Un secesionismo tocado clama por sus presos

Sara Carreira Piñeiro
Sara Carreira BARCELONA / ENVIADA ESPECIAL

ESPAÑA

Forcadell decidió no participar en la manifestación, celebrada unas horas después de que ERC diera otro portazo al PDECat y a la lista unitaria que reclaman el 86 % de los militantes de ANC

12 nov 2017 . Actualizado a las 00:31 h.

Las asociaciones independentistas reunieron este sábado a 750.000 personas en Barcelona para pedir la libertad de «los presos políticos». Un clamor que tardaron nueve días en preparar y que, sin embargo, no logró taponar las vías de agua de un movimiento secesionista tocado por una fractura que cada día que pasa se hace más evidente y que tuvo en la decisión de Carme Forcadell de no acudir a la manifestación la muestra más evidente del desánimo creciente.

De puertas para fuera todos agitaban las mismas banderas, pero horas antes de la marcha Esquerra había decidido llevar sus propias siglas al 21D, ya que las ve ganadoras. Hacía oídos sordos así a la exigencia de ANC y Òmnium Cultural de crear una lista unitaria que diese a la cita una apariencia de plebiscito. Es lo que han pedido el 86 % de los militantes de ANC que participaron en una consulta interna sobre la propuesta de promover una candidatura unitaria.

Pero si una herida sangró este sábado, fue la de Forcadell. La ausencia en la manifestación de quien es vista desde el independentismo como la segunda autoridad de la república (después de Puigdemont) convirtió el mensaje de este desde Bruselas en un cliché. El expresidente autonómico animaba a los congregados diciendo que «no habrá barrotes ni exilios» que disuadan a Cataluña de «decidir libremente su futuro». Los retratos Carme Forcadell la elevaban a símbolo de lo contrario. En Esquerra aún esperan que Forcadell, superado el lógico trauma de verse en prisión, se incorpore a la lucha política. Por eso Junqueras, que va de número uno, le ha reservado la cuarta plaza tras Marta Rovira y el exconsejero encarcelado Raül Romeva. Los de Esquerra han dicho que tienen su lista abierta a nuevas incorporaciones, pero quien desee hacerlo tendrá que trabajar para ellos.

La que no va a ir en las listas de ERC por primera vez en cuatro convocatorias electorales es Anna Simó, que, tras su paso por el Tribunal Supremo (tiene que pagar 25.000 euros de fianza si no quiere ir a la cárcel de forma preventiva), ha decidido abandonar la política. A Simó no le va a costar encontrar el dinero para la fianza. Desde la ANC se recalcaba ayer mismo que la Asamblea tiene dinero suficiente para pagar las posibles fianzas de todos los encausados. Ya lo hicieron con Forcadell, y eran 150.000 euros. Agustí Alcoberro explicó que el dinero se consigue entre aportaciones de los socios, pero no quiso dar su opinión sobre la ausencia de la presidenta de la Cámara después de que ANC pagase la fianza. Sí lo hizo Marcel Mauri, vicepresidente de Òmnium Cultural, quien dijo: «Nos da igual lo que hayan dicho o dejado de decir ante el juez, porque lo único que cuenta es lo que han hecho todos estos años: esto no va de héroes ni de traidores», afirmó.

Lo que sí dijo Alcoberro al término de la marcha es que Jordi Sànchez irá en una lista. O que al menos debería ir en una. Si no hay candidatura unitaria, la ANC no descarta que su presidente encarcelado sea candidato bajo unas siglas políticas. Por cuáles se va a decantar es un misterio todavía, y es de suponer que tanto PDECat como ERC lo quieran con ellos, porque la capacidad de movilización de ANC es innegable. En Òmnium no se descartó la participación de Jordi Cuixart, pero recalcaron que no era esa su voluntad.

Peticiones de unidad

La marcha terminó con la lectura de varios manifiestos, cartas de los políticos presos y de los fugados. Los familiares y amigos de los diez detenidos (ocho exconsejeros y los dos líderes sociales) leyeron las cartas y mensajes de estos entre gritos de «¡Libertad!» y «¡No estáis solos!».  Oriol Junqueras arengó a los presentes con un «Luchad siempre sin desfallecer y el invierno dejará paso a la primavera. ¡Adelante!».

Jordi Turull (Presidencia), Josep Rull (Territorio) y Joaquim Forn (Interior) coincidieron en reclamar unidad, ya que la división del independentismo «es la gran esperanza del Estado», concretó Turull. Dolors Bassa (Trabajo) y Meritxell Borràs (Gobernación) enviaron una carta conjunta en la que agradecen las muestras de apoyo y esperan poder crear «un país donde quepa todo el mundo y donde valga la pena vivir». Carles Mundó (Justicia) recordó que «a las personas se las puede encarcelar, pero nadie puede encarcelar las ideas», y Raül Romeva (Exteriores) defendió continuar «ofreciendo diálogo» porque «nunca puede ser el odio» lo que mueva al soberanismo.

Colau, en la manifestación

Quien sí estuvo presente en la manifestación fue la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, quien solo unas horas antes había cargado contra Puigdemont y sus exconsejeros. «Queremos que los presos salgan, pero también queremos que un Gobierno irresponsable que ha llevado el país al desastre dé la cara y reconozca los errores». Colau intervino en la asamblea en la que Cataluña en Comú aprobó su candidatura, que estará encabezada por Xavier Domènech. Los comunes harán campaña por la amnistía para los presos y por un referendo pactado.

Unas 750.000 personas fueron a la marcha

La Guardia Urbana calculó que a la marcha acudieron unas 750.000 personas que desbordaron la calle de la Marina. Esta rúa mide unos 30 metros de ancho (frente a los 50 de la Diagonal) y el espacio ocupado ayer superó los 3 kilómetros de largo y se llenaron las calles aledañas. La organización, ANC y Òmnium Cultural, movilizó 900 autocares llegados de toda la comunidad. Muchas esteladas salpicaban la concentración, en la que no faltaban pancartas de apoyo a los presos y en contra de la aplicación del artículo 155. Al terminar se escucharon gritos de «Puigdemont, presidente» e «Independencia».