Del «procés» al «retrocés» independentista

Sara Carreira Piñeiro
Sara Carreira LA VOZ EN BARCELONA

ESPAÑA

Quique García | EFE

ERC reconoce que no estaban preparados y Puigdemont, que se enfrentará a Junqueras al frente de la lista Junts per Catalunya, dice que hay otras formas de relacionarse con España

14 nov 2017 . Actualizado a las 06:57 h.

Lo que este fin de semana se venía anunciando el lunes se convirtió en escenificación: los secesionistas abandonan la idea de una independencia a cualquier precio. Estos días se viven los primeros pasos de un procés inverso, de tal forma que en unas semanas parecerá normal oírles decir que tampoco la independencia es demasiado importante en este momento, que lo que cuenta es ir dando pasos hacia ella para, en el futuro, conseguirla. Si el domingo era una de las exconsejeras fugadas, Clara Ponsatí, la que retrocedía -«no estábamos preparados para dar continuidad política la 1-O», fue la frase elegida-, el lunes se publicaban unas declaraciones de Puigdemont en las que decía que «es posible una solución diferente a la de la independencia» y el portavoz de Esquerra, Sergi Sabrià, admitía que el Ejecutivo catalán no estaba preparado para desarrollar la república. Pero esta unanimidad de criterios no indica unidad: los grupos independentistas lucharán por separado el 21D por el mismo espacio político.

El día comenzó con la normalidad de ver a Carme Forcadell empezar su jornada laboral en el Parlamento de Cataluña. Y es que la renuncia explícita de la segunda autoridad de la república nonata a seguir por la independencia unilateral (y su destacada ausencia en la manifestación por la libertad de los presos) dio el pistoletazo al abandono general de las tesis radicales. Mientras Forcadell convocaba a la Diputación Permanente de la Cámara, el vicepresidente de la Mesa y presidente del grupo parlamentario Junts pel Sí, Lluís Corominas, anunciaba que no concurrirá a las elecciones.

La unidad es historia

Precisamente, el desmoronamiento del bloque soberanista tiene en JxSí su mejor reflejo. Los que hasta finales de octubre llevaron juntos a Cataluña a una declaración (simbólica) de la república son ahora adversarios políticos. El lunes por la tarde, el PDECat anunciaba que se presentará las elecciones con un nuevo nombre, Junts per Catalunya, en lo que parece un intento por recoger los réditos de la coalición PDECat-Esquerra del año 15. Este JuntsxCat nace a partir de la coalición inscrita la pasada semana (PDECat-Pacte) y está abierto a incorporar a personas ajenas al partido. Lo que ocurre es que no es una agrupación de electores, para evitar la falta de financiación y espacio que esto supone.

No ha tenido que ser fácil para el PDECat desdeñar sus siglas (inscritas hace poco más de un año) en la primera convocatoria electoral a la que se podía presentar, pero todo apuntaba a que el Partido Demócrata Europeo Catalán como tal estaba llamado al fracaso.

Este nuevo Junts per Catalunya estará encabezado por Carles Puigdemont, tal y como confirmó la coordinadora general del PDECat, Marta Pascal. Se sabe que con el expresidente irán los consejeros de su partido ahora en prisión o fugados, y que no estará Corominas. Pero poco más hay de la llamada lista del presidente, porque todavía en el partido le dan esa calificación.

Miedo al Estado violento

La noticia de la nueva formación llegaba el lunes mientras los partidarios de Puigdemont intentaban digerir sus últimas declaraciones, las publicadas en el diario belga Le Soir. En estas decía que otro encaje de Cataluña con España diferente a la independencia es posible: «¡Siempre es posible! ¡He trabajado durante treinta años para obtener otro anclaje de Cataluña en España! Hemos trabajado mucho en eso, pero la llegada al poder del señor Aznar detuvo esa senda». El expresidente catalán cree que «una nueva victoria mostrará que esta historia no es el asunto de cuatro iluminados». Y añade que si huyó a Bruselas fue para evitar ser «el motivo o la excusa para recurrir a la violencia».

Esta idea de que el Estado «estaba preparado para usar la violencia con el objetivo de reprimir la resistencia pacífica catalana y crear las condiciones de una represión extremadamente violenta, como la ilegalización de ciertos partidos políticos» que decía Puigdemont, será a partir de ahora el argumentario de los independentistas para justificar el fracaso de su república. De hecho, ya lo usó el portavoz de ERC, Sergi Sabrià, al admitir que el Ejecutivo catalán no estaba preparado para desarrollar la república porque el «Estado autoritario» no tenía «límites para aplicar la represión y la violencia».