Tarde de mitin en el Congreso

ESPAÑA

Pedro Sánchez y Nadia Calviño, en sus escaños del Congreso
Pedro Sánchez y Nadia Calviño, en sus escaños del Congreso Juan Carlos Hidalgo | EFE

24 ene 2023 . Actualizado a las 19:45 h.

Quedan cuatro larguísimos meses hasta las elecciones municipales y autonómicas de mayo y nueve o diez eternos meses de precampaña electoral para las generales que medirán el auténtico estado de la política española en noviembre o diciembre. Pero esos más de cien días para la primera cita con las urnas no impiden que el clima preelectoral sea ya completo. Y que un auténtico animal político como Pedro Sánchez esté dispuesto a sacar el máximo partido de su posición intentando acallar a los adversarios y culpándolos cual letanía de no arrimar el hombro.

Por eso, este martes en la Carrera de San Jerónimo se vivió un mitin con todas las de la ley. Bajo el manto de la demagogia, la convalidación del enésimo decreto ley para mitigar los efectos de la inflación en las economías más pobres. Sin la rebaja del IVA en la carne y el pescado, como pedía el PP a cambio de su voto. Se ve que esos son productos de lujo que, a este paso, solo estarán al alcance de los denostados señores del puro a los que el PSOE, remedando a Pablo Iglesias (Turrión, el de Podemos), señalan como especuladores, capitalistas e indecentes aprovechándose del silencio de quien nunca les responderá.

Pedro Sánchez desempolvó el libro de la demagogia que ya empezó a leer el sábado en Valladolid mientras miles de personas protestaban contra su gestión en Madrid. «Que paguen más los banqueros que más cobran de Europa», clamó sin hacer referencia al Gobierno más sobredimensionado de Europa y el más numeroso de España en cuatro décadas. «Jamás nos temblará la mano en defender los derechos conquistados», callando los efectos nocivos de la ley del solo sí es sí. Hasta la corrupción le echó en cara al PP, obviando, claro, la sentencia de los ERE o el latente caso Azud que salpica a la presidenta del PSOE y al máximo representante socialista en Valencia.

Hubo tiempo hasta para que un ministro del Gobierno de España, el de Universidades, sí, Joan Subirats —ese del que sabemos lo mismo que de su antecesor, Manuel Castells, casi nada— jaleara el escrache contra Isabel Díaz Ayuso a la hora de recoger un premio en ese espacio de tolerancia que se supone debe ser la universidad pública.

De la abstención de Esquerra al decreto anticrisis, ni palabra. Todo sea por la concordia y la estabilización en la Cataluña del «lo volveremos a hacer». En el clima preelectoral también ha llegado el calentamiento típico de las fechas previas a la cita con las urnas. Hay mucho en juego.