Cada vez menos jóvenes se unen al negocio de la ganadería en la zona

a. manso / j. B. LALÍN / LA VOZ

RODEIRO

José Manuel Casal

En Deza y Tabeirós-Terra de Montes solo hubos sesenta altas de ese perfil en el 2016

16 jul 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Debido a la crisis que atraviesa el sector desde hace ya algún tiempo son cada vez menos los jóvenes que deciden dedicarse a la ganadería y al sector primario. Este cambio propicia que poco a poco las zonas del rural gallego se vayan despoblando y sean cada vez más las explotaciones que debido a la escasez de relevo generacional y a la crisis que atraviesan se ven abocadas al abandono o se encuentran en situación de peligro. La explicación de esto es el exceso de producción y el hundimiento del precio al que compran el producto, que malamente puede cubrir los costes de producción. Todo ello bajo las estrictas normativas de la Unión Europea forma una tormenta perfecta para la que el campo gallego no estaba preparado.

Por suerte, a pesar de ser una minoría, aún aparecen chavales con ganas de tomar las riendas del negocio familiar. Durante el año 2016 fueron hasta sesenta los que se incorporaron a la actividad pecuaria ganadera en las comarcas de Deza y Tabeirós-Terra de Montes, una muy buena cifra en comparación con la del año 2015, con tan solo siete.

Marcos Vázquez es un ejemplo de joven intrépido que tiene el propósito de dedicarse al sector. Su madre, Isabel, cuenta que la clave de aquellos jóvenes que se dedican a este oficio, es la vocación, «tenche que gustar», y a su hijo le gusta y mucho. Para dedicarse a esto, cuenta, se necesita una dedicación continua todos los días del año. Cogerse un día libre o un período vacacional como en el resto de trabajos es cada vez más complicado porque lo poco que deja el negocio se necesita para subsistir y no se puede invertir en una persona para que se quede a cargo de los animales. Todo esto, unido al problema de los precios, hace que los jóvenes no se animen a quedarse. Isabel también incide en que «máis que axudas, o produto debe pagarse polo prezo que ten que pagarse».

La otra cara de la moneda es la de aquellos que no cuentan con un relevo generación. La explotación de Casimiro, en Silleda, esperó a la jubilación de su dueño para el cierre. El propietario tenía claro que eso iba a pasar y a pesar de que sí que le daba pena que el futuro de su negocio fuese ese, no pudo hacer otra cosa: «Non axudan moito, é un traballo moi latoso e ademáis hai pouca rentabilidade».

La voz de los ganaderos de las comarcas es un clamor contra las pocas soluciones que se dan a la situación que están viviendo. Los pocos jóvenes que quedan para pelear contra la injusticia de políticas y mercados tendrán que hacer frente a multitud de reformas y cambios para conseguir vivir de su profesión en un mundo cada vez más globalizado y en donde a veces se nos olvida de dónde vienen las cosas.

«O prezo da leite agora é máis baixo que fai trinta anos»

Una de las explotaciones dadas de baja durante el año pasado se encuentra en O Corpiño (Lalín). Los hijos del dueño no quisieron continuar con la explotación de su padre y este se vio obligado a cerrar en un momento en el que casi no le alcanzaba para pagar autónomos. Su propietario llevaba toda la vida dedicado a esa ganadería, con la que empezó comprando solo cuatro vacas. Cotizó durante cuarenta años y recuerda estar de baja tan solo tres meses, en los que cobró un total de 90.000 pesetas. «Os autónomos somos os negreiros do país», relata bastante enojado. Nada más jubilarse tuvo que vender los animales y el último contrato de leche fue por 28 céntimos el litro, «unha miseria», dice. «Traballas 20 horas e moitas veces non ganas nada, o prezo do leite está peor que fai trinta anos», apunta.

