Dura, tenaz, ambiciosa y luchadora, la «Juana de Arco liberal», como la llamó Vargas Llosa, aspira a La Moncloa
13 abr 2008 . Actualizado a las 14:36 h.Su encuentro con Pedro Schwartz, hace ya un cuarto de siglo, cambió su vida. El catedrático de Historia de las Doctrinas Económicas y genuino representante del liberalismo clásico la convenció de que entrara en política. No fue fácil. «Empezó en política con muchas dudas y no demasiado convencimiento, tuve que insistir porque tenía un puesto en el Ministerio de Cultura y una familia, le interesaba pero no para hacer una carrera», recuerda. En 1983, Esperanza Aguirre Gil de Biedma ingresó en la incipiente Unión Liberal de Schwartz.
Desde entonces, su carrera ha sido espectacular. A sus 56 años, tiene una larga trayectoria política tras de sí, en la que ha marcado hitos. Ha sido la primera presidenta de una cámara legislativa, el Senado, y de una comunidad autónoma, Madrid -gracias al tamayazo en primera instancia-, de la historia de España, además de ministra de Educación y Cultura con Aznar.
El pasado lunes abrió la caja de los truenos al lanzar un órdago y criticar muy duramente la gestión de Mariano Rajoy. «A fecha de hoy no entra en mis planes ser candidata a presidir el PP», advertía, con lo que no descartaba disputarle el liderazgo.
La carrera de Aguirre no ha sido fácil. Recién llegada al Ministerio de Educación y Cultura en 1996 corrió el bulo, que hizo fortuna, de que creía que el premio Nobel portugués José Saramago era una pintora de nombre Sara y apellido Mago. Se demostró que era una leyenda urbana, pero no lo eran sus olvidos y equivocaciones. Luego confesó en un programa de radio que no sabía quién era el popular actor Santiago Segura. Aguirre se convirtió en el blanco perfecto, la estrella indiscutible y la musa del programa satírico Caiga quien caiga, que incluso le dedicó un espacio fijo titulado El rincón de Espe. Pablo Carbonell, uno de sus reporteros, la perseguía a todas partes y la ministra le atendía con espontaneidad, lo que le dio una gran popularidad.
Aquella mujer que fue objeto del cachondeo nacional, de la burla sin piedad, que tenía «una pinta de repipi total», según el que fue portavoz del Gobierno, Miguel Ángel Rodríguez, se ha convertido en una «lideresa nacional», como se autodenomina, dispuesta al asalto al poder del principal partido de la oposición. ¿Destino final Moncloa? De momento, los barones del PP le han dado la espalda, pero queda mucha carrera hasta el 2012.
«Es difícil que, si se le pone algo entre ceja y ceja, no lo consiga. De inmediato busca los medios para lograrlo», escribe la periodista Virginia Drake en su biografía autorizada titulada con doble sentido La presidenta (La Esfera), en la que Aguirre lanzó sus dardos contra su «cordial enemigo», Alberto Ruiz-Gallardón, y por la que cosechó grandes críticas al decir que no llegaba a fin de mes porque se gastaba mucho en calentar su mansión. Y atención: «Los retos siempre la han motivado sobremanera. No acepta las guerras perdidas de antemano y está dispuesta a dejarse la piel en el empeño», añade Drake.
Mayor de ocho hermanos, Aguirre, esta «Juana del Arco liberal» -como la llamó su amigo Mario Vargas Llosa- es una mujer con mucho carácter, tenaz, dura, aunque de lágrima fácil, mandona, hiperactiva, luchadora, directa, ambiciosa, orgullosa, tiene una enorme fuerza de voluntad y mucho amor propio, según quienes la conocen. Sabe rodearse de una guardia de corps absolutamente leal y trabajarse a los medios de comunicación amigos.
«Es muy exigente, una máquina de trabajar, pide mucho a quienes la rodean, muy firme y clara y contra lo que pueda parecer no es una finolis, sino que tiene una vena popular y conecta con la gente», señala Schwartz. Pero lo que más destaca es su compromiso ideológico. «Tiene las ideas muy claras, lo que es muy raro entre nuestros políticos, tiene una forma de ver la vida y la política liberal y promercado, siempre ha sido su línea intelectual directriz», afirma. ¿Por qué ha decidido postularse como alternativa a Rajoy? «Por su disgusto ante el hecho de que el PP se esté quedando descerebrado, no se sabe cuál es su línea ideológica, si es semisocialista o democristiana, ella quiere que haya una declaración programática de apoyo a la iniciativa privada y la autonomía individual. Ahora no se sabe lo que defiende Rajoy, todo es reblandecerse», asegura Schwartz. Este no tiene dudas de que las ideas de Aguirre coinciden con las de Aznar, que «es un poco más tradicional como castellano viejo». No está de acuerdo con la imagen que se da de ella como «una persona dispuesta a todo para llegar al poder, sino que lo quiere para poner en práctica sus ideas».
La ideología de Aguirre está muy cerca de la de su admirada Margaret Thatcher, liberal en lo económico y conservadora en lo político. Aunque en su ya famosa intervención del lunes defendió que el PP debe desembarazarse de su imagen de nasty party -un partido antipático y antiguo- y no tener complejos para criticar el franquismo o defender a los homosexuales, sus adversarios resaltan que ha convertido Telemadrid en un instrumento de su política, se ha opuesto a distribuir gratis la píldora del día siguiente o promueve la objeción a Educación para la Ciudadanía. Y lo más importante: controla con mano de hierro todos los resortes de la Comunidad y el PP de Madrid.