La fórmula de superación de Adrián Ben

DEPORTES

Adrián Ben, en pleno esfuerzo durante la semifinal
Adrián Ben, en pleno esfuerzo durante la semifinal AFP7 vía Europa Press

El atleta de Viveiro protagoniza una portentosa remontada y derriba otro muro convirtiéndose en el primer español en una final olímpica de 800 metros

02 ago 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Adrián Ben podría ser Panorámix, el druida galo que hacía de Astérix un hombre sin límites. Porque el ciudadano de Viveiro se supera, y sorprende, cada día en el tartán. En el día de Galicia en Tokio, el lucense se convirtió en el primer español en meterse en una final olímpica de 800 metros. Lo hizo por tiempos, después de un carrerón que le llevó a entrar en la cuarta posición en la segunda de las tres semifinales marcando un tiempo de 1 minuto y 44,30 segundos, un registro que a la postre le permitirá cumplir un nuevo sueño el miércoles (14.05 horas, La 1 y Eurosport).

La fórmula de superación del druida de Viveiro es conocida: esperar rezagado en la primera vuelta para pegar el hachazo en la segunda, casi con el mismo tiempo de cocción entre los dos parciales. Y con esa pócima se plantó en la línea de salida del 800, quedándose a cola de grupo mientras los principales espadas de la segunda serie tiraban. Incluso, por momentos, parecía difícil que Adrián pudiese entrar en la pelea por el alto ritmo de carrera y hasta visualmente parecía que perdía contacto con el polaco Borkowski, que entonces era penúltimo.

Pero a toque de campana, cuando la segunda y definitiva vuelta comenzaba, el lucense sacó su pócima de confianza, seguridad y trabajo, y comenzó a remontar posiciones hasta conectar con el grupo de cabeza en la última curva. De ahí, a la recta final, en la que entró como séptimo, pero como de costumbre, Adrián fue valiente, se abrió en busca de un espacio y en su esprint camino de la historia fue capaz de encontrar un hueco y superar a tres de sus rivales en los últimos metros. El canadiense Apor, el keniata Saruni y el británico Rowden quedaron atrás y los 1.44,30 que marcó en la línea de meta, casi el mismo tiempo que sus tres antecesores, le dieron el pasaporte para vivir su primera final olímpica en sus primeros Juegos. Eso sí, tuvo que esperar a la tercera semifinal para confirmar que entraba por tiempos, demostrando que no hay objetivo que se le resista. Ni los más utópicos.

Hace dos años llegó a Doha sin que nadie contase con él, se metió en la final, que no pisaba un español desde hacía tres décadas, y terminó sexto. Ahora, se presenta en Tokio, y aun descansando mal, ya hizo historia en dos carreras. Ahora tiene dos días para preparar su brebaje de cara a la cita del miércoles. El domingo, sin perder un minuto, metió su cuerpo en la marmita de hielo para comenzar a recuperarlo.

Seguro que en los tacos de salida ya nadie le pregunta dónde queda Viveiro, esa aldea gala que da fuerzas infinitas a su mejor embajador. Adrián la ha colocado en el mapa. Y como se descuiden, igual hasta hace ondear su bandera en Tokio.

«A falta de 100 metros dije: ‘Quiero ser finalista olímpico' y empujé con todo lo que tenía»

Adrián Ben Montenegro (Viveiro, 1998) era la cara de la felicidad una vez que se vio dentro de la final olímpica de los 800 metros. «Estoy muy contento, es un sueño cumplido, desde pequeñito sueñas con estar en una final olímpica. Todo el trabajo que hemos hecho nos ha servido para poder estar aquí y son tantas emociones que parece como que el cuerpo se bloquea un poco, pero superfeliz», comentó a La Voz camino de regreso a la Villa Olímpica para comenzar a recargar pilas.

El gallego analizó la carrera y confirmó que su estrategia había sido la ideal para colarse en el gran día de la prueba de las dos vueltas a la pista: «Sabía que si salía a un ritmo rápido, como así ha sido, tenía que hacer mi carrera y no suicidarme. No salir a un ritmo que hiciera que se me hinchasen las piernas, entonces pasé el primero 200 a ritmo, luego me pegué al grupo e intenté subir posiciones a falta de 200 metros, que sí que me he visto un poquito atrás, y a falta de 100 ya dije: ‘Quiero ser finalista olímpico' y he empujado con todo lo que tenía».

Incluso en su reflexión, Adrián Ben destacó el componente matemático que tiene una disciplina deportiva como atletismo: «El atletismo tiene una parte buena y mala, son matemáticas. He pasado el primer 200 con ritmo puesto en las piernas, ellos se iban, me intenté pegar, a los 400 vi que seguía yendo a buen ritmo, pero al final dije que quería estar en una final y apreté».

Recordó el de Viveiro que los 800 metros son «una prueba de las más difíciles del campeonato por el número de participantes y por la dureza de las rondas».

Rompió el molde

Hasta el domingo en Tokio, las semifinales habían sido la cima olímpica para los ochocentistas españoles. De hecho, solo dos habían llegado a esta instancia antes que Adrián Ben: Tomás de Teresa que fue cuarto en la primera semifinal de Barcelona 92 con un tiempo de 1.46,08, y Antonio Reina, tercero en la primera semifinal de Atenas 2004 con un registro de 1.46,17.

El gallego ya rebajó esa marca hasta los 1.44,30 y no puede descartarse que vuelva a bajar ese registro si tiene tiempo de recuperar de cara a una final que contará con nueve atletas al ser readmitió a Nijel Amos de Botsuana. Entre los finalistas hay cuatro que han corrido en algún momento de su vida en 1.42, lo que todavía da más valor a la gesta de Adrián.