En memoria de Joaquín Basilio Bas

Eugenio Jiménez Passolas

DEZA

03 abr 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Conocí a Joaquín Basilio Bas en junio de 1973 cuando yo me incorporé a la Delegación en Pontevedra del Colegio Oficial de Arquitectos de Galicia, por entonces de León, Asturias y Galicia. En ese momento había 17 arquitectos en Pontevedra hoy no sé los que hay pero probablemente diez veces más. Nos reuníamos en el local que la Delegación tenía en un edificio de la plaza de la Herrería, con unas hermosas vistas sobre la plaza.

El día de mi presentación en sociedad, alguien me preguntó que qué edificios me habían gustado de Pontevedra y yo mencioné que los edificios del Centro de Formación Profesional en la avenida de Vigo me habían gustado mucho. Basilio que era su autor me agradeció la deferencia y ahí comenzamos una cordial relación que luego continuamos cuando me trasladé a vivir a la calle José Millán, 9, esquina a la de San Antoniño, a un edificio que la gente llamaba «la casa de pizarra», obra del arquitecto Molezún, magnífico en su conjunto y uno de los primeros con garaje, calefacción central y un patio interior en el que se criaron nuestros hijos bajo la vigilancia de Antonio, el portero. En los bajos de ese edificio tenía Joaquín su estudio profesional.

Allí vivíamos varios arquitectos, Basilio, Carlos Trabazo, Antonio González Suárez Llanos, Celestino García Braña y yo. Lamentablemente los tres primeros ya han fallecido.

Joaquín tenía (a mi entender) un gran sentido del humor y en aquellos tiempos complicados Joaquín decía que cada vez que lo llamaban del Colegio pensaba que lo llamaban de la Gestapo.

Los últimos años vivió retirado en su casa de Xeve y no pudo acudir al homenaje que se le rindió con motivo de la inauguración de las obras de rehabilitación del Poblado Minero de Fontao, que él con tanto cariño y abnegación dirigió viviendo incluso en el mismo poblado.

En estos tiempos de dibujo con ordenador, yo que pertenezco a la última hornada de los que no los sabemos manejar, no puedo por menos que rendir un sentido homenaje a este querido compañero que hoy abandona definitivamente su lápiz, su escuadra y su cartabón.

Mi más sentido pésame a su viuda e hijos.