«No te conformes con decir 'yo soy así, qué le voy a hacer'»

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Angel Díaz

El nuevo libro de Elsa Punset arranca con una proposición: Pon nota a tu felicidad.

19 nov 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Elsa Punset (Londres, 1964) regresa a las librerías con Felices (Destino) una obra que promete ser otro éxito de ventas, porque aporta sencillas recetas para ser feliz a cualquier hora, en cualquier situación y partiendo de estrategias que ya apuntaban clásicos como Séneca o Confucio. Incluso relata propuestas para los que no tengan un problema en su horizonte vital, como aprender a disfrutar de los placeres diarios, cual estoicos, privándose un tiempo de ellos. «Deja de tomar ese café de media tarde unas semanas, cuando lo retomes te aportará el doble de sensaciones», propone una obra que hasta tiene páginas para que los lectores reflexionen. No es una cuestión menor: a más felicidad, más salud. Y Elsa insiste: hay que trabajarse la felicidad; el cerebro es pesimista por naturaleza.

-El libro busca los lemas más inspiradores para ser feliz en los antiguos filósofos, las costumbres del mundo y los sabios contemporáneos...

-Felices es un gran viaje a través de los siglos y de los continentes a la búsqueda de la felicidad. Desde siempre, los humanos hemos querido encontrar sentido a un mundo que nos parece desordenado y a veces incomprensible. Y esto ha generado multitud de explicaciones y perspectivas, ayer y hoy, que pueden ayudarnos a vivir mejor. Felices incorpora reflexiones, herramientas y anécdotas muy variadas, de sabios que vivieron hace siglos, y de astronautas, de escritores y artistas, de psicólogos y neurocientíficos contemporáneos. También incluye una aportación que me ha dado una alegría particular: he pedido permiso a algunos lectores para reproducir cartas en las que hablan de su propia búsqueda de la felicidad, de sus herramientas y pistas preferidas. Así que Felices puede inspirar y acompañar a personas de cualquier edad y condición en una búsqueda que cada cual debe hacer a su manera ¡Ojalá descubran a personas y herramientas útiles y se sorprendan a sí mismos, como me ha pasado a mí al escribir este libro!

-El libro explica un protocolo contra la ira, ¿cuál es su favorito para lidiar con los pesimistas?

-Los pesimistas me enternecen, porque lo pasan francamente mal, se resignan a esperar lo peor en nombre de un supuesto realismo ¡Y no hace falta!... Yo les recordaría que están siendo presa de un cerebro programado para sobrevivir que tiene un sesgo negativo, y por eso tiende a fijarse, exagerar y memorizar lo negativo. Y les pediría que recuerden que la búsqueda de la felicidad no es, como nos han dicho durante siglos, algo egoísta o frívolo, un lujo biológico, sino que tiene un impacto potente en nuestra salud física, mental y emocional. Y que afortunadamente, con los datos en la mano, a pesar de todo lo que nos queda por hacer, el mundo va a mejor y avanzamos en muchos ámbitos: educación, sanidad, justicia, protección social, respeto a las minorías, hay menos guerras y violencia, y cada vez más conciencia de la necesidad de aprender a vivir y convivir cada día mejor...

-Recomienda perderse en los bosques gallegos, ¿qué le aportan?

-Es curioso, ¿verdad? Galicia fue, hace ya muchos años, como un enamoramiento, una elección. Recuerdo la primera vez que entré en un bosque gallego, tan tupido y oloroso, esa sensación de regresar a un mundo sin adulterar, eterno, y la sensación de calma que sentí entonces, y que sigo recuperando cada vez que puedo escaparme a sumergirme en esa tierra tan bella que une mar, acantilados y bosques. Para mí, es un lugar único, que me hace bien. Por eso no me sorprende que en Japón o en los países nórdicos, como cuento en Felices, tengan programas especiales de inmersión en los bosques y que estén comprobando que con ello logran mejoras en la salud de las personas: disminución de la ansiedad, de la tensión arterial, mejoras en el sistema inmunológico... ¡una terapia natural que, en Galicia, está al alcance de todo el mundo!

-¿Hay más probabilidades de ser feliz en el campo?

-El cerebro humano se conformó hace millones de años para vivir al aire libre, rodeado de luz, cielo y naturaleza. Pero somos tan adaptables, que podemos vivir en casi cualquier lugar, mientras se den condiciones básicas. El elemento más determinante en nuestras vidas, el que no nos puede faltar, es el afecto humano. Y precisamente es un elemento que tiende a faltarnos en las grandes urbes, donde la gente convive densamente, pero a menudo sin conocerse ni tratarse.

-Hay recetas, ejercicios y citas para invocar los buenos pensamientos... ¿Sirven cuando la realidad es objetivamente complicada?

- ¡Sí!... Es precisamente cuando la realidad se complica, ¡y tarde o temprano lo hace!, cuando necesitamos recurrir a una gestión sabia de las emociones negativas. Uno de los descubrimientos más importantes de la psicología en los últimos veinte años es que las personas podemos elegir cómo pensamos, ejercer un optimismo con los ojos abiertos, saber que los reveses son normales y que podemos enfrentarnos a ellos y superarlos por nosotros mismos.

-También asegura que el estado natural del cerebro es ser infeliz, ¿por qué?

-Lo cierto es que tenemos un cerebro programado para sobrevivir que tiende a exagerar y memorizar mejor lo negativo que lo positivo. Los psicólogos lo definen como ‘el sesgo negativo del cerebro’. Le voy a dar un ejemplo: por las noches, antes de dormir, en qué piensa, ¿en las cosas buenas que le han ocurrido a lo largo del día, o en las malas, en las pequeñas peleas y decepciones o frustraciones? ¡Probablemente en lo segundo! Y es que a tu cerebro no le importa que llegues feliz a la noche, ¡sino que llegues vivo! Hay que ayudarle a equilibrar ambas necesidades.

-Parece que saber conlleva felicidad...

-¡Sin duda alguna, comprender lo que nos pasa por dentro es el primer paso para poder gestionarlo o solucionarlo!

-La autoayuda tiene mala fama...

-Por varias razones, muchas de ellas fruto de un prejuicio. Ciertamente, el término autoayuda es un cajón de sastre donde cabe de todo -desde los filósofos griegos o los sabios chinos- todos ellos verdaderos padres de la autoayuda y que incluyo en Felices, porque sus enseñanzas ayudan verdaderamente a las personas a ayudarse a sí mismas a vivir y convivir mejor, pero ¡no todo vale!... Además, venimos de muchas décadas en las que no se comprendía bien el cerebro, se pensaba que la inteligencia era innata e inmutable, y que las emociones no se podían entrenar. Así que el concepto de ayudarse a sí mismo a cambiar parecía utópico o absurdo. Pero desde hace un par de décadas, contamos con los medios técnicos para comprender el cerebro humano: sabemos por ejemplo que podemos cambiar y entrenar nuestro cerebro como un músculo, que estamos hechos de hábitos y que estos hábitos pueden cambiarse. ¡Esta es una llave de libertad enorme! Mi sugerencia es que nadie se conforme a decir ‘yo soy así, qué le voy a hacer!’, sino que explore y emprenda ese viaje apasionante para conocerse mejor y sacar partido a todo lo que puede llegar a ser.