El riesgo obliga a más confinamientos, en espera de que el río de lava llegue al mar

Santiago Garrido Rial
Santiago Garrido LA PALMA / ENVIADO ESPECIAL

ESPAÑA

La capital de La Palma amaneció con una enorme capa de ceniza, que ya es un problema severo

28 sep 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

En la mañana de ayer, el silencio del volcán sin nombre (hay grandes debates en la isla para ver cómo lo bautizan) era tan estruendoso como el retumbar sonoro de las jornadas anteriores. Ni rugía ni echaba humo por su cono de ocho días, cosa rara. No se hablaba de otra cosa: desde que uno salía del hotel hasta que llegaba a un mirador para ver la evolución.

Tanta era la necesidad de comentarlo que hasta algún palmero le preguntaba al vecino de espacio por su opinión sobre qué podía pasar. ¿Significará eso que la explosión va a ser mayor? Al ver que el interlocutor tenía un acento más bien gallego, se daba cuenta de que ambos sabían más o menos lo último.

El volcán sigue su ritmo, su latido. Igual avanza la lava a cien metros por hora en la parte superior que se toma un respiro. A media tarde, el mar seguía esperando su llegada en la zona de Tazacorte, al lado del litoral de Los Llanos. Por eso se ordenó el confinamiento en sus casas de algo más de 300 vecinos de los barrios de la Condesa, la Marina y San Borondón, en previsión de que el contacto de la lava con el agua emita gases tóxicos e, incluso, «lluevan cristales», esto último según algunos geólogos.

Fue como volver a la primera etapa del covid para muchos vecinos, observando además esa evolución de daños que cambia por horas: más de 515 edificaciones afectadas, 237 hectáreas cubiertas de lava, 1.507 hectáreas de ceniza y unos veinte kilómetros de vías destruidos (y ya no abundan las carreteras en la isla, y las que hay tienden a inducir un tráfico muy lento por la dificultad orográfica).

A mediodía aproximadamente, la lava volvió a fluir, y el humo, a volar. Fue casi un alivio para los que creían sin mayor base científica que este volcán estromboliano (por el de la isla italiana, junto al Tirreno) había tomado aire para exhalar con fuerza.

La ceniza es un problema severo. El aeropuerto seguía ayer inactivo, pendiente de las operaciones de las compañías. Y los ferris desde Santa Cruz, que no son muchos, a tope. Precisamente la capital de la isla amaneció ayer con una enorme capa de ceniza, y también municipios limítrofes como Breña Alta, que en buena parte hace vida paralela con la ciudad capitalina.

Llegaron toneladas de cenizas que los vecinos y los servicios municipales se encargaban de limpiar durante toda la jornada. También en otras zonas, de Los Llanos a El Paso, pero la incidencia en la ciudad fue impresionante. «Non se ven as liñas das estradas», indicaba el carballés Miguel Puga. Hoy, esa ceniza podría llegar con intensidad a las vecinas islas de provincia de La Gomera y Tenerife, en función de la dirección del viento.

Todo son dificultades, pero en La Palma empieza a imperar el sentimiento de fortaleza y unidad frente a ellas: «Somos más fuertes que el volcán», se lee y se escucha en numerosos foros. «Juntos le ganaremos», en otros. Recuerda, una vez más, y ya van muchas, a las actitudes de unidad en el Prestige.