José Enrique Ruiz-Domènec: «Europa no acepta esa superioridad moral de Cataluña hacia España»

Sara Carreira Piñeiro
sara carreira BARCELONA / ENVIADA ESPECIAL

ESPAÑA

El historiador asegura que el nacionalismo de derechas se ha «bolchevizado» al incorporar a los antisistema, la CUP

11 nov 2017 . Actualizado a las 09:48 h.

Presentar a José Enrique Ruiz-Domènec (Granada, 1948) es difícil porque lo que dice su currículo (catedrático de Historia Medieval de Europa en la Autónoma de Barcelona y editor en National Geographic, por ejemplo) no es suficiente para comprender su figura. Tal vez sea más gráfico decir que Sarkozy, siendo presidente de turno de la UE, lo escogió junto a otros 26 expertos (uno por país) para hacer la gran historia de Europa. El proyecto quedó en nada, pero él acabó publicando un libro fundamental sobre el asunto: Europa. Las claves de su historia (RBA, 2010).

-Entre sus declaraciones de hace dos años hay cierto cambio, casi hartazgo.

-Harto no, estoy desengañado de mis amigos y antiguos compañeros que legítimamente son soberanistas y que de un tiempo a esta parte son independentistas. En los últimos dos o tres años utilizan ese recurso del que tanto se habla que es la postverdad, que es una mentira camuflada. El principio legítimo de una sociedad que quiere tomar decisiones sobre sí misma no se puede encauzar con trampas para acelerar el proceso. Ocurre algo que como historiador me está llamando muchísimo la atención, por primera vez en la historia la economía ha ido más deprisa que la política en la toma de decisiones. En 48 horas la respuesta de la economía fue de tal contundencia que la política quedó aturdida y tuvo que reaccionar, empezando por la propia Jefatura del Estado, como en la edad media, por orden jerárquico, del vértice a la base.

-¿Qué le pareció la intervención del rey?

-Muy correcta porque demuestra que el rey es un hombre sensible justamente a lo que iba a pasar. Tuvo la premonición de lo que iba a pasar: que la quiebra del relato por la economía ha hecho que el relato se haya incrementado, y ahora ya no es postverdad sino mentira pura. Porque llevábamos dos años debatiendo falazmente que este proceso no afectaría a la economía.

-Si España hubiese aceptado esos acuerdos de colaboración que proponían, no afectaría...

-Hubiese afectado igual. No se han dado cuenta de que las empresas no se han ido a España por ponerse del lado de España, se han ido para mantenerse en Europa. El problema es estar o no estar en Europa. Y esta extraña reacción del expresidente de la Generalidad de irse a Bruselas cuando la decisión que había hecho era puramente un atentado a Europa, porque Cataluña salió de Europa, por un proceso puramente técnico, ni siquiera es manía. El acuerdo indica solamente participan los Estados, y se lo habían dicho por todos los medios.

-Bélgica no quiere tener el problema en Flandes...

-No es ese el problema. Hay una cosa muy importante en el contrarrelato que se está haciendo, que es nacido del puro relato, no se trata de que Europa tenga miedo que el modelo se repita en otros territorios. No es cierto porque de hecho podría ocurrir todo lo contrario: si este modelo fracasa, podría desanimar al resto; quién se va a separar viendo que uno sale de Europa, cae fuera del sistema crediticio, del sistema Schengen, de los convenios internacionales que son complejos de hacer, y sale fuera de los mecanismos de compensación, de las subvenciones. Si le afecta a una región rica como es Cataluña, imaginemos a una región pobre. Todo eso lo saben los mismos que se benefician de eso

-¿Y por qué siguen? ¿Por idealismo?

-No, ese es el relato. Lo hacen porque están convencidos que estirando mucho el problema al final Europa hará un gesto benevolente, y han utilizado un doble mecanismo: el de la estructura del Estado, que no le ha funcionado; e inmediatamente de la persona perseguida. Buscando el punto más débil de Europa, que es Bélgica sin duda. El lugar más contradictorio para eso que llaman la internacionalización: si no queréis hacernos caso como pueblo, hacednos caso como personas perseguidas. Pero ha hecho una declaración el antiguo ministro francés, Manuel Vals, que dijo «seamos claros, lo que han practicado se llama sedición».

