bienal de Venecia. «En todas partes se cuecen habas», admite echando mano del refranero popular.

Tras su paso como responsable del teatro Soho de Antonio Banderas, ubicado en Málaga, en estos momentos goza de un período de gran serenidad y no se complica la vida: «Vayamos ligeros de equipaje. Esa es mi actitud vital, la de los hijos de la mar que decía Machado. Es algo que convendría grabar en el espejo del cuarto de baño».

«No seas tan insolente»

Si ahora viajara en el tiempo y se encontrara con el hippy que fue, con 20 años y un ansia que no le cabía en el pecho, solo se daría un consejo a sí mismo: «No seas tan insolente, ve tranquilo». Más vale relajarse, sin desperdiciar energías, con los ojos puestos en la meta.

Su pasión por el teatro, la ópera y la zarzuela se mantiene intacta, pero evita soñar con imposibles. «Hay que situarse. Este es un país en el que ha tenido que haber una pandemia de proporciones bíblicas para que se bajara el IVA de los libros. ¡Salía más a cuenta la versión porno de Blancanieves y los siete enanitos que el cuento de los hermanos Grimm que yo le compraba a mi sobrina nieta! Curioso, curioso».

Sin embargo, también reconoce que se vive «un momento privilegiado». La tragedia del covid y el largo confinamiento, «volcados en las pantallitas», han revalorizado la experiencia del espectáculo en vivo y en directo. «Y no solo eso, el teatro se ha convertido en el único espacio donde la gente calla y escucha las razones de unos y otros, en un clima de respeto y reflexión. Eso es valiosísimo.

El gran teatro te hace ver la complejidad de las cosas. ¡Siempre ha sido así! Piensa en Antígona y Creonte, que defienden posturas opuestas pero válidas a su manera, o en Otelo, que es un asesino porque mata a Desdémona, pero también ofrece el monólogo de amor más bello de la literatura shakespeariana».

Pasqual es un hombre acostumbrado a profundizar en las motivaciones de los hombres y mujeres. Como director de escena, se tira de cabeza en lo más recóndito y hasta terrible del alma humana. Pero en la vida lo tiene clarísimo: «Al final, lo importante son las buenas personas», concluye.