Corbacho se convertirá mañana en el primer jugador que alcanza los cien partidos con rango de ACB vistiendo la camiseta del Obradoiro. Son los mismos que lleva él en la máxima categoría, porque en Santiago encontró un ecosistema ideal para sus características. Fue el primer fichaje de aquel proyecto que arrancó en la LEB en el verano del 2010. Y desde entonces no ha dejado de sumar, a pesar de que en los últimos partidos, como el equipo, ha perdido algo de su aura. También él nota la atención que atraían Muscala y Oriol Junyent cerca del aro y que le dejaba más espacios para maniobrar.
De Corbacho se recordará siempre su actuación estelar en el partido del ascenso, con una batería de triples que demolieron la moral burgalesa. Se lo había anticipado a este periodista en el hotel de concentración: «No estés nervioso, que hoy ganamos». También brilló en el choque que ató la permanencia hace dos años, ante el Valencia. Y en tantos otros sin tanta carga simbólica. Curiosamente, el rival de mañana es uno de los que se le suelen dar bien.
Pero Alberto Corbacho es más que sus triples y sus estadísticas, siempre dispuesto a participar en actos promocionales, a posar para una foto con cualquiera que se lo pide, a dejarse ver en partidos de otros equipos de la ciudad, a mimetizarse con el obradoirismo. Y esas cosas no pasan inadvertidas para la afición