Dolores Vázquez, sin fe en la Justicia

Manuel Costoya
Manuel Costoya REDACCIÓN / LA VOZ

ESPAÑA

La betanceira, condenada y absuelta por el caso Wanninkhof, sobrevive en el Reino Unido gracias a trabajos de escasa cualificación y pobre salario

25 oct 2012 . Actualizado a las 06:00 h.

¿Dónde está Dolores Vázquez? La respuesta a esta pregunta solo la conocía, hasta ahora, el círculo más íntimo de esta betanceira, que desapareció de la escena pública después de vivir un calvario judicial que la llevó a pasar casi dos años en la cárcel por el asesinato de su ahijada, Rocío Wanninkhof, un crimen que siempre dijo que no cometió y por el que fue exonerada en el 2005, cuando un jurado popular declaró a Tony King culpable de la muerte de la joven.

Sus abogados le comunicaron el pasado martes en el Reino Unido la resolución de la Audiencia Nacional que rechaza su petición de reclamar al Estado cuatro millones de euros como compensación por los días que pasó en prisión por una condena injusta. La noticia no le sorprendió. «Está harta, ya no cree en la justicia», explicaba ayer su abogada, Regina Apalategui.

Dolores Vázquez reside actualmente en el Reino Unido, donde se refugió buscando una nueva oportunidad que se le negó en España y, sobre todo, pasar desapercibida, el anonimato. Pero su vida actual no es fácil. Los trabajos que ha logrado conseguir son de baja cualificación y de pobre salario. No cuenta casi con ayuda familiar y tampoco tiene esperanzas de que el Estado reconozca la responsabilidad de su condena errónea, según explica su abogada.

Hasta el 2 de noviembre de 1999, cuando fue encontrado en Marbella el cadáver de Rocío Wanninkhof cosido a puñaladas y corroído por el ácido, la vida de esta mujer, nacida en Betanzos en 1951, era cómoda. Disfrutaba de una buena posición económica gracias a su trabajo de directora en un conocido establecimiento hotelero de Marbella. Había comprado una casa en la Cala de Mijas, en donde residía habitualmente. El estrecho vínculo que la unía a la familia Wanninkhof se debía a la relación íntima que sostuvo con Alicia Hornos, la madre de la joven después asesinada.

Una vida acomodada

Todo cambió con la desaparición y la muerte de Rocío. El caso mantuvo en vilo a España durante casi un mes y Dolores Vázquez fue la principal sospechosa. Incluso sufrió un intento de linchamiento a la salida de los juzgados, cuando fue arrestada y acusada del asesinato de Rocío Wanninkhof. Luego vinieron sus casi dos años en prisión, su condena, su posterior absolución, su puesta en libertad y su total desvinculación del homicidio, después de que King fuese declarado culpable del asesinato. Para Vázquez habían pasado seis años infernales en los que consiguió recuperar su libertad pero no su vida anterior.

Desde que estalló el caso, la betanceira no logró ni un solo trabajo en España ni un euro del Estado. Dependía de las ayudas de su familia y se encontraba sin dinero, amigos ni posibilidades. Fue en el 2006 cuando sus abogados iniciaron el proceso legal para buscar una compensación por responsabilidad patrimonial del Estado derivada de un anormal funcionamiento de la Justicia. El caso fue pasando por varios ministerios, hasta que en el 2010 llegó a la Audiencia Nacional, que no ha tenido en cuenta la demanda presentada por Vázquez.