Ni sí ni no. Con la boca pequeña dijo el castellano-manchego Emiliano García-Page que se descartaba para optar a la secretaría general del PSOE la semana pasada y como quien no quiere la cosa dejó caer ayer que todo es posible. «No tengo decidido lo que quiero hacer, lo único que tengo claro es la responsabilidad de Toledo», dijo en referencia a la ciudad de la que es alcalde desde el 2007.
El dirigente socialista es uno de los nombres repetidos en las quinielas de posibles aspirantes a liderar el PSOE tras el 38.º congreso, que tendrá lugar en Sevilla el próximo febrero. En principio, su futuro podría estar más encaminado a la promoción en el escalón autonómico, pero el hecho de que ayer afirmara que su cargo de alcalde no es «incompatible» con el liderazgo de la federación socialista de Castilla-La Mancha ni con «ninguna otra» abre una ventana a aspiraciones mayores. En todo caso, sí insistió en que su deseo es participar «intensamente» en el cambio que, a su juicio, se debe producir en Madrid.
Campaña necesaria
Aún hay margen para que cualquier aspirante dé un paso al frente y se lance a la conquista del PSOE; pero no demasiado amplio. Aunque, formalmente, los candidatos que tengan el aval del 20 % de los delegados pueden presentar su oferta en el mismo congreso, la mayor parte de los socialistas entienden que será necesario dedicar unas semanas a hacer campaña. Por eso, el plazo más plausible para que las candidaturas empiecen a aflorar comprende desde el 19 de este mes hasta la celebración de los congresos regionales que elegirán los delegados y que irán del 16 al 22 de enero.
A juicio del secretario general del PSOE de Castilla-La Mancha, José María Barreda, es imprescindible que los nombres de los aspirantes se conozcan antes de esos congresillos, como se denominan en la jerga socialista. Sería el modo, argumentó ayer, de hacer más limpio y democrático el proceso, porque las bases del partido sabrían desde un primer momento qué opciones se barajan.