Toda la problemática la achaca a las empresas lácteas, que «póñense de acordo e quéimante», refiriéndose al precio que le pagan por el producto que en muchas ocasiones no da ni para sacar un sueldo. Las políticas hacia el sector tampoco son favorables, porque van en contra de los negocios más pequeños como el suyo y las normativas de la Unión Europea también los ahogan, relata este ganadero retirado. «Parece que todo isto vai en contra do progreso», concluye.

«Dicíanme que o mellor non era boa idea, pero hai que arriscar»

Daniel Vázquez, de la ganadería Pallón en Rodeiro, es uno de estos pocos jóvenes que con tan solo 23 años decidieron continuar con la profesión de sus padres a pesar de todas las calamidades por las que atraviesa este sector. De su zona, durante el año 2016 se registraron otras diecinueve incorporaciones como la suya, siendo Rodeiro el municipio de la provincia en el que más jóvenes se iniciaron a la actividad pecuaria ganadera. Este joven tuvo claro desde muy pequeño que se quería dedicar a la ganadería. Daniel recuerda que tomó la decisión cuando tenía diez años y era solo un crío. A pesar de que en ocasiones sí se cuestionó si su futuro podría ser el que deseaba, nunca abandonó su vocación. «Na miña casa tamén me dicían que o mellor non era boa idea, pero a min sempre me gustou e decidín seguir para adiante, hai que arriesgar un pouco ás veces», afirma. Él, como la mayoría de los productores gallegos, tiene claro cual es el mayor problema: los precios que se barajan ahora mismo en el mercado. La solución para que muchos jóvenes vuelvan a las explotaciones o no las abandonen es también la mejora de este aspecto, porque sin eso, las ayudas, dice, no son suficientes para tener un negocio rentable y del que se pueda vivir.

Cifras casi testimoniales de aquellos que optan por la agricultura en lugar de reses

Según los datos de incorporaciones jóvenes a los sectores ganadero y agrícola en las dos comarcas se suman un total de 63, tan solo tres de esos jóvenes fueron incorporados a la actividad agrícola en comparación con los sesenta que lo hicieron en la ganadera en Deza y Tabeirós-Terra de Montes.

El rango de edad mayoritario de las incorporaciones es de los 18 a los 25 años, con un total de diecinueve jóvenes; dieciocho de los 63 tenían edades comprendidas entre los 26 y los 30 años; y en la franja de 31 a 35 años se encuentran doce jóvenes. Los más mayores, de 36 a 40 años, un total de catorce.

Por municipios, entre incorporaciones a la actividad ganadera y agrícola, los datos revelan que Lalín y Rodeiro empatan con una veintena cada uno, les sigue Silleda con siete, Forcarei con cinco, cuatro en Vila de Cruces y A Estrada y Agolada con un par en cada caso. Las únicas incorporaciones que hubo al sector agrícola fueron en A Estrada, Lalín y Silleda. Una en cada municipio citado.

Las dos comarcas lideran las nuevas incorporaciones en la provincia pontevedresa

En las comarcas de Deza y Tabeirós-Terra de Montes hasta sesenta jóvenes se incorporaron a la actividad pecuaria con las ayudas de la Xunta el pasado año. En total en la provincia de Pontevedra fueron 66 los expedientes aprobados, por lo que las dos comarcas copan prácticamente la estadística.

Una cifra muy alta en comparación con ejercicios anteriores. En el 2015 se incorporaron tan solo siete jóvenes al sector y en el 2014 fueron veinte. Durante los años 2013 y 2012 la cantidad fue de 31 y 49 jóvenes respectivamente. A excepción de otros municipios de la provincia con un número muy bajo de incorporaciones, los de la zona son los que más jóvenes aportan a la ganadería pontevedresa.

A pesar del éxito de incorporaciones de las comarcas, Pontevedra se encuentra en la cola de la comunidad autónoma gallega. El ránking lo encabeza la provincia de Lugo con 247 jóvenes, seguida de A Coruña con 139 y Ourense, donde se alcanzó la cifra de 68, por los 66 pontevedreses.