La inflación recorta la renta de las familias españolas el doble que la de alemanes y franceses

Edurne Martínez COLPISA

ECONOMÍA

M.Moralejo

La OCDE alerta del golpe en las economías domésticas, con una caída del 4,1 % de los ingresos per cápita en España

04 ago 2022 . Actualizado a las 21:21 h.

La ola inflacionista que sufren todas las grandes economías del mundo es un asunto de gran «preocupación» para la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), que en su último informe sobre renta de los hogares advierte de que el incremento de los precios está erosionando los ingresos reales de los hogares, lo que supone un menor poder de compra y frena el consumo y el crecimiento.

Según sus cálculos, el ingreso real per cápita de los hogares cayó un 1,1 % en el área de la OCDE de enero a marzo, coincidiendo con el inicio de conflicto entre Ucrania y Rusia. Por el contrario, el PIB por habitante avanzó un 0,2 % en el mismo período, lo que continúa la tendencia de los tres trimestres anteriores en los que la tasa de crecimiento ha superado el incremento de la renta, una tendencia opuesta a la observada al inicio de la pandemia.

Tanto aumentó la brecha durante el año del confinamiento que el ingreso real de los hogares es hoy un 2,9 % más alto que en enero del 2020 pese a la caída que está experimentando en los últimos meses, mientras que el PIB es solo un 1,6 % superior.

Lo que está ocurriendo desde hace varios meses es que el aumento de los precios está «socavando» la renta de las familias, detalla la OCDE. En la media de los países del G7, los ingresos por habitante cayeron un 1,2 %. Entre el grupo de las economías más desarrolladas, quienes más sufrieron el impacto de la inflación fueron los franceses, que vieron caer sus ingresos un 1,9 %, dos décimas por encima del mordisco al bolsillo de los alemanes.

Pero estas cifras no tienen comparación con las de España, donde el alza de los precios ha contribuido a una gran caída de los ingresos per cápita, concretamente del 4,1 %, más del triple que la media de la OCDE y del G7. El único país europeo que supera a España es Austria, con un descenso del 5,5 %.

No es de extrañar, teniendo en cuenta que la tasa de inflación de España es la mayor de entre sus socios europeos. El último dato publicado por Eurostat, referente a julio, indica que, de media, los países de la eurozona registraron un 8,9 % de inflación, frente al 10,8 % de España, que supera las subidas en Alemania (8,5), Italia (8,4), Portugal (9,4) o Francia (6,8).

Nada que ver con lo que ocurre en Canadá, donde se registró el mayor crecimiento del ingreso familiar en el primer trimestre del año (1,5 %). Esto se debió al aumento de los sueldos, del 3,8 %, que superó la subida del coste de la vida.

Ahorrar, una misión imposible

La incesante subida de precios está afectando a las previsiones económicas. En su boletín mensual, el Banco Central Europeo (BCE) empeoró este jueves sus perspectivas al reconocer que «la inflación sigue siendo indeseablemente alta» y anunciar que se mantendrá por encima del objetivo del 2 % durante más tiempo del esperado. «El crecimiento se desacelerará, lo que empaña las perspectivas para la segunda mitad del 2022 y más allá», asume.

El problema es que esta situación llega en un momento en el que la economía de muchas familias y empresas no se habría recuperado de la pandemia. De hecho, aunque España registró en los dos últimos años un incremento récord de la tasa de ahorro debido a las restricciones al consumo y a los viajes, este colchón se concentró en el 20 % de los hogares, según las cifras del boletín económico del BCE. Estas son las familias que ahora se sitúan en una mejor posición para hacer frente a la elevada inflación.

El organismo afirma que durante la pandemia «la mayoría de los hogares no fueron capaces de incrementar su tasa de ahorro, solo el 20 % la aumentaron y en torno al 16 % la redujeron». Además, estos hogares que consiguieron ahorrar suelen ser los de mayor nivel de renta, que son los menos afectados por la subida de los precios. Esto, advierte el BCE, podría «limitar» el impacto positivo de ese ahorro sobre la recuperación del consumo.