La Reina, Obama y el PP tapan la crisis

Manuel Campo Vidal

ESPAÑA

Mientras polémicas y emociones ajenas a los problemas económicos dan un respiro al Gobierno, en el Partido Popular resurge el hostigamiento de los críticos con Rajoy

02 nov 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

Menos mal para el Gobierno que frente a las malas noticias económicas, otras polémicas y emociones distraen a la ciudadanía: el pensamiento de la reina doña Sofía, según versión de Pilar Urbano, la última vuelta de la carrera electoral americana con el estadio aclamando a Obama, que ganará el martes si una bala o Bin Laden no lo impiden, y el rebrote de las hostilidades en el PP.

De no existir esos tres argumentos informativos -Reina, Obama y PP-, los medios dedicarían todavía más espacio a la crisis. Como es bien sabido, una cosa es la crisis financiera internacional, otra la crisis de la economía real que genera, y que ya va llegando, y otra es la crisis psicológica que algunos medios y bastantes personajes alimentan agravando la percepción de lo que ya es suficientemente grave.

Comencemos por Obama. En las fotografías de los que tratan de estrechar su mano, antes solo había negros y ahora son, sobre todo, blancos, acaso porque ya han comprendido, como dice el alcalde de San Antonio (Tejas) que, salvo el color de su pelo y su cara, Obama es un blanco como ellos, además de encarnar la esperanza para superar la crisis. Las elecciones americanas apasionan a todo el mundo, subyugan en España, y van interesando incluso en Estados Unidos, habida cuenta de que hoy ya han votado casi veinte millones de ciudadanos.

La reina doña Sofía va a tener hoy un cumpleaños amargado por una conjunción de factores: sus propias declaraciones, la transcripción de una periodista que nunca graba porque prefiere tomar notas y altos cargos de la Casa Real que «no calcularon el riesgo de poner a la Reina en manos de una numeraria del Opus Dei dispuesta a conducir a la Reina por el buen camino», como ha escrito en La Vanguardia Mariángel Alcázar. Solo pudieron contraatacar ante la tormenta con una nota de precisión que, por lo menos, agradeció en otro comunicado la Federación Estatal de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales (FELGTB). Se sabe que el Rey está que trina.

Por cierto, que el aireado pasaje del libro en el que doña Sofía dice que «Bush metió a su país en guerras de venganza y destrucción», habrá reafirmado el instinto vengativo del presidente americano, empeñado en cerrar la puerta del G-20 a Zapatero cuando ya Iberoamérica, Europa y Asia apoya su presencia.

Acoso

Pero lo que no se podía imaginar es que esas declaraciones de la Reina iban a servir para atizar el acoso de los críticos a Mariano Rajoy en el seno del PP. Bastaron unas declaraciones del vicesecretario de Comunicación Esteban González Pons en Telemadrid para que se oficializara la nueva etapa de hostigamiento de la dirección que ganó el congreso de Valencia en junio.

¿Por qué ahora? «Porque las encuestas nos van bien», sostiene la secretaria general María Dolores de Cospedal. ¿A cuenta de qué? De lo que sea. Vale el desliz de Rajoy ante un micrófono hablando del desfile para rasgarse las vestiduras o las declaraciones de González Pons, que se limitó a decir que «el principio de neutralidad debe mantenerlo toda la familia real [?] porque lo que ha dicho ofende a una parte de los españoles, pero representa lo que piensa la otra mitad».

Bastó eso para que su antecesor, Gabriel Elorriaga, el hombre que pidió el cese de Rajoy en un artículo en el que se sumaba a las tesis de Esperanza Aguirre, las calificara de «intolerables». Se puede discutir si son «inconvenientes», pero no parecen intolerables, aunque González Pons las matizó después acogiéndose a lo poco que podía hacer. Algo así como que «en Telemadrid hablé como diputado y a título personal y ahora lo hago en la sede del partido y como portavoz».

También sería discutible la distinción y mantenerla puede acarrearle disgustos, pero da igual. Los críticos atacan de nuevo y aprovechan lo que sea. A mitad de esta semana el ex ministro Jaime Mayor Oreja insistía en un restaurante a sus contertulios: «En el PP estamos muy mal, muy mal». Y todavía no se conocía el episodio de la Reina.

Entretanto, el Gobierno ha optado por no intervenir en la polémica y debe agradecer en silencio a doña Sofía, al PP y a Obama que le ayuden a soportar informativamente la crisis.