Manuel Taboada y Ángela Valdenebro: «¡Claro que hacer calcetines es hoy un gran negocio!»

Sofía Vázquez
sofía vázquez REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

Emilio Moldes

El 95 % del mercado de su compañía, Thunders Love, va desde Alemania, el Reino Unido, Francia e Italia hasta EE.UU.

20 ene 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Él, licenciado en Bellas Artes, trabajó en banca; y ella, arquitecta, en una gran empresa textil gallega. Manuel Taboada y Ángela Valdenebro decidieron un día iniciar su propio camino empresarial y crearon Thunders Love, una compañía que diseña, fabrica y comercializa calcetines. Sus principales mercados son Alemania, el Reino Unido, Escocia, República Checa, Italia, Holanda y EE.UU. Entre sus objetivos está Japón.

-¿Hacer calcetines es un negocio?

-[Manuel Taboada]. [Risas] Sí, claro que es un gran negocio. El mercado es muy grande. La media del consumo en Occidente está en 12 pares de calcetines al año por persona, y mueve un volumen de producción de 24 millones de pares. Es un producto de consumo recurrente, y aunque constituir una empresa tiene un coste-inversión al principio, una vez que el cliente te fideliza porque le ha gustado lo que haces, sus compras ya suelen ser periódicas. Nosotros hemos detectado que existen marcas muy importantes que sí están haciendo un gran negocio. La norteamericana Stands se fundó en el 2009 con nueve millones de dólares y hoy tiene más de 109 millones de fondos privados que han invertido en ella.

-Pensar en hacer una empresa que se dedique a los calcetines es algo rarísimo. Cuenten la verdad.

-[Ángela Valdenebro] No es tan raro. Cuando nos conocimos y pensamos en hacer algo juntos…

-[M. T.] Tengo un amigo que se dedica a la comercialización de calcetines en España... Llegó a mover más de un millón de pares al año. Nos llamó la atención… Le pregunté a Ángela ¿qué te parece si hacemos este tipo [coge uno en la mano] de calcetín? Empezamos a investigar marcas americanas. Cualquier consumidor tiene calcetines en un cajón. Es una prenda básica que te acompaña toda tu vida y que forma parte del estilo de vida. Hay gente muy exigente, cuyo punto diferenciador es, precisamente, el calcetín.

-¿Cuál es el margen que les queda de la venta del producto?

-[M. T.] En tienda es el 50 % y en venta on-line, del 70 %. Tenemos un multiplicador. Ese margen se ve hoy muy repercutido porque invertimos en el arranque del negocio, en asistir a ferias. El Icex y del Igape nos han dado dos ayudas para internacionalizar la marca. El 95 % de nuestro mercado se concentra en los países nórdicos, norte de Europa y EE. UU. Queremos entrar en Japón.

-Producen en Portugal.

-[M. T.] Sí. No solo nos preocupamos por hacer una prenda bonita. Hemos rescatado técnicas de confección, la estructura del calcetín. Nos hemos ido a técnicas de calcetería de máquinas de doble cilindro, mezclamos varios hilos por canal. Tenemos calcetines que se hacen con 56 agujas y mezclamos 5 hilos por canal.

-¿Tienen costura?

-[M. T.] Este sí [muestra uno], pero este [coge otro] que está confeccionado con 96 agujas ya no tiene costura. Evoca al punto antiguo. Esta es una secuencia geométrica que nosotros extraemos de viejos libros de confección. Nuestra máxima es la calidad. Es para los paladares exigentes. No comercializamos calcetín barato y divertido

-¿Y el precio?

-[A. V.] Nuestros precios van desde los 25 hasta los 30 euros. Es posible que hagamos una línea un poco más económica para el verano. Nuestros calcetines llevan cuatro veces más algodón que uno convencional, y los tiempos de producción son mayores. Las máquinas no confeccionan a gran velocidad. Son más artesanales. En gran parte del trabajo interviene la mano de una persona.

-Con esos precios, son calcetines para la jet...

-[M. T.] No lo definiría así. Hay gente exigente en cuanto a calidad. Una vez que tienen las necesidades cubiertas ponen en valor que la fabricación sea europea, que el producto sea tratado con mimo, al igual que la producción. Hay muchos consumidores que se han alejado de la industria de la moda actual porque piden respeto y una serie de normas. Nuestras producciones son más pequeñas, más limitadas y ese tipo de público lo valora.

-Pero ustedes también querrán hacer dinero.

-[A. V.] Queremos que nuestra empresa salga adelante. Pero es cierto que en Europa hay una corriente que apuesta por aquello que se fabrica de una determinada manera. Consumen responsablemente. No necesitan tener el cajón con 50 pares de calcetines, sino que tienen 7 que están hechos en Europa, con criterios de fabricación buenos, con trabajadores que tienen sueldos dignos. Esta gente no es la jet.

-¿Es fácil impulsar esta empresa desde Pontevedra?

-[A. V.] La gran ventaja es estar al lado de Portugal porque así tenemos el control de toda la producción. De dos a tres veces por semana viajamos a las tres fábricas, que están en Barcelos y en Guimarães. Es importante ver cómo se comienzan a fabricar las líneas, cómo salen los primeros pares… La parte negativa es que estamos lejos del punto de comercialización.

-[M. T.] Pero Internet y teléfono eliminan barreras. Tenemos un cliente con tienda en Los Ángeles, Nueva York y Taipei, y nos compró tras un email que le enviamos… Sus tiendas son increíbles. Unos vaqueros pueden costar 400 euros.

-¿En Galicia no pueden producir?

-[A. V.] No, no hemos conseguido ninguna fábrica que pueda hacer lo que queremos y que se adapte a nuestras exigencias. Pero en España tampoco. Y buscamos. La calidad en Portugal es máxima. En el ránking internacional están Portugal e Italia, y a partir de ahí todo lo demás.

-Alguien importante que haya llevado estos calcetines.

-[A. V.] Influencers de EE.UU., Alemania, el Reino Unido, de París... Se han puesto en contacto con nosotros a través de las redes sociales.

-¿Su intención es poner en marcha el negocio para venderlo?

-[M. T.] Nos encanta, es nuestra pasión. Cada paso que damos es emocionante. Lo que realmente queremos es que nuestro negocio crezca.