El crimen de la casa rectoral de Cruces sigue sin resolverse cinco años después

Uxía López Rodríguez
uxía lópez PADRÓN / LA VOZ

VILA DE CRUCES

MERCE ARES

La parroquia de Padrón recuerda hoy a la asistenta del sacerdote, que mataron ese día

15 sep 2019 . Actualizado a las 05:05 h.

La parroquia de Cruces, en el municipio de Padrón, recuerda hoy a María Soto, la asistenta del cura que falleció hace cinco años en un violento asalto a la casa rectoral y que, a día de hoy, sigue sin resolverse aunque desde la Guardia Civil aseguran que «continúan las investigaciones». El santuario de A Escravitude celebra a las doce del mediodía una misa en recuerdo de la mujer, que murió por asfixia mientras que el sacerdote, Ramón Barral, recibió una paliza. El cura, de 84 años, está ingresado en una residencia de Santiago.

El asalto ocurrió el domingo 14 de septiembre del 2014 sobre las nueve de la noche, cuando tres individuos, uno de ellos encapuchado y armado, llamaron a la puerta con la excusa de que había una defunción en la parroquia. Pese a que el cura y la asistenta ya estaban en alerta por otros atracos, la mujer abrió la puerta y los asaltantes pegaron, ataron y amordazaron a los dos. Ella logró soltarse y gritar y fue cuando le apretaron la mordaza hasta el punto de asfixiarla.

Para huir, los asaltantes se llevaron el coche del sacerdote que, días después, apareció en el lugar de Pontecesures, limítrofe con Padrón. Semanas después fueron detenidas dos personas como presuntos autores de los hechos. Fueron un vecino de Boiro y otro de Noia, pero el Juzgado número dos de Padrón los dejó libres de cargos y sospechas en diciembre del 2015, cuando la jueza decretó el sobreseimiento provisional y el archivo de las actuaciones iniciadas, al entender que «no existen motivos suficientes para atribuir la perpetración de los hechos a persona alguna determinada».

Cinco años después del asalto nada se sabe de los autores, por lo que la pregunta sigue latente: ¿quién mató a María Soto? En A Escravitude y en Cruces hay pocas esperanzas de que se dé con ellos, pese a que en su momento trascendió que en la casa quedaron restos de su paso, como colillas.

El asalto se produjo seis días después de la celebración de la Virgen de la Escravitude, el 8 de septiembre, para robar la recaudación de un día con muchas misas y donaciones de fieles. Aún hoy, ello hace pensar que al menos uno de los asaltantes no es de muy lejos y de ahí que fuese encapuchado, por temor a que el sacerdote o la asistenta lo pudiesen reconocer. Desde la noche del asalto, la casa rectoral de Cruces permanece cerrada, ya que el cura no volvió a residir en ella y apenas se incorporó a su tareas porque las heridas sufridas agravaron sus problemas de salud. Desde entonces, de la parroquia se hace cargo el cura de Padrón, Roberto Martínez.

María Soto llevaba más de 25 años trabajando para el cura Ramón Barral

María Soto tenía 78 años, era natural de una parroquia de Vila de Cruces, en la comarca de Deza, y llevaba 26 años trabajando para el cura Ramón Barral. Ante la injusticia de no saber quiénes son los autores de su muerte, la misa de hoy y, sobre todo, rememorar lo que pasó, es una manera de recordar a María Soto, que ya era una vecina más del lugar. foto m. ares