La venta de viviendas crece en uno de cada dos municipios gallegos

Gabriel Lemos REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

Venta de viviendas
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Las diferencias económicas y demográficas crean un mercado a dos velocidades

20 mar 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

El ladrillo empieza a recuperar las constantes vitales. En Galicia se vendieron el año pasado más de 15.560 viviendas, un 6,4 % más que el año anterior. Y, aunque el ritmo de crecimiento es todavía muy inferior al del resto de España -que duplica de largo el de la comunidad-, lo cierto es que se trata de la cifra de operaciones más elevada de los últimos cuatro años (pero un 60 % por debajo de las 38.700 del 2006, el pico previo al estallido de la burbuja).

Claro que no hay un único mercado inmobiliario gallego. No solo hay diferencias entre provincias (Pontevedra y Ourense crecen más de un 10 %, mientras que en Lugo las ventas siguen cayendo, aunque ligeramente), sino que incluso dentro de estas se pueden observar tendencias contrapuestas. Si se recurre al desglose por municipios que ofrece el Ministerio de Fomento, se puede comprobar que las compraventas de viviendas repuntaron en 166 localidades gallegas, una de cada dos (53 %). A la cabeza, de nuevo, la ciudad de A Coruña, la única que pasa la barrera de las dos mil transacciones, con un crecimiento del 13,3 %, el doble que la media gallega. Claro que hay otras urbes con mejor comportamiento, como Lugo, Vigo y Pontevedra, con repuntes del 13,8, el 17 y el 27,7 %, respectivamente. Ferrol es la única de las siete grandes ciudades que empeora los registros del año anterior, con un descenso de las ventas del 4 %.

Porque lo que constatan los expertos es que el nuevo mercado de la vivienda en la comunidad descansa sobre el tirón de las áreas urbanas, no solo las ciudades, sino también sus comarcas de influencia. «Hay una Galicia a dos velocidades», dice rotundo Benito Iglesias, presidente de la Federación Gallega de Empresas Inmobiliarias, que destaca que los estudios de la asociación demuestran que los ayuntamientos con peores datos de compraventas inmobiliarias son también los que presentan un peor comportamiento en indicadores económicos como la creación de empresas y los más castigados por la despoblación. «Se trata sobre todo de municipios de Ourense y del sur de la provincia de Lugo», apunta.

Y la estadística parece darle la razón. Porque frente al empuje del ladrillo en los cinturones de las grandes urbes, hay cinco ayuntamientos en los que no se vendió ni una casa en todo el año pasado. Se trata de Negueira de Muñiz, As Nogais, Beade, Pontedeva y Vilariño de Conso. Estos son los casos extremos, pero hay otros 120 concellos en los que, pese a que sí hubo casas que cambiaron de manos, fueron menos que un año antes. La mayoría, municipios rurales, aunque en la lista se cuelan también ciudades (Ferrol), localidades con una población considerable (Culleredo y Ames) o con un fuerte componente turístico (Sanxenxo).

No hay obra nueva

Si repuntan las ventas es gracias al fuerte tirón de la vivienda de segunda mano, porque lo que es la nueva sigue en caída libre. Se vendieron 2.339, medio millar menos que en el ejercicio anterior, con lo que su peso en el mercado apenas alcanza ya el 15 %. Y eso es, sencillamente, porque cada vez quedan menos casas a estrenar. El presidente de las inmobiliarias gallegas se muestra muy crítico con la política urbanística de los gobiernos de las mareas en las ciudades de la provincia de A Coruña, que a su juicio ahuyenta la inversión en ladrillo. Y advierte de que eso puede generar un efecto contrario al esperado: «Si no se promueve vivienda nueva, el mercado es cada vez más reducido, y eso provoca que los pisos se encarezcan cada vez más».

En esa línea apunta también Diego Vázquez Reino, presidente de Apecco, la patronal de las constructoras coruñesas, que certifica un parón en la edificación en las urbes del que, dice, se benefician sobre todo los ayuntamientos limítrofes, que captan inversión y más población. Para las empresas del sector, la rehabilitación de edificios sigue siendo la tabla de salvación, ahora complementada con las obras industriales.

Si no vuelven a salir las grúas, Iglesias cree que el stock de vivienda nueva, que según sus estimaciones ronda ahora en torno a los 23.000 inmuebles, se podría reducir hasta los 15.000 de aquí a un año.