La UE lanza la reforma más ambiciosa del euro desde su nacimiento

A. L. BRUSELAS / COLPISA

ECONOMÍA

EMMANUEL DUNAND | AFP

La Comisión reta a los países acreedores y aprovecha las dudas alemanas para sugerir un FMI comunitario

07 dic 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

La ceguera cortoplacista anima a quitar hierro al anuncio, a enfatizar los peros por encima de todas las cosas. En esta UE, a raíz de la gran recesión, los peros se conjugan en alemán. Eso viene de serie y con eso hay que convivir. Pero conviene observar y analizar, porque es posible que el 6 de diciembre del 2017 sea recordado dentro de una década como aquel día en el que la Comisión Europea se atrevió a dar el impulso definitivo al euro.

El colegio de comisarios propuso el relanzamiento de la moneda única con varias medidas de gran calado que todavía deben contar con el plácet del Consejo (en el que se sientan los Gobiernos nacionales). Se trata de la creación de un FMI europeo (FME) a partir del MEDE, el fondo de rescate; el establecimiento de instrumentos presupuestarios para intentar salvar a países en dificultades y ayudar a los que no tienen la moneda única a realizar las reformas precisas para acceder al club (ahora son 19 de los 28); y, por último, crear un superministro de Finanzas que presida el Eurogrupo y tenga rango de vicepresidente de la Comisión.

De lo que se trata es de establecer un sistema antiincendios eficaz que permita parapetarse de cara a la próxima crisis, que, que nadie lo dude, llegará. «Tras años de crisis, ha llegado la hora de que tomemos las riendas del futuro de Europa. El fuerte crecimiento económico actual nos anima a avanzar para velar por que nuestra Unión Económica y Monetaria esté más unida, sea más eficaz y democrática y funcione para todos los ciudadanos europeos. El mejor momento para hacer obras es cuando el sol brilla», recalcó ayer el presidente del Ejecutivo, Jean-Claude Juncker.

Tensiones entre bloques

El veterano luxemburgués, europeísta convencido y convincente, se juega su legado y ha lanzando un órdago a una Alemania desorientada como nunca, sin saber muy bien cómo Merkel resolverá el sudoku para poder gobernar. Junto a Berlín, en el grupo de reticentes destaca Holanda, que jugó con fuego en las últimas elecciones y no está dispuesta a meterse en aventuras raras dentro de la UE para dar gasolina a los eurófobos.

Mientras los países acreedores siguen teniendo una gran alergia a conceptos como compartir riesgos, transferencias fiscales o garantía común, París, Roma y Madrid defienden estas propuestas sin ambages, sobre todo el francés Emmanuel Macron.