-Si no hay el miedo a la secesión, ¿por qué Europa no quiere ni oír hablar de Cataluña como Estado?

-Europa no puede en ningún momento aceptar ese principio que latía, hasta hace una semana, detrás del discurso independentista, que era la superioridad moral de Cataluña frente al resto de España o lo que ellos llaman España. Este señor va diciendo que España no es una democracia, que no se respeta el Estado de Derecho, que no hay división de poderes y que España va a sentir vergüenza; es una especie de sainete sobre la leyenda negra. ¿Por qué le molesta esto a Europa? Porque una de dos: si es una mentira, por qué le escuchamos; y si es cierto, España tendría que salir inmediatamente de la UE, porque la UE no solo es una reunión de Estados por razones económicas, sino por razones de estado de Derecho, democracias. Este comportamiento en Europa es cosa de la extrema derecha, pero aquí este comportamiento de la ultraderecha está bolchevizado, con estructura y organización bolchevique. Es una originalidad para los estudiosos. Todo esto está sacando a Cataluña de la simpatía que Europa sentía por ella hace nada. Se vuelve a hacer política en la calle como en los años 20. Ortega se escandaliza porque es muy fácil sacar a la gente a las calles pero mucho más difícil que vuelvan a casa. Uno de los grandes hallazgos y peligros de todo esto es que los antisistema se han integrado (CUP) y nace cuando el antisitema se lanzó contra el sistema y el catalanismo lo integró. Al darles una causa común ha tenido que asumir que la independencia en paralelo es una revolución.

-Lo que no hay es un contrarrelato español.

-Hay una crisis que es el concepto de España. Ahora comienza a despertarse en algún sector de la izquierda el peligro que ha sido ideologizar el concepto de España, concedérselo a sectores quizá un poco ultramontanos, eso por un lado, y por otro esa idea de que eres español porque no puede ser otra cosa. Y eso no lo comparte nadie que viene a España, ni siquiera ningún español que vive fuera de España. En el fondo, todo el discurso antiespañol es impostado, es edípico, el hijo que mata al padre. No se lo pueden ni creer. La mayoría de los que lo dicen son hijos de andaluces, extremeño. Solo en Cataluña se dice que todo el que viene de otro lado de España es emigrante: yo jamás he oído esto en Francia, jamás en Italia.

-Tal vez porque todos los que iban a Cataluña eran pobres.

-Eso es un falso histórico. ¿Cómo se puede asumir esto si la gran queja es el peso de los altos funcionarios de Cataluña que vienen del Estado? Los gobiernos centrales han ido perdiendo el control de los altos funcionarios del Estado, y ahora en las universidades catalanas no se convocan plazas de catedráticos porque tendrían que abrirlas al resto del Estado. Y aquí vinieron gentes a trabajar en la época más oscura de la historia reciente de España solo porque el Régimen decidió favorecer a Cataluña, traer la fábrica de la Seat y las industrias del INI. Además, se suma el complejo del Estado de que es intocable y por eso puede ceder competencias, porque las competencias son todas del Estado, como ha demostrado el 155. Otro falso es que el proceso surgió por el cuestionamiento del nuevo estatuto, y eso queda muy bien, pero ellos hicieron esos artículos para probar la fortaleza del Estado. También lo es [falso] el federalismo. Hay estados que tienen menos competencias que algunas comunidades; pensemos en Estados Unidos y el FBI. Artur Más por cierto lo que quería un tribunal supremo para Cataluña; pero que una comunidad tenga un tribunal supremo, que no haya nada más donde reclamar, es el fin del país. Si yo digo, por ejemplo, que el Ebro es mío, o lo dice Zaragoza, y embalsa el agua, ¿adónde se reclama? ¿A Estrasburgo? ¿A La Haya?

-Querían ser estado, vamos.

-Se ha frivolizado lo que significa un país y el coste de un Estado. Era la parte más amable de su discurso, era un error de principiante: si recaudo yo todos mis impuestos aquí, me sale mejor la cuenta, pero ¿cuánto cuesta tener un ejército? ¡Porque los independentistas querían que los defendiese Francia! ¿Pero usted ha preguntado al Tribunal Supremo de Francia si el Ejército francés puede intervenir en un país porque se lo pida? ¿O quién vigila las costas, porque ahora lo hace la Guardia Civil? «¡Que nos den las lanchas!», dicen. Eran respuestas tan infantiles, casi graciosas, que todos pensaban que era broma.

