«A música para min é un goce»

Rocío Perez Ramos
Rocío Ramos LALÍN / LA VOZ

DEZA

Cedida

La fagotista lalinense María José Rielo integra la Orquesta del Liceo de Barcelona e imparte clases

26 ene 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Con cuatro bandas e infinidad de agrupaciones de gaiteiros y pandereteiras, Lalín cuenta con una cantera infinita que se alimenta de niños y jóvenes que cada año se acercan a la música. En esa cuna empezó a dar sus pasos María José Rielo (Bermés-Lalín, 1988). Lo que empezó siendo casi una actividad extraescolar acabó convirtiéndose en su profesión y su vida. Como fagotista recorrió las principales salas del mundo. Miembro de la Orquesta Sinfónica del Gran Teatro del Liceo de Barcelona y de la Münchner Kammerorchester de Múnich, compagina esta actividad con la música de cámara, conciertos como solista y una labor docente como profesora de fagot y música de cámara en el Conservatorio Superior del Liceo. «Para min a música é unha vocación, é un goce», afirma.

Sus primeros pasos fueron en A Carballeira de Cercio, donde iba a clases de baile tradicional, gaita y pandereta. De allí pasó al Conservatorio. Cuenta que «a min gustábanme os instrumentos de vento e cheguei ao fagot por casualidade. Non era tan coñecido como o clarinete o saxofón ou a frauta. Fun a rariña». Son instrumentos caros: «tiven un velliño que facía o que podía e a Banda de Lalín mercoume un que custou 300.000 pesetas coa condición de que tocara con eles». En el Conservatorio empezó «con 9 ou 10 anos e na banda entrei pouco despois». Fue «unha maneira de aprender máis rápido».

Con la banda no solo aprendió música y se llevó mucho más que ese empuje importante y un gran apoyo. Explica que «o cariño que me levan dado non hai forma de agradecelo». Tocó bajo la dirección del holandés Marcel Van Bree, que acaba de regresar a Lalín para ponerse de nuevo al frente de esta formación. De él cuenta «teño moi boas lembranzas de estar horas tocando. Enseábanos a facer música, foi moi importante para nós».

Sus padres, apunta, «sempre me insistían en que estudara porque como a todos os rapaces, custábame». La música le inculcó disciplina. Disfruta tocando pero también enseñando. Lo que más le gusta de la docencia es «poder aportar todo o que eu aprendín, motivar e axudar aos alumnos». «Cando teñen gañas, iso explosiona en creatividade e é cando é xenial», afirma.

Rielo describe el fagot como «un instrumento moi bonito, moi expresivo e que pode ser moi divertido». Destaca su sonido «que pode ser aterciopelado» y explica que «tocamos cunha cana de madeira que temos que fabricar nos o que significa un pouco de técnica de montaxe, é unha madeira que temos que tallar dalgunha maneira, modelala con ferramentas». Hoy con toda la evolución que sufrió el fagot, añade Rielo, «pode tocar calquera tipo de cousas, melodía, acompañamento, pode ser moi virtuoso».

Con 18 años se fue a Barcelona a estudiar al Conservatorio Superior del Liceo y con 21, después de escuchar tocar a Dag Jensen al que Rielo considera el mejor fagotista del mundo, a Alemania donde Jensen daba clases. Bajo su tutela realizó un máster y en el 2013 obtuvo el tercer premio en el ARD International Music Competition celebrado en Múnich, uno de los certámenes más importantes para instrumentos de viento. Fue la primera española en conseguirlo con una actuación que fue la más votada por el público. En Alemania, dice, «tiven a sorte de entrar mediante probas como academicista», lo que le permitió tocar con primeras orquestas en toda Europa, China o Japón. «Foi unha sorte e unhas experiencias que non esqueces na vida», recalca. Al aprendizaje con grandes maestros y la amistad de muchos compañeros suma el enorme privilegio de tocar en las grandes salas como la de la Filarmónica de Berlín o a la famosa sala dorada de Viena. «Calquera dos escenarios impactaba», señala.

Hace seis años que regresó a Barcelona. Además de tocar da clase en diferentes orquestas jóvenes y le tienta la dirección. «Gustaríame probar», afirma.

Una deportista aficionada con alma de futbolista

El pasado fin de semana María José Rielo viajó a Múnich para tocar en dos conciertos. A la vuelta le esperaban clases y nuevas citas con la Orquesta del Liceo. En cartera tiene una clase magistral en Santiago de Compostela y otra cita en Madrid. Aunque la música le ocupa gran parte de su tiempo no pierde de vista otra de sus aficiones: el deporte. Cuenta que de pequeña le encantaba jugar al fútbol y que el profesor de Educación Física del instituto Aller Ulloa de Lalín «buscoume saída a esa afección no equipo feminino pero dixen que non xa que non o podía compatibilizar co Conservatorio».

Asegura que «os deportes gústanme todos e non hai ningún polo que sentira curiosidade e non probara». Uno de ellos fue el surf. Quería saber, cuenta, cómo era eso de subirse a una ola. Lo probó en Corrubedo y descubrió que es necesario «moito adestramento e unha gran forma física». Desde hace un año juega al tenis «e encántame» y en febrero tiene previsto irse a los Pirineos a hacer senderismo en la nieve con raquetas. Apasionada por la gastronomía en el confinamiento descubrió la enología, un mundo que empezó a explorar y que le fascina. Se declara fan del albariño y el godello, «probei tamén mencías moi ricos, pero non sabería con que denominación quedarme, gústame moitas». Imprime a todo lo que hace la misma pasión, la misma ilusión y las mismas ganas de descubrir. Unas cualidades que considera son esenciales para su profesión pero también los ingredientes imprescindibles para esa receta que es la vida.