Florentino Rodao, experto en Asia: «En España seguimos con unas imágenes caducas de Japón»

DEPORTES

F. R.

El profesor de la Complutense Florentino Rodao estudió durante años la política y la cultura japonesa y lamenta los tópicos sobre el país

22 jul 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

El monumental libro sobre Japón La soledad del país vulnerable (Cúpula) lleva la firma impresa del historiador Florentino Rodao (Madrid, 1960), quizá uno de los españoles que más ha hecho por divulgar la realidad nipona alejándola del tópico y razonándola en un trabajo bibliográfico interminable. Gracias a ese extenso conocimiento, el catedrático de la Complutense de Madrid especializado en Historia de Asia ofrece su visión sobre el anfitrión de los Juegos.

—Usted hace referencia en el libro a cómo Japón, como sucede con muchas culturas y países que no se conocen lo suficiente, en realidad no es fiel a la imagen que proyecta fuera: tradición, orden, sumisión a las normas, etc.

—Ahora se está viendo con la pandemia. La imagen que hay de Japón es excesivamente buena, un país que funciona bien, pero no es tan perfecto. Es algo típico de las percepciones, que son muy volubles cuando se mira desde tan lejos. Con Australia pasa lo mismo, tenemos una imagen tan excelente... Son percepciones. Ya en el prólogo del libro comento que en España históricamente tenemos la imagen de la geisha, el samurái... Rehíce la tesis porque primero cambian las percepciones y luego la política. Aquí tuvimos una buena imagen de Japón durante los años de amistad con el Eje, algo que cambió radicalmente cuando España le quiso declarar la guerra a Japón en 1945. Ahora seguimos con esas imágenes caducas sobre Japón. Lo de la tradición y modernidad es pura superficialidad, hay que ser más profundos. ¿Qué país no es así?

—¿El país sentía los Juegos de verdad como una reivindicación tras el Triple Desastre del 2011, terremoto, tsunami y accidente nuclear en Fukushima?

—Lo que hicieron con Fukushima es admirable, su forma de reivindicar un territorio en el que se invierte de nuevo y la producción se vende. Optaron por lo contrario de lo que sucedió con Ucrania y el accidente nuclear de Chernóbil. En un territorio que podía estar abandonado a su suerte se hizo un esfuerzo gigantesco por recuperarlo. El objetivo original de estos Juegos tenía que ver con eso, y hay que reconocer esa recuperación: en la zona de Fukushima se están haciendo escuelas en lugares poco poblados, está volviendo gente. Ya muy poco después del accidente, en una entrevista en TVE un alcalde de la zona hablaba de cómo utilizar aquella crisis para mejorar el país. Esa es una parte bonita de la cultura japonesa. El título de mi libro, La soledad del país vulnerable, no gustó en la embajada japonesa. Yo digo que se tiene que aprender de Japón cómo sale adelante de las crisis. Y esa entrevista me recordaba esa idea, muy importante ahora porque Japón vuelve a ser un país vulnerable con el cambio climático y tenemos que aprender de cómo sale de las crisis, de forma admirable. Pero intenta mostrarse como un país fuerte.

—Al margen de las restricciones de público, ¿qué opinión le merece el rechazo a los Juegos y la negativa a cancelarlos?

—Está claro que la cancelación tenía un coste muy elevado y se había realizado, según leí en el New York Times, la mayor inversión en publicidad de la historia de los Juegos. Si organizas unos Juegos hay una cierta oposición siempre, es normal. ¿Qué lo hace diferente aquí? En primer lugar el tema de los coreanos. Hay un cartel que salió de Corea cuando se concedió la sede del 2020, con un tipo llevando una antorcha nuclear con el vestido de Fukushima. Además, los Juegos anteriores de invierno en el 2018 fueron en Corea del Sur. La del Norte estuvo lanzando misiles en pruebas, y algunos volaron sobre Japón, demostrando su potencial nuclear, y en el 2017 un misil cayó a la altura de Guam [isla del Pacífico occidental, uno de los catorce territorios no incorporados de Estados Unidos]. Luego se produjo un deshielo y la amenaza sobre aquellos Juegos de invierno del 2018 [en Pieonchang] fue desapareciendo y hasta las dos Coreas desfilaron juntas en la ceremonia de apertura y hubo amistad. Corea del Norte tiene armas nucleares y podría meter miedo con esto. En cuanto a la población de Japón, conozco a muchísima gente en contra: mi profesor está en contra de los gastos adicionales, y esa oposición crece ahora con el covid. Antes de la pandemia había un rechazo moderado, pero es cierto que hay muchísima oposición, por el gasto y porque las cuarentenas en los Juegos no se cumplen.

—¿Qué opina del lento proceso de vacunación en un país tan avanzado y organizado?

—No se fiaban de que los ensayos de las vacunas valiesen para los cuerpos japoneses. Perdieron un tiempo precioso para inmunizar a casi toda la población antes de la celebración de los Juegos. En el libro recojo cómo, en el pasado se creían que los cuerpos japoneses eran especiales, eso bebe del nacionalismo japonés y sigue predominando. Hablamos de un país muy avanzado, pero no en todos los sectores. Conocemos los más punteros, pero en el país hay otros que no están avanzados, o directamente anquilosados.

—¿Ve inviable que haya protestas durante el evento si la situación del covid se descontrola?

—No lo creo. Una cosa es que haya muchas quejas contra los Juegos, pero creo que durante los Juegos la oposición bajará y se le dará la vuelta a la situación. ¿Protestas ciudadanas por un aumento de casos durante los Juegos? No lo creo. Pero es que se cerraron las fronteras hasta para gente con permiso de trabajo que no podía volver y los rastreos han sido muy intrusivos.

—¿Qué lectura hace del aumento de casos en Japón después de año y medio de pandemia?

—En el tema de la tecnología Corea del Sur y Vietnam sí tuvieron un gran éxito, con la aceptación de la población en tener menos movimientos y contactos. Las sociedades asiáticas son más proclives a eso, a que la autoridad te diga qué hacer. Japón ha tenido muchísimos menos enfermos de España, pero retrasó la vacunación porque le funcionaba la contención del virus. Pero ahora hay algo que no está funcionando y varios países asiáticos sufren un aumento de casos al pasar de una fase a otra. Algo sorprendente.