La mejor dieta contra el cáncer

Ana Montes

EXTRAVOZ OK

OKPÁGINA16

Hay superalimentos que ayudan a mantener a raya el cáncer. Pero si la enfermedad asoma, no hay milagros. La auténtica dieta mediterránea, rica en verduras y frutas, es la ideal para afrontar la enfermedad desterrando el «coma usted de todo». Porque, para que la alimentación ayude al enfermo, no todo vale.

19 nov 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

T odos los caminos conducen a la dieta mediterránea como óptima para afrontar el cáncer. Porque cuando la enfermedad está en marcha no existe una dieta milagro, afirma la doctora Odile Fernández, autora de Mi revolución anticáncer. Pero hay que discernir cuál es la verdadera, adulterada en las últimas décadas por las modas. El doctor Valter Longo, artífice de la dieta de la Longevidad, que hoy ensaya en centros oncológicos punteros como la clínica Mayo y la Anderson la dieta que imita el ayuno, propone para afrontar la salud y el cáncer una alimentación mediterránea rica en verdura, fruta, carbohidratos complejos, frutos secos, semillas, aceite de oliva virgen extra, cereales y poca proteína, prefiriendo el pescado frente a otras carnes.

En ella no hay lácteos ni azúcar pero sí té, vino y café desterrando el «coma usted lo que quiera», desfasado pero repetido por oncólogos y médicos, lo cual plantea la urgencia de personalizar las pautas de alimentación en cada tipo de cáncer y según la situación del enfermo durante el tratamiento. Y es que cada tipo de cáncer tiene sus alimentos preventivos y mitigadores. En el de próstata, conviene eliminar la leche e incluir semillas de calabaza, granada y derivados de soja. En el de mama, eliminar la carne roja y grasas saturadas de origen animal e incluir crucíferas, semillas de lino, pescado azul, AVE, aceitunas y las fibras de legumbres, hortalizas y frutas.

«Los superalimentos anticáncer tienen un papel preventivo si se mantienen en el tiempo. Pero, diagnosticada la enfermedad, nada de lo que comas te asegura que te vaya a curar aunque una alimentación saludable ayuda a aumentar la eficacia de la quimioterapia, reducir sus efectos secundarios, y a alargar la vida», aclara la doctora Odile Fernández. Máxima divulgadora de alimentación y cáncer en España, remite a la enorme cantidad de estudios y últimas revisiones que corroboran la eficacia de ciertos alimentos y una buena dieta.

Para tomar superalimentos, no es necesario irnos a alimentos exóticos procedentes de otras culturas. Las acelgas, las espinacas o la lechuga romana -que nuestro ADN reconoce- son superalimentos con más propiedades que la quinoa o la cúrcuma, ya que proporcionan como mínimo el 10% del valor diario por 100 kcal de 17 nutrientes tan importantes como potasio, calcio, hierro o vitaminas como la A, B6, B12, C y K, explica la investigadora Marta Garaulet, experta en nutrición y cronobiología, y Visiting Professor de Medicina en la Universidad de Harvard.

Por eso las actuales guías alimentarias americanas recomiendan consumir de una taza a taza y media diaria de verduras, porque, además, entre sus nutrientes más estudiados en la prevención del cáncer está el ácido fólico, presente en las verduras de hojas verdes, naranjas y legumbres. Otro gran antioxidante reconocido por la ciencia es la vitamina C, recuerda Garaulet.

Pero en el cáncer también es fundamental abordar el microambiente tumoral, crear un ambiente desfavorable para el crecimiento del tumor, y esto entraña: regular la inflamación, estimular el sistema inmune, eliminar el exceso de radicales libres, procurar una flora intestinal saludable y reducir la angiogénesis. «A día de hoy sabemos que con la alimentación ese microambiente se puede favorecer. Si añadimos alimentos antiinflamatorios, antiangiogénicos, probióticos y prebióticos, y que regulen la glucemia -evitando por ejemplo harinas con alto índice glucémico y refinadas- el ambiente tumoral va a cambiar y se lo pondremos más difícil al tumor», afirma la doctora Fernández.

Algunos hospitales oncológicos de referencia suman terapias complementarias como la micronutricón para disminuir la toxicidad y los efectos secundarios de la quimioterapia. «Podemos incorporar alimentos naturales para detoxificar de forma natural como las alcachofas o los espárragos, con evidencia sobre su eficacia, para que el paciente pueda ser parte activa de la enfermedad y mejore también externamente», explica Yolanda Albelda, al frente de la unidad de medicina estética oncológica de su clínica compostelana.

Además de seguir una dieta preventiva, resulta interesante conocer ciertas variables genéticas que puedan interferir en nuestra salud, algo que facilitan los test de Nutrigenética, una herramienta predictiva y preventiva que permite conocer, por ejemplo, los alimentos proinflamatorios de cada persona para eliminarlos de la dieta, reforzando así el sistema inmune, ya que una de las causas del cáncer es la inflamación crónica. También podemos ver la sensibilidad farmacológica a determinados medicamentos quimioterápicos o qué cantidad de vitaminas necesitamos según nuestro grado de absorción de nutrientes, explica Javier Curto, socio fundador del Instituto de Nutrigenómica, en Madrid.

Pero sería tarea de la Nutrigenónica conocer los alimentos y nutrientes más efectivos para personalizar más aún nuestra dieta de acuerdo a nuestras variantes genéticas y acelerar la curación de la enfermedad. « Estos tests son el futuro de la medicina y cada vez analizarán más genes y variantes», explica Luciano Cerruti, oncólogo del laboratorio 24Genetics.