Los líderes provinciales de la patronal gallega preparan la marcha de Arias

Mario Beramendi Álvarez
mario beramendi SANTIAGO / LA VOZ

ECONOMÍA

Álvaro Ballesteros

Han acordado incluir en los estatutos una presidencia rotatoria cada dos años

24 oct 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

El empresario coruñés Antón Arias tiene su tiempo contado al frente de la presidencia de la Confederación de Empresarios de Galicia (CEG). Los responsables de las cuatro confederaciones provinciales negocian su salida a través de una presidencia rotatoria, cada dos años, que tendrá que ejecutarse cambiando los estatutos de la organización. De esta forma, los líderes de cada provincia se turnarían para coger el timón de la patronal gallega, porque entienden que, tal y como están las cosas, con una fractura interna que sigue sin soldarse, es el único modo de dotar de estabilidad a la organización. El plan está prácticamente cerrado, según las fuentes consultadas, y solo falta fijar el calendario para ejecutarlo. Se espera que sea antes de que acabe el año.

Con las cuatro provincias de acuerdo, será una decisión que no podrá pararse internamente y que contará con una holgada mayoría de votos. Se aprobará primero en el comité ejecutivo, después en la junta y, finalmente, saldrá adelante en una asamblea general, que es la que tiene que dar el visto bueno a la reforma estatutaria.

La culminación de estos planes supondría que Antón Arias ha perdido el respaldo de la Confederación de Empresarios de A Coruña (CEC), liderada por el histórico Antonio Fontenla (presidente de la CEG entre los años 2001 y 2013), que fue uno de sus grandes valedores para que fuera elegido presidente de la patronal el pasado enero. En cierta forma, el pacto para una presidencia rotatoria es una forma de retirarle el apoyo y dejarlo caer. Según el acuerdo, el primer presidente en esa modalidad de turno sería el más antiguo, así que Fontela podría volver al mando de la CEG durante dos años.

Habrá que ver qué sucede después con José Manuel Pérez Canal, pendiente de ser reelegido en Ourense, o con Jorge Cebreiros, líder de la patronal pontevedresa, que tiene una causa abierta por presuntas irregularidades en el uso de fondos europeos. En Lugo quien ostenta el poder no es el presidente provincial, sino Jaime Arias, que fue secretario.

La polémica abierta a raíz de las declaraciones de Antón Arias sobre Cataluña -en las que abogaba por una consulta legal y pactada y que propició que dos expresidentes como José Manuel Fernández Alvariño y Antonio Dieter pidiesen su dimisión- ha acelerado la tensión interna, pero el pacto para la presidencia rotatoria entre las provincias venía fraguándose ya desde mucho antes.

Sin apego al cargo

Preguntado al respecto, Arias se mostró este lunes tranquilo. «Es una posibilidad que está encima de la mesa», sostuvo el actual presidente sobre la reforma de los estatutos. E insistió en que no tiene ningún apego al cargo y que ya ha cumplido la misión que se le encomendó: reconducir la situación económica de la CEG. «Yo ya dije en su día que estaba aquí para trabajar por la viabilidad económica de la patronal, y que mi presidencia podría durar un año, unos meses o lo que fuera. He hecho lo que tenía que hacer, así que a mí no me supone ningún problema», sostuvo Arias.

En el mandato del actual presidente, la patronal logró firmar el crédito hipotecario de 1,2 millones que garantizaba la supervivencia económica y alejaba el fantasma de un concurso de acreedores. Fue en junio. Poco antes, José Manuel Fernández Alvariño había alarmado con una grave situación de insolvencia. En ese préstamo, la CEG presenta como garantía una parte del propio edificio de la sede central, un inmueble histórico en Santiago.

Cuatro años de inestabilidad y de constante descrédito de la organización

En el verano del año 2013, la CEG eligió como nuevo presidente al empresario vigués José Manuel Fernández Alvariño. Al perder el apoyo de Lugo, Antonio Fontenla, que había estado al mando desde el 2001, decidía no presentarse a la batalla final. Lo que vino después fue una sucesión de batallas internas que llevaron a la salida de Alvariño y la elección de Antonio Dieter, en enero del 2016, con el apoyo de Fontenla y las organizaciones sectoriales. Apenas duró nueve meses en el cargo. Y en enero de este año, la asamblea de la patronal eligió a Arias después de que las cuatro provincias fuesen incapaces de consensuar un candidato. Salvo sorpresa, se prevé un cuarto cambio en la patronal gallega en menos de un lustro.

La CEG tiene ante sí ahora enormes desafíos. Consecuencia de esa guerra interna, no solo se ha deteriorado su imagen social, sino también las funciones para las que está concebida la organización, como pueden ser su papel como interlocutor en el diálogo social y, lo más relevante, su trabajo para defender y prestar servicios a los empresarios. Hay una creciente desafección en una parte del tejido productivo e industrial gallego sobre la función que desempeña la patronal y el convencimiento de que, tal y como está ahora, es un instrumento lastrado por la obsolescencia. Por eso exigen profundos cambios internos de funcionamiento. Con este pacto provincial, las sectoriales quedan arrinconadas y sin apenas peso.