Construyendo la imagen del presidente Sánchez

david guadilla MADRID / COLPISA

ESPAÑA

CHRISTOPHE PETIT TESSON | EFE

El principal asesor del líder del PSOE pone en marcha una campaña que ya probó con Monago, del PP

01 jul 2018 . Actualizado a las 16:45 h.

La política es el arte de los gestos. Los programas electorales como fórmula para atraer o retener a los votantes hace mucho que parece que quedaron aparcados. Es el tiempo de las imágenes que buscan un impacto. Y en solo un mes Pedro Sánchez y su equipo de asesores han generado un terremoto en la comunicación política en España. El nuevo jefe del Ejecutivo haciendo running por los jardines de la Moncloa, con su perrita, en pleno vuelo rodeado de papeles y colaboradores, con unas gafas de 100 euros y con tirón entre los influencers; primeros planos de sus manos... Es la construcción de un presidente. ¿Una revolución? Depende.

En Extremadura, por ejemplo, no han generado demasiada sorpresa. El ideólogo de la campaña de imagen lanzada por Sánchez es Iván Redondo, su jefe de Gabinete. Donostiarra de nacimiento, fue fichado por el líder del PSOE a finales del año pasado. Hasta ese momento, su currículo contaba con tres colaboraciones destacadas con el PP: ayudó a construir la imagen de la ‘política pop’ que Antonio Basagoiti impulsó en el PP vasco; la polémica campaña de Xavier García Albiol en Badalona con la inmigración como eje central; y ayudó a que José Antonio Monago se convirtiese en presidente extremeño.

«Está repitiendo los mismos esquemas; esto no ha hecho más que empezar», vaticina un buen conocedor de aquellos años de Redondo como asesor principal de Monago. Lo que se buscaba era reforzar una imagen: una mezcla de hombre cercano pero que también diese seguridad y que sonase a algo distinto a lo que había en Extremadura. Monago acabó presentando al director de Deportes en una cancha de baloncesto tirando a canasta.

«Estilo moderno y valiente»

¿Pero qué pretende Sánchez? En parte, lo mismo que Monago. El líder del PSOE era consciente de que su llegada a la Moncloa generaba dudas sobre «su capacidad para gestionar». Y lo primero que intentó fue disiparlas. El nombramiento de los ministros «fue en sí mismo un mensaje». Luego llegó su primer viaje oficial a Francia para entrevistarse con Macron para reforzar su imagen de estadista. Pero hay algo más.

«Busca marcar desde el principio un estilo distinto. Más moderno y valiente», señala Verónica Fumanal, asesora de comunicación política y antigua colaboradora de Sánchez. Pero, la línea que separa el ridículo de la genialidad es muy fina. Un buen ejemplo son las imágenes de las manos de Sánchez que la Moncloa lanzó tras su reunión con Merkel acompañadas de este mensaje: «Las manos del presidente marcan la determinación del Gobierno». El efecto fue el contrario del pretendido. Aluvión de críticas, incluso las del propio presidente, a un mensaje no entendido.