Balnearios: la salud que brota del manantial

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Santi M. Amil

Galicia es el país de los balnearios. Las propiedades curativas de nuestras aguas mineromedicinales son un fenómeno reconocido desde antes de la conquista romana. En la actualidad unos 21 establecimientos componen una variada oferta para tratar problemas reumatológicos, digestivos, cardiovasculares o psiquiátricos, entre otros.

18 sep 2017 . Actualizado a las 12:10 h.

Galicia es, sin duda, el destino de salud de referencia en España. La oferta termal constituye, aseguran los expertos, un producto turístico con gran potencial internacional, que algunos sitúan por detrás del Camino de Santiago.

 El auge del turismo de salud ha incidido de lleno en el sector, que busca la forma de diferenciarse ante la avalancha de establecimientos que quieren sacar partido de la situación. La clave está en la diferencia entre balnearios, que utilizan aguas mineromedicinales; y los centros de talasoterapia o spas, con quienes quieren convivir en armonía, eso sí, diferenciando el producto.

«Uno de los problemas del sector -explica el gerente de la Asociación de Balnearios de Galicia, Benigno Amor-es la necesidad de diferenciarse de otro tipo de establecimientos englobados bajo este paraguas de turismo de salud. El problema no es tanto con los centros de talasoterapia (que están muy identificados y ellos mismos inciden en cuál es su producto: el agua del mar); ni siquiera con los spas, que ya está muy aclarado y el público empieza a diferenciarlos. El problema es que en los últimos años han surgido pozas en determinados lugares donde utilizan el agua termal pero no se hace en las mismas condiciones que en un balneario. Estos centros tampoco generan el empleo y el movimiento económico directo e indirecto que suponen los balnearios.

Las ventajas

La diferencia está en los beneficios de las aguas mineromedicinales. Esta es la principal baza de un sector que se considera «pequeñito» (son 21 establecimientos) y considera que es difícil diferenciarse «tanto dentro del sector turístico como del sanitario».

«El sector está en auge -cuenta el gerente- pero es importante incidir en cuáles son las ventajas de estas aguas, sus beneficios. Hay que explicar que el tratamiento debe ser pautado y debe tener un control médico (todos los balnearios lo tienen por ley). Eso supone una determinada duración, y, además, no todas las características de las aguas son iguales. Algunas pueden estar incluso contraindicadas para determinadas patologías. Hay que tener en cuenta que en los balnearios estamos administrando, entre comillas, un medicamento; y que si no se hace bien también tiene contraindicaciones. En los balnearios se administra con rigor porque así lo exige la ley.

Cultura termal

La riqueza termal de Galicia es inversamente proporcional al conocimiento que la gente tiene de ella. O lo que es lo mismo: «En Galicia, como decía el doctor Míguez, tenemos mucha tradición termal pero no tenemos cultura termal. La gente no sabe diferenciar los tipos de aguas, cuáles son beneficiosas para unas patologías y cuáles para otras... No sabe, por ejemplo, que no se puede estar dos horas metido en el agua porque es contraproducente».

Pero las cosas van por buen camino, y buena muestra de ello es la cátedra de Hidroloxía Médica de la Facultad de Medicina de Santiago, «una iniciativa apoyada por la Xunta de Galicia que pretende formar a futuros médicos, que luego serán especialistas de distintas ramas, para que cuando ejerzan puedan trasladar a sus pacientes esos conocimientos en forma de prescripción».

El objetivo es que cada vez más gente se beneficie de este tesoro salutífero, del que en la actualidad pueden hablar unos 150.000 usuarios. «Es una cifra aproximada -aclara Benigno Amor- porque resulta difícil hacer estadísticas . La realidad es que en los balnearios conviven usuarios de una tarde con personas que utilizan el programa de termalismo del Imserso, que tiene una duración de diez o doce días. Es complicado mezclar todo eso».

Lo que es indudable es que el resurgir del termalismo en Galicia tiene tres pilares: las inversiones realizadas en la década de los noventa, la normativa que se promulga a partir de 1995 y el programa de termalismo social del Imserso. Y, aunque 3.000 plazas hoteleras puedan parecer poco en una comunidad que oferta casi 75.000, desde la asociación afirman que «podemos seguir destacando que Galicia sigue siendo la comunidad líder en termalismo. Y aunque el número de plazas no es muy elevado en comparación con la hostelería en general, sí lo es en cuanto a la capacidad que tienen los balnearios para generar empleo indirecto, sobre todo en zonas del interior, donde actúan como motor socioeconómico importante».