-A lo mejor ellos no lo querían llevar tan lejos.

-Sí, sí lo querían. El problema del narcisismo es creerte lo que no eres, la bruja de Blancanieves ante el espejo mágico, y fue tal este narcisismo colosal... ¡somos el caramelo de Europa!

-Y llegó el 6 y 7 de septiembre, y la DUI.

-Lo que ocurrió el 6 y 7 en el Parlamento fue inaceptable. Si Europa tenía alguna duda de si iba a aceptar o no el territorio desgajado, la ley de transitoriedad planteaba ilusiones del tipo de «en una semana la gente tenía que ir a inscribirse para obtener la nacionalidad» y anulaba todos los principios democráticos (el primer ministro era el presidente y nombraba los jueces) .

-Después de eso, la intelectualidad y la gente preparada en Cataluña, ¿se quiere esconder o no les importa?

-Hay una perplejidad profunda.

-Usted habla del riesgo de la inseguridad jurídica, pero no de las empresas, sino de las personas.

-Lo que yo le achaco al Gobierno es no haber defendido a las personas. Las empresas han descubierto cómo hacerlo: trasladan la sede social, la sede fiscal, pero ¿y las personas? Vamos a poner que esto se independiza. ¿Qué hacen dos millones de personas que no quieren vivir en este país? ¿Lo han pensado? Estoy convencido que habrá una crisis de refugiados. Los ricos no tienen ningún problema: han sacado su dinero, han sacado su empresas.... pero ¿y los salarios, fondos de pensiones? El Gobierno no lo ha resuelto (que no detenga o no a un señor... son cosas espectaculares pero un poco circenses) pero no resolver cómo afecta al día de la gente.

-¿Cree que se ha hecho mucho daño?

-Cuando todo esto pase, han dividido familias, amigos, (que se vuelve a decir aquello que se oía en mi infancia, lo de no hablemos de política)... Esto divide territorialmente a Cataluña, la de la montaña, la del interior, abierta y claramente independiente; y la del litoral, que es básica y estructuralmente española, catalana y española. Y eso explica el millón de personas que salieron aquel domingo; allí estaba Barcelona. Cuando hay una manifestación independentista espontánea, rápida, son 60.0000; para juntar más, hay que movilizar a los que vienen de la montaña... Otro detalle respecto a la crisis territorial que hay, en parte nace con la ley D’Hondt; fueron muy inteligentes porque han creado la mayor crisis territorial de la historia de España desde el siglo XIV, porque el equilibrio territorial se quiebra. El equilibrio territorial se hace a la americana, creando un Senado, donde todas las provincias, por ejemplo, tienen el mismo peso, pero no en el Congreso. En cuanto a la fractura territorial catalana, Barcelona es demasiado grande para el país que podría quedar; no se puede comparar con Eslovenia.

-¿Qué le pareció ver la manifestación constitucionalista?

-Es la primera vez que veo banderas españolas aquí, desde el 75 (antes tampoco, por decoro, la burguesía podía ser partidaria del régimen, pero trataba de disimular..). Pero el Paseo de Gracia que parecía la Castellana... ¡No daba crédito!

-¿Fue un error que la bandera de 1978 llegase de un bando en concreto?

-En la transición la bandera española fue una bandera cambiada, porque desapareció el escudo. En este caso, surge la independencia secuestrando la bandera nacional... nacional catalana... es una cosa sorprendente. Y está aireando la bandera de un sistema político. Lo que no vale es que si volviese la república volvemos a la anterior bandera. No, tendrán que apechugar con la bandera que han enseñado. ¿O ahora se avergüenzan de tener la bandera cubana? Es que se utiliza la bandera con la intención de quitarla.

-El problema, parece claro, es España.

-Hay una falta de respeto al adversario al convertirlo en enemigo: la democracia es la república, pero se van a Bélgica que es una monarquía, su el modelo perfecto es Inglaterra o Canadá, que son monarquías. Como Noruega, Suecia o Dinamarca, que tanto admiran. Todos sus modelos para construir una república son una monarquía. La única monarquía que no es reciclable es la española.

-¿Ese es el problema? ¿La monarquía?

-En los años 70, la diferencia entre Barcelona y el resto de España era abismal. Pero España ha cambiado, y eso no lo soportan.